Por: Hervey Rivera/ @herveyrivera
En 1997, el eminente politólogo italiano Giovanni Sartori (Florencia, 1924 – Roma, 2017) publicó un ensayo titulado Homo videns. La sociedad teledirigida (editorial Taurus, 1998, México). De toda su obra centrada en la ciencia política, lectura obligada para todo estudiante de la disciplina, este texto fue un bestseller que leyeron millones de personas en todo el mundo en sus diversas traducciones e hizo que el autor italiano fuera conocido y reconocido más allá del mundo intelectual y universitario.
En el siglo XVIII Carlos Linneo nombró al ser más desarrollado en la tierra como homo sapiens, el ser humano, como característica principal su racionalidad, que se comunica entre sí, aprende, transmite conocimiento y transforma (también destruye) su entorno.
Con el invento de la televisión a principios del siglo XX, y su utilización masiva en los Estados Unidos y Europa a mediados de la década de los 50, comenzó una nueva era de la comunicación de la humanidad. La información y el entretenimiento fueron otros con la aparición de ese aparato que transmite imágenes y voz.
Para Sartori, la aparición de la televisión modificó profundamente las relaciones humanas y la propia manera de pensar, de ahí el título homo videns. La evaluación que hace el pensador europeo es crítica: al ser la imagen la vía preponderante en la televisión, la capacidad reflexiva de las personas queda relegada, a diferencia de la escritura y el habla.
El hábito de la televisión en generaciones jóvenes eventualmente modifica la capacidad de raciocinio de las personas. Hay un peligro en el uso masivo de la televisión por parte de grupos de interés, de gobernantes y de grandes empresas, que favorecen agendas y principios que se alejan de la libertad y democracia.
La televisión es una gran formadora de opinión pública, por encima de otros medios de comunicación como el radio y la prensa. Por supuesto que también hay una gran oportunidad de parte de las instituciones estatales en la televisión (pública) para comunicar y transmitir contenidos que promuevan – dentro de lo posible– la reflexión, la crítica y el debate.
El libro anteriormente citado tiene vigencia por la temporada de video escándalos que el país vive, primero con la transmisión en una plataforma digital una grabación de una entrega de dinero de un personero del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, a dos colaboradores del Senado de la República, uno de ellos secretario particular de un legislador.
Este hecho presuntamente forma parte de una trama de sobornos a integrantes del Poder Legislativo, para la aprobación de la reforma energética en 2013. Posteriormente, un medio de comunicación dio a conocer un video donde se aprecia al hermano del actual presidente, Pío López Obrador, y al propuesto director de distribuidora de medicinas, David León, en un intercambio de dinero en efectivo en el año 2015 presuntamente para la campaña del partido Morena en Chiapas.
Ambos videos fueron difundidos por todas las cadenas televisivas en México y hasta el día de la publicación de este artículo siguen vigentes en la conversación digital, la opinión pública y la publicada. Las imágenes transmitidas por televisión son avasalladoras ante la palabra y escritura. Sartori tuvo razón: el poder de la imagen subyace a la razón.