Víctor Reynoso / Profesor de la UDLAP
Ayer, martes 30 de junio, se presentaron tres libros sobre las elecciones en Puebla, publicados por la asociación Puebla Contra la Corrupción y la Impunidad. Alejandro Guillén, Salvador González Jaramillo y Sergio Mastretta son los autores.
Me limitaré a comentar un par de temas, uno coyuntural y otro estructural.
El coyuntural es el de la violencia en las elecciones de 2018, sobre todo en la capital del estado. Una violencia inusitada, que no se veía en décadas.
Porque no tiene antecedentes inmediatos, y porque, esperemos, lo más probable es que no se vuelva a repetir, la considero coyuntural. Su explicación es clara: obedeció a la obsesión de un solo hombre, al creador del morenovallismo.
La experiencia debe servir de advertencia: en cualquier momento puede llegar una persona o un grupo que reviva lo peor de las elecciones mexicanas. Nuestras instituciones no fueron capaces de evitarla ni de sancionarla
Entre los aspectos estructurales tratados en los libros destaca el clientelismo.
El clientelismo es una relación política de intercambio desigual e informal.
Desigual porque lo que intercambian las partes es muy distinto. De un lado el “patrón” (al clientelismo también se le conoce como “patronazgo”) tiene importantes recursos políticos y económicos. Del otro la “clientela” tiene recursos como el voto o la capacidad de movilizarse en mítines y marchas.
Informal porque la relación no está normada por ninguna ley. Es una costumbre, un uso, un conjunto de reglas no escritas.
Ha sido un fenómeno más o menos universal. En las elecciones en Puebla tiene vida plena, pero no en todo el estado.
Hay dos tipos de votos: de intercambio y de opinión. El primero es el clientelar. En el segundo la gente decide su a partir de sus opiniones y preferencias políticas.
También existe en Puebla. Y también es importante. Si no, no habría alternancia, ni tendría sentido hacer campañas.
El voto clientelar se basa en la pobreza.
Hace años, un candidato de la oposición dijo en un mitin en una colonia popular: “ahora ya saben que su voto es libre y secreto, y que pueden votar por quien quieran”. Una señora que ahí vivía le contestó: “eso siempre lo hemos sabido; el que no sabe es usted, usted no sabe lo que es ser pobre y que llegue algún partido a resolver alguno de sus problemas”.