Dr. José Manuel Nieto Jalil / Director del Departamento Regional de Ciencias en la Región Centro-Sur Tecnológico de Monterrey Campus Puebla
Los neutrinos son las partículas subatómicas más abundantes en el Universo y, curiosamente, también las más pequeñas. Esta pequeñez los convierte en objetos de estudio desafiantes, ya que su detección directa es difícil.
A pesar de que el cosmos está compuesto por estrellas, planetas y diversidad de objetos que denominamos materia, persiste un enigma sobre lo que ocurrió inmediatamente después del Big Bang.
Las teorías más aceptadas sugieren que cuando el Universo emergió de un punto infinitamente pequeño y denso, todo lo que surgió inicialmente fue energía que se transformó en materia y antimateria, dos tipos de partículas idénticas, pero con cargas eléctricas opuestas.
Cada vez que una de esas unidades de materia primigenia entraba en contacto con su contraparte, se desintegraba, dejando a su paso una huella de radiación.
Si ese equilibrio se hubiera mantenido, el cosmos sería un lugar muy diferente al que conocemos, un desierto radiactivo.
Pero se produjo un quiebre en ese equilibrio. Este fenómeno se conoce en física como la violación de la simetría de carga y paridad (CP).
Uno de los elementos que pudo desempeñar un papel fundamental en esta ruptura es el neutrino.
El físico austriaco Wolfgang Pauli propuso la existencia de los neutrinos en un intento de explicar los misterios de la radiactividad en el núcleo atómico.
“He cometido un acto audaz”, confesó, “he postulado la existencia de una partícula que parece inobservable”, escribió en 1930 y marcó el inicio de la búsqueda de una de las partículas más esquivas.
Los neutrinos son verdaderos maestros del camuflaje subatómico, y esta escurridiza cualidad los convierte en entidades que casi nunca dejan rastro en nuestra realidad cotidiana.
Cientos de millones pasan a través de nuestro cuerpo cada segundo, en forma silenciosa y prácticamente inobservable. Son inocuos; rara vez interaccionan con la materia.
Pueden atravesar vastas barreras de materia, como una placa de plomo con más de un año luz de grosor, sin dejar señales detectables. Parecen fantasmas en el vasto escenario del cosmos.
Esta naturaleza evasiva de los neutrinos plantea preguntas fascinantes para la física y la cosmología:
¿Cómo pueden estas partículas subatómicas eludir la materia común? ¿Qué papel desempeñan en la formación y evolución del Universo?
A medida que los científicos continúan investigando, el misterio que rodea a los neutrinos parece profundizarse, invitándonos a explorar el reino de lo infinitesimal y lo invisible en el vasto cosmos.
Se han convertido en el enigma que podría abrir las puertas hacia una comprensión más profunda de la física, más allá de lo que ofrece el Modelo Estándar.
Este modelo teórico, aunque valioso, sigue siendo incompleto y no puede explicar todos los fenómenos de la naturaleza. Los neutrinos desempeñan un papel fundamental en este viaje hacia un mayor conocimiento de las leyes que rigen nuestro Universo.
Como no tienen carga eléctrica, son espectros poco comunes que rara vez interactúan con otras partículas. Esta propiedad les otorga la asombrosa capacidad de atravesar la materia prácticamente sin dejar huella.
La mayoría de los neutrinos que llegan a la Tierra provienen de diversas fuentes. Algunos son generados por reacciones entre la radiación cósmica del espacio y la alta atmósfera terrestre, en una región conocida como la ionosfera, donde se desatan reacciones de alta energía.
Otros neutrinos son producidos en el núcleo ardiente del Sol, mientras que algunos más son reliquias del mismísimo origen del Universo, tal como se describe en la teoría del Big Bang.
Es notable que, incluso en la Tierra, los reactores nucleares contribuyen a la producción de neutrinos.
Y cada individuo genera aproximadamente cinco mil neutrinos por segundo cada vez que un isótopo de potasio decae en su interior.
Hoy en día, científicos e investigadores de todo el mundo están comprometidos en una apasionante búsqueda para capturar y estudiar estas partículas elusivas.
Se espera que sus esfuerzos den lugar a descubrimientos que revolucionen nuestra comprensión de la historia, la estructura y el futuro del Universo.
Los neutrinos, siendo testigos silenciosos de los secretos más profundos del cosmos, están a punto de revelar sus misterios y cambiar para siempre la forma en que vemos el mundo que nos rodea.
El Modelo Estándar ha proporcionado, hasta ahora, una descripción precisa del comportamiento de la materia conocida: sostiene que los neutrinos no tienen masa, lo que los equipararía a partículas como los fotones, que son prácticamente sin masa.
Sin embargo, un punto de inflexión significativo en nuestra comprensión de los neutrinos se produjo con los destacados hallazgos de los físicos Takaaki Kajita y Arthur McDonald, galardonados con el Premio Nobel de Física en 2015.
Sus investigaciones revelaron de manera concluyente que los neutrinos, contrariamente a lo previamente asumido, sí poseen masa.
Además, descubrieron que esta masa no es fija, sino que varía a medida que los neutrinos atraviesan diferentes estados.
Una de las peculiaridades más intrigantes de los neutrinos es que nadie conoce con certeza cuál es su masa.
Los experimentos han sugerido que es al menos 100 mil veces menor que la del electrón, la siguiente partícula más ligera conocida.
Los neutrinos se dividen en tres tipos, o sabores, según la terminología de los físicos: los neutrinos electrónicos, los neutrinos muónicos y los neutrinos tauónicos.
Cada uno de ellos está acompañado por su correspondiente antipartícula.
Lo que hace que los neutrinos sean aún más fascinantes es su capacidad de cambiar de sabor, un proceso conocido como oscilación de neutrinos.
Este fenómeno de oscilación de neutrinos implica que estas partículas están constantemente en un estado de cambio, siguiendo las leyes de la mecánica cuántica.
Pueden transformarse de un tipo de neutrino a otro a medida que viajan a través del espacio, lo que ha desafiado nuestras comprensiones previas sobre su comportamiento.
Por décadas, numerosos laboratorios de todo el mundo han contribuido significativamente al estudio de los neutrinos y su detección.
Entre ellos se encuentran: el Super-Kamiokande en Japón, que ha sido esencial en la observación de neutrinos atmosféricos; el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) en el CERN, ubicado en Suiza, que ha llevado a cabo experimentos de detección de neutrinos, como el experimento CHARM; el Laboratorio Nacional de Gran Sasso en Italia, donde el experimento Borexino ha contribuido al estudio de neutrinos solares; el Laboratorio Subterráneo de Homestake en los Estados Unidos, que desempeñó un papel importante en la detección de neutrinos solares en el experimento Homestake.
Estos laboratorios y muchos otros han desempeñado un papel vital en la búsqueda de respuestas a las incógnitas sobre los neutrinos y cómo su estudio amplía nuestro conocimiento del universo y la física de partículas.