Adolfo Flores Fragoso
Mi primo hermano Fernando Fragoso nos presentó en una reunión sabatina de puros cuates en su casa.
Mientras que lo nuestro era escuchar conciertos de rock, Javier López Díaz insistía en escuchar a Juan Gabriel y José José en aquellas tertulias de fin de semana.
Javier recién había ingresado a la licenciatura de Psicología en la UPAEP, pero tenía una estrecha amistad con Fernando desde la preparatoria, por lo que entre nosotros siempre nos dijimos “primos”.
En esos “volados” que nos aplica la vida, ingresé a la redacción del noticiario “Adelante”, de Jesús Manuel Hernández.
En aquel 1983 coincidimos Rodolfo Ruiz Rodríguez y Javier Sánchez Galicia (ambos mis viejos compañeros de tae kwon do), además de José Antonio Cuéllar, Rodolfo Mendoza, Fernando Hernández y Javier, todos reporteros principiantes, en un proyecto que llegó a crecer al cabo de los años dentro y fuera de Grupo HR, de Rafael Cañedo Benítez.
Javier era también reportero en El Heraldo de Puebla, con una interesante e indisciplinada inclinación hacia la crónica urbana, vocación que sufrimos su madre, sus hermanos, Pericles Olivares y yo. Algún día escribiré más a fondo de este tema.
Siendo coordinador de los noticiarios “A tiempo” –de cada hora– en los fines de semana, repentinamente Javier renunció y me quedé a cargo de los mismos junto con el profesor Ramón Martínez.
Javi –como también le decía– comenzaba a hacer sus pininos en otros grupos radiofónicos y pese a mi amistad con algunos miembros de su familia, dejamos de vernos.
Cierto año desapareció el noticiario “Adelante”, y en el proceso de buscar al suplente de Jesús Manuel, fueron Silvia Tanús y Francisco Urbina los bateadores emergentes.
Pero Rafa Cañedo quería reestructurar sus espacios noticiosos y, por recomendación de Ricardo Menéndez Escobedo, fue cuando ficharon a Javier López Díaz.
La cualidad que vio don Richard es que Javier usaba un lenguaje muy coloquial, muy cerca no al pópulo.
Sorpresivamente, el Maese Menéndez nos citó una tarde de viernes a Mario Blanco Casco (editor genial) y a mí para realizar todo el “vestido” y producción en sólo dos días del fin de semana, para lanzar al siguiente lunes el nuevo noticiario.
La memoria traiciona, pero a alguno de los tres se le ocurrió: “Si es López Díaz, que se llame ‘Buenos Días, con López Díaz’, ¿qué tal?”.
El resto es historia.
La primera coconductora de Javier fue mi gran y muy inteligente amiga Ana Lidya Flores Marín.
En este proceso, Menéndez creó la Red Vial, la nueva forma de informar la “nota roja” con el estilo López Díaz, introducir la crónica urbana a través del elotero y la memelera. Javier siempre se dejó guiar, sin perder su manera personal de narrar lo que yo llamaba “historietas radiofónicas”.
Este comentario, publicado en El Universal Puebla-Tlaxcala, le molestó y provocó un efímero distanciamiento.
Lo cierto es que esa fue su cualidad para convertirse en el rey popular del rating radiofónico poblano.
Javier se volvió un comunicador seguido por Puebla, y más allá.
Estando en Nueva York, ya en la segunda década de este siglo, durante una charla que por el momento no revelaré, le comenté de su impacto entre la comunidad poblana migrante, y de cómo se interpretaban las decisiones de cierto gobernador que no mencionaré.
Su respuesta me abrió los ojos al descubrir que también se había convertido en un comunicador más maduro y comprometido con sus escuchas.
Reiniciamos así nuestra profunda amistad “de lejecitos”.
Nuestro último mensaje por la internet fue muy sentido y amoroso, por ambas partes.
Javier fue muy discreto sobre lo que siempre nos contamos.
Lupita, su esposa, tal vez tuvo que ver en aquel cambio del comunicador berrinchudo que logró tocar el cielo, donde supongo, él hoy está.
Y ahí, Javier, saluda a nuestro primo Fer.
Y a Ismael Ríos, que seguro te narrará cómo duerme feliz en los cuernos de la luna.
Te veo pronto, Javier.
Debut de una gran voz
Entró buscando a quienquiera que lo recibiera.
Pero ya se habían ido todos. Todos, excepto un reportero que terminaba jornada en ese momento.
Apenas era un par de años mayor que él y le dio confianza desde que lo vio.
A las instalaciones de Radio Oro, de Avenida Juárez 2108, había llegado caminando desde donde tomaba clases: Psicología de la UPAEP, aulas que entonces estaban en la 9 Poniente.
Así, Javier López Díaz, de 19 años, se presentó y contó a su interlocutor que le daba vueltas a la idea de hacer periodismo en radio, que quería ser considerado para contar historias, entrar en el rush de la información.
El reportero respondió con una pregunta: “¿Qué te parece si te grabo?”, señalando una cabina.
Esa fue la primera nota de López Díaz. Solía contar la anécdota en las fiestas de aniversario del noticiero más escuchado de Puebla.
Era 1980.
Grabó esa prueba de voz-información Fernando Alberto Crisanto. (Dulce Liz Moreno)