Por: Hugo Arquímedes González Pacheco M. / Desde mi escritorio
Desde una perspectiva psicopedagógica se analizan detalladamente los inconvenientes de las definiciones tradicionales de talento futbolístico y sus contaminadas formas de medición; debe proponerse una nueva manera de concebirlo para reducir los problemas de diagnóstico, promoción, corrupción en las fuerzas básicas del futbol mexicano carente de formación humana y holística.
En muchos estudios realizados, el talento se ha entendido como una revelación de la inteligencia emocional; se debe a que el modo en que una persona resalta enfrente de las demás se consigue con éxito cuando está unido a la motivación. Es posible encontrar o diferenciar una habilidad, pero se requiere mucho más que la simple búsqueda para desarrollarla.
Siempre ha sido de gran interés distinguir entre la población de niñas, niños y adolescentes a aquellos que, gracias a su talento, tendrán rendimientos excepcionales. Desde el siglo pasado, especialmente la psicología, pedagogía y psicopedagogía han trabajado para descubrir los talentos deportivos a tiempo y demandar la atención correspondiente para que se desplieguen.
En el futbol, siempre que alguien empieza a brillar en Europa a temprana edad, renace un debate sin fin para el futbol mexicano: ¿por qué no podemos tener jugadores de máximo nivel y por qué no se brindan más oportunidades a los futbolistas de fuerzas básicas? La causa decisiva es el gran aparador que representa tener jugadores talentosos a temprana edad para comercializarlos económicamente.
En una investigación que hice sobre el futbol profesional de México, detecté seis problemas, aunque existen otros personales en el sistema de fuerzas básicas. Primer problema: falta de entrenadores competentes en formación de jugadores. La mayoría de las personas que trabajan en las fuerzas básicas de los clubes en nuestro país son jugadores retirados que obtuvieron su título de directores técnicos pero no están capacitados para formar futbolistas.
No jugaron profesionalmente y tienen su certificación de entrenadores sin un perfil de calidad. Una cosa es entrenar jugadores, otra es muy distinta formarlos a nivel humano, deportivo, físico y mental. Segundo problema: la corrupción. La poca remuneración económica de los entrenadores en divisiones inferiores provoca que las personas encargadas de dirigir los equipos formativos pidan dinero a las familias de los futbolistas para lograr que jueguen.
Aclaro que no son todos los entrenadores ni tampoco todos los equipos del futbol mexicano, pero el problema es grave, amplio y existen muchas historias de corrupción en fuerzas básicas que muchos conocemos. Tercer problema: los jugadores que llegan a los equipos Sub-17 y Sub-20 son futbolistas con deficiente formación técnica porque unos alcanzaron lugar gracias a recomendaciones, otros por dinero.
Eso provoca que la mayoría de estos elementos no debuten en Primera División. En este entorno, en el que los directores técnicos la piensan para tener un joven menor de 20 años en su alineación por múltiples factores, el que obstaculiza severamente el arribo a equipos es la deficiencia técnica. Cuarto problema: tiene que ver con el punto anterior.
Si en lo deportivo hay varias deficiencias, la psicología y la psicopedagogía del deporte no existen en la mayoría de las fuerzas básicas de Primera Pivisión o Liga de Expansión; lo mismo sucede en la Segunda y Tercera División profesionales, con sus excepciones. La mala formación sin valores de un jugador que debuta con un equipo hace que pierda el piso rápido. No sabe cómo asimilar fama, dinero, halagos, el trato de su propia familia, amigos, bohemias o salidas a los antros.
El entorno cambia. Todos le dicen que es el mejor, que será el próximo Hugo Sánchez, Cuauhtémoc Blanco o Rafael Márquez y se pierde porque no está preparado mentalmente en su compromiso profesional. Quinto problema: falta de capacitación en el propio jugador. Todos quieren ganar millones como Messi pero ninguno entrena como él.
Muy pocos futbolistas en formación tienen el hábito de leer un libro, analizar a sus rivales, entender el juego a nivel mental y lo más lamentable es que abandonan sus estudios bajo la inconsciencia de sus padres. Piensan que su trabajo termina después de los entrenamientos y los partidos, y desperdician el tiempo sin formación académica y de valores. Sexto: preferencia por los extranjeros y los recomendados.
El ánimo decae en los canteranos con talento que padecen discriminación. No es argumento válido que los extranjeros sean más baratos en la Liga MX; es muy burdo. Al futbolista de fuerzas básicas, aclaro, hay que tratarlo como lo que es: una persona, un ser humano en constante cambio y que sobre todo entre los 16 a los 20 años puede tener evoluciones significativas tanto en comportamiento y mentalidad, como en la técnica y lo físico. Es decir, cada quien madura a su ritmo; cada quien canaliza la presión de maneras distintas.
No porque un jugador destaque muy por encima de sus compañeros en la Sub-17 significa que tiene el éxito asegurado o que está listo para dar el brinco al futbol profesional. Un ejemplo claro son los campeones del mundo de Perú 2005 o México 2011. Muy pocos lograron, ya no digamos destacar sino llegar a primera división. No se trata de confiar por confiar en los canteranos o de aventarlos al ruedo a ver si sale el negocio.
Hay jugadores que podrían arruinar su carrera si los debutan a los 16 o 17 años por la presión que eso significa. Hay jugadores a quienes les conviene más debutar ya en plena madurez, después de los 20 o 21, para no fracasar. Todo está en los procesos. No podemos esperar que cada jugador mexicano salga como Hirving Lozano, que debutó a los 18 con Pachuca frente al América en el Estadio Azteca anotando el gol del triunfo, y que ahora en la Liga Italiana concreta goles con el Nápoles.
No podemos esperar que cualquiera con 17 años se haga campeón de la Liga MX con el América con destacadas participaciones como Diego Lainez, actualmente en el Betis de España. El verdadero problema recae en la mentalidad y en la forma de trabajo de las canteras en el país. Hacen falta mejores formadores; profesionales que de verdad se interesen en querer hacer crecer a los futbolistas jóvenes y que se mantengan en constante preparación, a la vanguardia de cómo se trabaja en el mundo contemporáneo del futbol.
No por debutar más comenzaremos a sacar futbolistas por arte de magia que estén listos para competir en lo más alto del futbol mexicano; se necesita una mejor formación que solamente se consigue con una mejor preparación en todos los niveles. Una cosa es entrenar para jugar futbol, otra más científica es comprender el futbol para jugarlo con calidad. Usted, ¿qué opina?