Desde mi escritorio
Hugo Arquímedes González Pacheco y Montes / [email protected]
Hemos aprendido un camino con mucha incertidumbre con el regreso a clases presenciales donde los más graves problemas se centran en la búsqueda de afrontar la pandemia con los menores riesgos posibles para fortalecer una escuela pública y particular inclusiva y de protección a la salud física, mental y de total higiene.
Todos deseamos regresar a clases: alumnos, maestros y padres de familia. ¡Ojalá esta urgencia no sea una estrategia política para jalar votos! Sería una medida inhumana y vil.
Con la pandemia, aprendimos a valorar más nuestra vida, a invertir nuestro tiempo en actividades que nos apasionan y hacen felices, aprendimos a disfrutar cada segundo con nuestros seres queridos, a disfrutar risas y anécdotas de los abuelos, a extrañar y valorar a nuestros verdaderos amigos. Aprendimos a invertir tiempo cuidando nuestra salud física y mental, pero sobre todo aprendimos a valorar lo que tenemos y lo afortunados que somos al seguir disfrutando de la vida.
Durante la pandemia valoramos la función tan importante que tiene un docente; reflexionamos que para estar frente a un grupo son horas de planeaciones y que no siempre se puede realizar lo planeado debido a ciertas situaciones que se presentan. Reconocimos que los docentes nos brindan los conocimientos para crear los pilares de nuestra formación académica y también lecciones de vida. Aprendimos la importancia que tiene estar unidos en un aula y poder interactuar con nuestros compañeros y docentes.
En la pandemia se aprendió a mirar desde otra perspectiva distintos ámbitos de nuestra vida (educativo, familiar, laboral, etc.) y a realizarlos de manera diferente, con ello también aprendimos a valorar a la familia, el trabajo, los amigos, la educación y la salud. Nos enfrentamos a momentos difíciles y nuevas realidades que nos ayudaron enormemente a crecer como personas siendo autodidactas valorizando todo a nuestro alrededor; encontrando nuevos aprendizajes aún en la dificultad.
La pandemia nos ha permitido flexibilizar el proceso de enseñanza aprendizaje, desde otro espacio y con mediación tecnológica que nos obliga a aprender, pero dándonos la oportunidad de crear nuevas alternativas innovando la forma en que decidimos llevar nuestro ritmo de vida.
Se tiene que aprender que las escuelas se ubican en contextos diversos, de tal manera que no se puede afirmar que el color del semáforo de equis estado, sea el que corresponde a una región escolar específica. Puede pintarse de verde Chiapas cuando Tuxtla está en naranja fuerte, Chitaltic ejido del municipio de Yajalón, en verde intenso. Al llegar a la línea que separa a Chiapas con Tabasco, por el norte, ese contexto verde donde están ubicadas algunas escuelas chiapanecas puede ser el mismo, mientras Tabasco está en rojo.
Por lo pronto Campeche empezó las clases y una maestra resulto contagiada, en Guanajuato ya empezaron las clases con71 escuelas de todos los niveles, también lo harán Coahuila y Veracruz. En Puebla las universidades particulares ya regresaron a clases. Se requiere un mapa educativo más complejo, que observe con cuidado los miles de municipios (a su vez, distintos en su composición) y trace regiones escolares que, por similitud, puedan tener un tratamiento diferenciado para volver a modalidades presenciales.
Incluso, hay tipos de escuelas más propicias al retorno por las pautas de movilidad que implica arribar a los planteles, sus condiciones de higiene, espacios abiertos y la residencia, edad y composición de los integrantes del hogar del alumnado, los docentes y quienes trabajan en ellas, siendo muchos los factores que influyen y no se toman en cuenta.
Otra vez el dilema: decisiones centralistas, con base en indicadores agregados, o la consulta a quienes no saben: ignorando a las y los maestros, ¿los padres que ya no saben qué hacer con sus hijos y el conjunto de aprendices de la 4T? Será mejor generar proyectos adecuados a la pluralidad, revisados por la autoridad sanitaria y educativa con experiencia que carecen de efectividad, control, sensibilidad y confianza.
Es urgente regresar, pero lo es más reconocer que la mejor manera de hacerlo es con base en diseños desde abajo, a partir de las realidades desiguales que el Sistema Educativo Nacional tiene. ¿Es más trabajo? Sí. Nada más que es imprescindible para el bienestar de los alumnos, magisterio y las familias mexicanas que viven la crudeza de la pobreza y la exposición al contagio.
No ha sido fácil, ni lo será a pesar del mandato presidencial: “prever es difícil, sobre todo si se trata del futuro”.
Son muy riesgosas las previsiones de las autoridades educativas de la 4T cuando indican cierto día o condición para el retorno: no sabemos cómo viene la situación en el sistema educativo nacional, algunos siguen sin respetar la nueva normalidad del uso de cubrebocas así como los límites del respeto a la salud de los demás empezando con la figura presidencial que continua sembrando el odio la confrontación y descalificación a los periodistas e intelectuales llamándolos sus adversarios en momentos que debería prevalecer la unidad nacional a fin enfrentar la pandemia y salvar más vidas.
No fue poco el esfuerzo de miles de maestras y maestros que, a pesar del candado en la puerta, buscaron no soltar el hilo de la relación con esas personas que llaman suyas porque las quieren a pesar de la fatiga, por no hallar el modo de que se aprenda de fondo.
Ingenio no faltó, pero aprender así o intentarlo, no sabe a escuela. Ese sabor que quedó atrás lo queremos para cuando en el futuro se pueda. Nostalgia del futuro.
“Aprendí a seguir de cerca los trabajos de muchas y muchos docentes en esa lucha por mantener un pequeño hilo de conexión con sus alumnos, por muy diversos medios. Tenemos mucho que aprender. Ojalá nos podamos encontrar enteros y en presencia, que la pantalla no es escuela ni la verdadera reunión de los consejos técnicos”.
El diálogo entre el magisterio y su diversidad será el generador de nuevos proyectos educativos, no de la escuela nueva extraviada en las mentiras. La urgencia de una escuela futura que se haga cargo de lo vivido en este año y meses. Ahí puede nacer la verdadera raíz de una revolución educativa desde las escuelas reparando las grietas de la desigualdad que se viven, ojalá se logre por el bienestar de los alumnos más pobres de México.
Aprendimos la gran importancia de trabajar en equipo para lograr una de tantas enseñanzas que hemos tenido en esta época de confinamiento que es el de reinventarnos, buscar lo mejor de nosotros, probar cosas nuevas que nunca nos habíamos animado a hacer por miedo y que hoy, gracias a eso, hemos roto con esa barrera que nos ha enseñado a aprender de todo y de todos. Aprovecho para felicitar a las y los maestros, a los jubilados y pensionados que dieron toda una vida a la educación, Feliz Día del Maestro: EDUCAR CON AMOR ES LA GRANDEZA DEL MAESTRO EN UNA REVOLUCION DE CONCIENCIAS.
¿Usted qué opina?