Por: Lesly Mellado May
Puebla tiene nueva Ley de Educación, fue aprobada en pleno confinamiento por el coronavirus y faltó participación social, no sólo de los dueños de colegios particulares que han puesto el grito en el cielo por las nuevas reglas, también de los padres, que en su mayoría tienen como apuesta educar a sus hijos para conseguir desarrollo económico y social; y especialmente no escuchamos la voz de los profesores.
Si bien el Congreso local tuvo el desatino de aprobar la iniciativa de manera exprés y sin, al menos, escuchar a todos los actores involucrados, la nueva legislación tiene bondades.
Hablaré en esta ocasión de las que tienen que ver con escuelas particulares. El deseo de los padres por labrar un mejor destino para sus hijos les hace acudir a colegios privados, aunque ello implique, no para todos claro, hacer malabares financieros. Así que para ellos es buena noticia que se establezcan estas prohibiciones:
- Condicionar la prestación del servicio público de educación a la adquisición de uniformes y materiales educativos, así como de actividades extraescolares.
- Expulsar, segregar o negarse a prestar el servicio educativo a personas con discapacidad o que presenten problemas de aprendizaje; obligar a las y los educandos a someterse a tratamientos médicos para condicionar su aceptación o permanencia en el plantel, o bien, presionar de cualquier manera a sus madres y padres de familia, tutoras o tutores para que se los realicen, salvo causa debidamente justificada a juicio de las autoridades educativas.
Sobre uniformes y material educativo, es una práctica cotidiana de las escuelas particulares vender el uniforme y la lista de útiles escolares, no es un secreto el abuso en los precios. Hay colegios en los que además de inscripción cobran una cuota anual de material con el argumento de que en todo el año no pedirán cartulinas, papel, adornos… pero la promesa no resulta cierta. No conozco a un padre de familia de escuela privada al que le den precios justos y no le pidan materiales extra durante el año escolar.
Respecto a los tratamientos médicos, hay que contar que es una práctica habitual especialmente en preescolares la “canalización” de niños “no comunes” con especialistas recomendados por los directivos, lo que da como resultado un sobrediagnóstico de déficit de atención, autismo, trastornos en el desarrollo… y otra serie de padecimientos que no pueden ser claramente detectados a edades tan tempranas. Y sí hay mucha presión de los directivos para que los niños acudan con psicólogas, terapeutas o profesores para que los “ayuden” de manera extraescolar.
Estas son apenas dos muestras de lo que tienen que padecer algunos padres que optan por educación privada.
Esperemos que las nuevas reglas se apliquen y no queden en buenas intenciones, pero especialmente que la SEP ponga en la Dirección de Escuelas Particulares a una persona que actúe de manera imparcial y no se convierta en defensora de los dueños de los colegios.