AL PIE DE LA LETRA
Rodolfo Rivera Pacheco
Al momento de escribir esta columna, todo indica que las clases presenciales continúan suspendidas en la mayoría de facultades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, porque grupos de estudiantes han decidido tomar las instalaciones de los principales edificios en espera de que les sean resueltas su numerosas demandas académicas y no académicas.
Al respecto, sólo algunos comentarios, desde fuera y, desde luego, sin ser parte de la máxima casa de estudios de nuestro estado. Pero sí como ciudadano que paga impuestos, de donde sale el subsidio gubernamental para que funcione la institución universitaria pública autónoma más grande e importante.
Primero, siempre es importante recordar que la BUAP maneja un presupuesto superior al de cualquier municipio del estado, incluida la capital.
Y, claro, alberga a más de 110 mil estudiantes, a quienes deben otorgar clases, profesores capacitados, instalaciones, laboratorios y un largo etcétera. Creo que el presupuesto de varios miles de millones con el que cuenta apenas y alcanza para dar un servicio eficiente a tal cantidad de alumnos y profesores.
También es oportuno recordar que durante décadas (sobre todo en los 60, 70 y 80 del siglo pasado), la UAP fue escenario de luchas políticas e ideológicas internas que demeritaron notablemente su vida académica y sus edificios e instalaciones fueron descuidados en forma absurda e inconsciente.
Ser egresado de la UAP era sinónimo de mala preparación o ser conflictivo y no pocas empresas rechazaban laboralmente a sus egresados. Así lo manifestaban en los anuncios de empleos en los periódicos poblanos de la época.
Es digno de mencionar que con el rectorado de José Doger comenzó la transformación positiva y finalmente los miles de millones de presupuesto se empezaron a invertir realmente en la universidad pública.
Se mejoraron edificios, se construyeron nuevos, se pulió notablemente la vida académica (con el acierto de los exámenes de admisión).
Las mejoras siguieron con Enrique Doger y con Enrique Agüera; hay que reconocerlo también. El único detalle fue que ellos quisieron incursionar en la vida política partidista (que desde luego no está prohibido y estaban en su derecho) y eso hizo pensar a no pocos que ser rector puede ser preámbulo para después ocupar cargos de elección popular, usando como trampolín el cargo universitario. Cada quien tiene su opinión al respecto.
Alfonso Esparza construyó también edificios y oficinas (la lujosa Torre de Rectoría), pero nunca fue del todo claro el manejo transparente de los recursos.
Por ello, el gobernador Miguel Barbosa inició toda una persecución en su contra, aunque la verdad tampoco se le ha comprobado nada efectivamente en numerosas auditorías. Y, finalmente, llegó a la rectoría la doctora Lilia Cedillo.
Lo que hemos visto en estos poco más de tres años que ha ocupado el cargo es que es una verdadera académica y que toda su vida la ha dedicado a la docencia e investigación.
Es claro que no busca protagonismos políticos o partidistas y eso se ve reflejado en el buen nivel académico que ha alcanzado la BUAP. Hasta aquí, todo bien.
Sin embargo, creo que también es muy importante comentar: desde luego hay demandas estudiantiles reales. No siempre alcanza el presupuesto para mantener instalaciones para más de 110 mil estudiantes.
Por supuesto, hay carencias y naturalmente servicios que no son siempre eficientes. Y, también es cierto, como en cualquier institución educativa, hay buenos y no tan buenos maestros. Por supuesto que los hay faltistas (algunos hasta se dan el lujo de mandar a suplentes), con bajo nivel académico o pedagógico; claro que hay profesores que acosan a universitarias (acoso de todo tipo: académico, sexual, insinuaciones). Lo dicen los estudiantes.
Creo sinceramente que hace falta una buena encuesta a una muestra válida de estudiantes de los principales campus de la BUAP, cara a cara, guardando el anonimato para que expresen respuestas reales y sin la presión de que den matrícula o nombre (en las evaluaciones que realizan en los sistemas internos).
En el BEAP lo hemos hecho en años anteriores (en la BUAP y en otras universidades privadas) en vía pública (adentro por supuesto que no nos dejan) y han salido cosas que las autoridades ni se imaginan y desde luego ni se enteran.
Pero, finalmente, es claro que el actual conflicto en la BUAP también tiene mucho que ver con la próxima elección de rector (en el segundo semestre de este año).
Desde luego que la doctora Cedillo busca la reelección ante el Consejo Universitario y creo que la tiene garantizada, porque ha dado a la BUAP el nivel nacional e internacional que le corresponde. Pero… seguramente hay grupos que no quieren que lo logre.
Creo que eso es probablemente el fondo de las actuales “protestas” estudiantiles, detrás de las cuales debe haber personajes con intereses en esos varios miles de millones de presupuesto… y poder.
¿Demandas reales o búsqueda del botín? Ojalá sea solamente lo primero y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla regrese a la normalidad y calidad académica.
Nadie quiere otra vez una máxima casa de estudios con inestabilidad y conflictos internos.