Manuel Martínez Benítez
Hace unos días el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) correspondiente a la primera quincena de enero, en el cual se registró un aumento quincenal de 0.49%, en tanto que en su comparativo anual el alza fue, en promedio, del 4.90 por ciento.
De acuerdo con los analistas en la materia, esos indicadores registraron cinco quincenas al alza, cuando se esperaba que se pudiese presentar una disminución, sobre todo por el panorama político en el que ya nos encontramos, pues la estabilidad económica es un factor determinante para todas y todos.
Y es que es sabido que la inflación es un elemento que puede impactar negativamente no sólo en el bolsillo de las familias, sino en esa percepción de que el rumbo del país podría entrar en un entorno complicado, toda vez que una medida recurrente por parte del banco central (Banxico) para el control de este índice es elevar las tasas de interés.
De acuerdo con el INPC, los mayores incrementos en los precios se registraron principalmente en productos de la llamada canasta básica, como es el caso del jitomate con un aumento del 25.64 por ciento; cebolla, con 7.16 por ciento y tomate verde, con 8.71 por ciento.
A nivel estatal, en Puebla la inflación reportó un incremento superior al promedio, al alcanzar 0.81 por ciento durante la primera quincena de enero, mientras que en la Angelópolis fue del 0.91 %, colocándose en el ámbito nacional como la sexta más alta por ciudad y la tercera por estados.
El mayor aumento se registró en alimentos, bebidas y tabaco con 5.63 por ciento, en tanto que en los servicios fue del 5.19 por ciento, en la educación de 6.51 por ciento y en otros servicios el aumento fue del 6.21 por ciento.
¿Por qué insisto en que el índice inflacionario puede ser un factor relevante?
Principalmente porque en este año tenemos un proceso electoral en puerta, lo que puede convertirse en un riesgo para nuestra economía.
Y es que si bien existe la expectativa de que en los próximos meses la inflación se desacelere, integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México han señalado que esto será lento.
La inflación puede tener varios impactos en el bienestar de la población, tanto a corto como a largo plazo.
El primero de ellos es en nuestra capacidad de compra.
Cuando la inflación es alta, el poder adquisitivo disminuye, lo cual significa que, con la misma cantidad de dinero, compraremos menos bienes y servicios.
Sin lugar a duda, afecta especialmente a aquellos con ingresos fijos o que no están indexados a la inflación, lo que puede disminuir el nivel de vida.
Por otro lado, repercute en el ahorro e inversión: las personas pueden verse desincentivadas a mantener su dinero en efectivo debido a la disminución de su valor real con el tiempo.
Además, la incertidumbre sobre el valor futuro del dinero puede desalentar la inversión en proyectos a largo plazo.
Asimismo, la inflación provoca que el costo de vida aumente, ya que los precios de bienes y servicios tienden a subir.
Esto afecta principalmente a las personas que viven en nivel de pobreza o con ingresos económicos bajos, ya que un mayor porcentaje de sus ingresos se destina a necesidades básicas como alimentos, vivienda y atención médica.
Por tanto, un aumento constante en la inflación tendrá efectos negativos en el bienestar económico de la ciudadanía, generando un mayor costo de vida, la erosión del valor de los ahorros y la inversión, la incertidumbre económica y presión en la política monetaria.
De ahí la necesidad de que las políticas económicas vayan encaminadas a establecer las medidas adecuadas para mitigar sus impactos adversos para la sociedad.