NOTAS PARA UNA DEFENSA DE EMERGENCIA
SILVINO VERGARA NAVA
La historia de la humanidad es la historia de las migraciones. Infinidad de pasajes de la historia y de los cambios de la humanidad se han presentado por las grandes migraciones de los pueblos.
Basta con recordar las historias que aparecen en la Biblia como para tener una idea de que la humanidad siempre ha vivido en migraciones; sin embargo, en la actualidad se ha criminalizado la migración, pero la migración de la pobreza, que transita de naciones extremadamente pobres, sin esperanza alguna de vida, a otros lugares y naciones donde se asume que habrá, por lo menos, una forma de subsistencia mejor que en las condiciones que se encuentran en sus poblaciones de origen.
Todavía en los tiempos de la posguerra –en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado– se aspiraba a la migración para tener vida mejor, mejor nivel económico y empleo, pero ahora no es por eso; es simplemente por subsistencia, para mantenerse vivos.
Quienes llevan a cabo estas aventuras migrantes parten del terror de sus naciones hacia la nada, contando como patrimonio sólo con lo que traen puesto y pueden cargar; no hay más propiedad que sus piernas, brazos y tenis.
En muchas ocasiones, cuando los migrantes mueren, cuando son víctimas del crimen organizado, de la delincuencia, del narcotráfico, lo único que se sabe de ellos es que fallecieron, sin que se conozcan sus nombres ni sus orígenes.
Sacerdotes, organizaciones no gubernamentales y voluntarios ya han denunciado que estas personas son detenidas para, en el mejor de los casos, esclavizarlas; pero en otros, son desmembradas de sus órganos para ponerlos al mejor postor.
Todo esto no es más que una simple muestra de que el sistema del orden mundial actual –si se le puede llamar a esto orden mundial– está siendo rebasado; es decir, este capitalismo de la vigilancia, financiero, especulativo, ha provocado estas grandes diferencias en la sociedad.
En tanto que algunos son solicitados, invitados y requeridos por los gobiernos para que allí instalen sus plantas productivas, otros son expulsados de sus propias naciones.
Estas personas migrantes, con otras costumbres, tradiciones, idiomas, religión, color y raza, son despreciadas en las tierras a las que llegan a acomodase; viven en la segregación total y por eso son presa fácil de ser criminalizadas.
Y esto es lo que está sucediendo actualmente en el mundo, pero particularmente con el gobierno de los Estados Unidos de América, que, como buen gobierno, necesita contar con enemigos, y resulta que en la actualidad ya no cuenta con enemigos para legitimar su hegemonía.
Tal es el caso de los socialistas o comunistas. Ya se han constatado que el sistema que proponían era sumamente complejo de implementar. Prueba de ello es que, en todas las naciones fracasó y solamente en algunas ha subsistido; más que como un régimen de gobierno, como un sistema dictatorial que con los años que han pasado, en el caso de Cuba, pareciera que el objetivo es mantener el modelo opositor al capitalismo norteamericano, simplemente para demostrar a través de los hechos cómo el sistema opositor al capitalismo es un fracaso vivo.
Así, el gobierno actual del país del norte tiene pleno conocimiento de que no tiene enemigo enfrente para poder legitimarse, por ello es que se buscan enemigos, pero enemigos que estén disminuidos, que no sean los enemigo que pudieran sublevarse, sino enemigos débiles, simplemente para que sirvan de legitimación en las políticas públicas y, de paso, permitan un impulso a la economía.
Hay que recordar que en el sistema penal norteamericano lo que se criminaliza es la pobreza; esto es, que ante la existencia de personas extremadamente pobres –que se encuentran por debajo de la barrera de la clase baja–, entre las que se incluyen los migrantes, son utilizadas para criminalizarlas.
De esta forma, el tener que capturarlas, enviarlas a centros de detención, cuestionarlas y luego remitirlas a sus países de origen no es otra cosa más que una actividad económica, pues para criminalizarlas se requiere de policías, abogados, trabajadores sociales, custodios y choferes.
Por eso hay un impulso en la economía. De no ser criminalizados, simplemente se vuelven una carga para el Estado, por lo cual es necesario criminalizarlos para que ayuden a un sector muy grande de la economía, para que no pierda su ritmo e incluso crezca.
Habría que considerar que atrás de la persecución a los migrantes existen empresas de alta tecnología, transportistas, quienes suministran comida, capacitadores y reclutadores de policías que están beneficiándose con este ritmo de expulsión de migrantes.
Esa es la historia del derecho penal en el país vecino. De esta forma es la migración de la miseria y que termina en una mísera migración.