Por: Rodolfo Rivera Pacheco/ [email protected] [email protected] twitter: @rodolforiverap facebook: Juan Rodolfo Rivera Pacheco www.beapmexico.org
Al pie de la letra
Aunque Morena esté hoy a la cabeza de preferencias en la mayoría de zonas del país (no todas, pero sí la mayoría, en las mediciones demoscópicas serias, incluidas las del BEAP), lo que ocurra en los próximos dos años en el ámbito económico y en materia de seguridad pública influirán necesariamente en la conducta del voto de los mexicanos –y poblanos–, en el próximo proceso electoral, que prácticamente ha comenzado con la búsqueda de posicionamiento de distintos personajes en pos de algún cargo del Ejecutivo o Legislativo para 2024.
Nos lo dicen –reitero– todas nuestras mediciones. El primer problema que los ciudadanos denuncian como irresuelto por las autoridades (locales, estatales y nacional) es la terrible inseguridad pública que aqueja a todo el país.
Con menciones superiores a 50% (y en ocasiones llegan hasta el 70 u 80%, dependiendo sea el estado o el municipio evaluado), los electores señalan todas las formas de inseguridad que hoy son sus experiencias vividas cotidianamente: asaltos en la calle, robo de autopartes y vehículos (desatados en Puebla capital y zona conurbada), asaltos a negocios, robo a casa-habitación, asaltos en transporte público, narcomenudeo, huachicoleo y, últimamente, hasta asesinatos y secuestros.
Todo es mencionado una y otra vez por la gente en cada una de las zonas del país, incluido Puebla como estado y de la capital y los municipios conurbados. Las autoridades han sido literalmente rebasadas. No hay policía ni estrategia que funcione, ni por supuesto partido en el poder que se salve.
Se han puesto cámaras de seguridad por todos lados (públicas y privadas) y los delincuentes hasta posan para ellas; ya hay parquímetros en Puebla y los rateros siguen desvalijando autos, llantas, cristalazos y espejos; todos hemos convertido nuestras casas en fortalezas llenas de muros, cámaras, alarmas, alambrados, cercas, perros y vigilancia privada; los negocios pagan policías auxiliares o guardias privados; los fraccionamientos se han convertido en islas autónomas, con una amplia diversidad de medidas de seguridad… y aún con todo, la inseguridad continúa y aumenta, con gobiernos de cualquier partido, que van y vienen.
Por eso creo que la gente evaluará seriamente su voto en el próximo proceso electoral, tomando en cuenta cómo estén las cosas en materia de seguridad para 2024. Habrá voto de castigo para gobiernos que simplemente no hayan funcionado. Los electores ya son muy vengativos. Y reitero, en entornos locales la gente evalúa (y castiga) de manera contundente a sus alcaldes o gobernadores, porque son los más cercanos a quienes culpar.
Y uno de los motivos (no el único, pero sí es uno de los factores que la han disparado) que ha provocado que la delincuencia crezca, es la propia crisis económica postpandemia.
Si de por sí México nunca ha salido de la crisis económica y hoy hay más de 60 millones o 70 millones de habitantes en situación de pobreza alimentaria, la pandemia COVID-19 vino a destrozar la economía nacional y se cerraron centenas de empresas de todo tipo (destacando la industria restaurantera, turística, de transporte y de entretenimiento –deportes, conciertos, espectáculos en general–, además de la industria automotriz, aeronáutica y un largo etcétera).
Millones se quedaron –al menos temporalmente– sin fuentes de trabajo en los últimos dos años. Y cuando empezaba a reactivarse (muy lentamente) la economía mundial, por la baja de contagios de coronavirus (gracias a las vacunas, por cierto, que hicieron que los gobiernos gastaran centenas de miles de millones de dólares y descuidaran otros rubros en cada país), vino la guerra de invasión de Rusia a Ucrania y disparó los índices inflacionarios en el mundo, por el aumento del precio del petróleo, además de provocar escasez de granos y materias primas a lo largo y ancho del planeta. La tormenta perfecta, pues.
Y una situación económica débil, con desempleo e inflación rampantes (recesión, pues) necesariamente provoca aumento en la delincuencia. Las remesas de paisanos en Estados Unidos y la economía informal alivian bastante los ingresos familiares en cientos de municipios en el país, pero son insuficientes y millones de jóvenes no ven otra salida para solucionar sus afanes consumistas (generalizadas en redes y medios) que dedicarse a “algo que sí deje”, por lo que se vuelven asaltantes, ladrones de autopartes, huachicoleros, narcomenudistas y, desgraciadamente, sicarios y secuestradores, controlados por los grandes cárteles de la delincuencia organizada.
¿A dónde va a parar esta espiral de crisis económica-inseguridad, preámbulo del siguiente proceso electoral?
Necesariamente en que los ciudadanos que sí trabajan honradamente (que aún somos mayoría en este país) evalúen con dureza a los actuales gobiernos (del color que sea) y castiguen a los partidos de los cuales provienen… aunque tres años después vuelvan a querer el cambio y la alternancia. No hay nada más seguro que el voto de castigo en época de bajos ingresos en los bolsillos de los mexicanos.
Ese es el verdadero ciclo del votante mexicano. Lo estamos midiendo en estos momentos.