Manuel Martínez Benítez / @manuelmtzb
Las encuestas son una herramienta de investigación social comúnmente utilizada en diferentes áreas: desde los temas comerciales, hasta los políticos e investigaciones académicas. Son una herramienta que nos ayuda a obtener información de una población específica sobre temas de interés.
En las épocas electorales que se aproximan, la realidad es que veremos un sinfín de encuestas publicadas en medios de comunicación y en filtraciones en redes sociales, y si bien yo, como encuestador, confío firmemente en el modelo, considero que los encuestadores no hemos sabido comunicar de forma correcta los alcances y las limitaciones de los estudios de opinión.
La idea de este artículo es justamente eso; platicar un poco de estos estudios, pero no como un tema de promoción, sino de difusión y diálogo con ustedes.
Las encuestas son la mejor forma de conocer la opinión de la gente. No existe ningún otro método científico para saber de forma cuantitativa la opinión ciudadana.
Entre los alcances de la encuesta podemos decir que es la mejor forma de obtener datos representativos de la sociedad, basada en un modelo matemático que presenta una muestra que permite conocer la opinión de una población.
El mejor ejemplo que puedo dar para explicar lo que es una muestra es cuando usted hace una sopa. No tiene que comer toda la sopa para conocer el sabor y poder decir “qué tan buena está”. Basta con darle una buena meneada, con una cuchara probar una pequeña parte y así conocer el sabor de la preparación.
Eso es justamente lo que es una muestra. Si uno hace de forma correcta el cálculo y la distribución de la muestra, basado en un modelo matemático probado, podemos tener una buena muestra, dentro de un margen de error, para conocer la opinión ciudadana.
Otro tema importante es el uso y abuso de las encuestas. Hay que decir que es una herramienta metodológica, no una bola de cristal. Es una herramienta descriptiva, más no predictiva.
Por ejemplo, una encuesta no puede decirnos hoy cuál será el resultado del proceso electoral 2024, pero sí puede decir, con alto grado de certeza (si el estudio está bien hecho), qué situación guardan hoy los partidos políticos y los precandidatos en la opinión ciudadana.
También debo decir que una serie de encuestas –por eso es tan importante hacer varias de un mismo tema– nos puede dar las tendencias de la opinión pública.
Una serie de encuestas nos puede decir qué tanto sube o baja, tendencialmente, la opinión a favor o en contra de una fuerza política o una persona, y podemos prever, ahora sí, hacia dónde se moverá la opinión ciudadana, aunque hay que decir que siempre hay factores que pueden cambiar la opinión de los ciudadanos de un momento a otro: escándalos, errores, factores sociales, económicos o políticos; e incluso las campañas pueden cambiar las tendencias en un periodo, porque con lo que trabajamos es con humanos, y los humanos son complicados y volátiles en sus opiniones todo el tiempo.
Entonces hay que decir que, por un lado, el uso de encuestas electorales puede ser muy beneficioso para la democracia, ya que permite conocer la opinión de la ciudadanía y ayuda a los partidos políticos y a los medios de comunicación a desarrollar estrategias y a tomar decisiones informadas. Además, las encuestas pueden ser útiles para prever el resultado de las elecciones, lo que a su vez puede ayudar a evitar conflictos o tensiones en la sociedad.
Sin embargo, el uso de encuestas también puede ser objeto de abuso. Por ejemplo, algunos partidos políticos y medios de comunicación pueden utilizarlas para intentar manipular a los votantes, creando una falsa sensación de que un candidato o partido político tiene una ventaja o caída abrumadora, lo que puede llevar a la movilización o desmovilización de los votantes y, en última instancia, a una menor participación electoral.
Además, las encuestas pueden no ser totalmente precisas, porque siempre aparecen “casas encuestadoras” de la noche a la mañana, presentando datos “mágicos”, sondeos sin rigor metodológico o sin presentar el cómo o dónde se hizo.
Presentan ventajas o datos increíbles, lastimando la imagen de la industria de investigación de la opinión pública y, sobre todo, afectando la discusión pública de los procesos democráticos en algún lugar. Por ello, le hago tres sugerencias cuando vea las encuestas en los próximos días, meses y años, y más en procesos electorales o en aprobaciones gubernamentales:
Primero, analice cuál es la metodología que se usa. ¿Presenta una metodología científica? ¿Es una encuesta presencial, telefónica o a través de internet y presenta las limitaciones de estos tipos de estudio? ¿Es una encuesta que dice cuál es el margen de error? Todos esos datos dan una idea de la seriedad del estudio.
Dos, revise quién hace el estudio. Si bien los encuestadores no podemos ni debemos ser las figuras mediáticas en un proceso, sí es importante que un encuestador o casa encuestadora sea el que muestre, si así lo quiere, y dé la cara por sus datos, para que ustedes sepan quién está publicando, quién está “respaldando” los datos, y ustedes puedan buscar quién es y si tiene o no trayectoria en esta industria.
Y tres, reflexione usted por qué se publican estos datos. Siempre, y más en temas mediatizados, cualquier publicación tiene una intención. Piense por qué la fuerza política, la casa encuestadora o el medio publica un dato. ¿Cuál es la motivación?¿Publicidad?, ¿informar o hecho noticioso?, ¿desinformar?, ¿influenciar? Siempre hay una motivación, pero no por ello hay que descalificar el estudio. Ses alguien con cierta “buena fama” y presenta la metodología, vale la pena leer el estudio.
Para finalizar, le quiero decir que las encuestas sirven, pero se entienda sus alcances y limitaciones, y sirven para responder las dudas del momento, siempre y cuando estén bien hechas, por gente profesional.
Cuidemos las encuestas; cuidemos el proceso democrático, porque esto es importante para tener buenos procesos electorales; para tener una democracia sana y para tener un mejor país.