Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Así como para ocupar una alta posición en el gobierno de la 4T no se requiere necesariamente de capacidad, sino de lealtad a los principios que pregona, tal pareciera que ese criterio aplica también para algunos casos de quienes aspiran a cargos de elección popular, y uno de ellos es sin duda el de Hugo López-Gatell.
Aunque sus posibilidades de ganar sean casi nulas, el sólo hecho de que figure como aspirante de Morena al gobierno de la Ciudad de México ha sido suficiente para provocar fuertes oleadas de repudio.
El tan denostado exsubsecretario de Salud del gobierno federal compite con clara desventaja contra Omar García Harfuch, impulsado por Claudia Sheinbaum pese a la resistencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien prefiere a todas luces a la otra aspirante, la exalcaldesa de Iztapalapa y figura de la izquierda radical, Clara Brugada.
La única alternativa que pudiera tener López-Gatell es que en esa disputa de preferencias en la cúspide del poder le favorezca como tercero en discordia, pero aún siendo un personaje con alto nivel de conocimiento, del cual presume, las encuestas en definitiva no le favorecen: el 43% de los entrevistados ha dicho que nunca votarían por él, y solo un 16% lo preferiría como candidato.
En ese mismo estudio de opinión de la empresa Buendía, un 46% tiene buena opinión de García Harfuch, y el 39% lo preferiría como candidato, por un 38% favorable a Brugada, que tendría el 27% de las preferencias.
Al quedar claro que López-Gatell no tiene nada que hacer en esa compleja contienda, ¿por qué su empeño de mantenerse en la disputa interna?
Muchos analistas han coincidido en que, en realidad, lo que pretende el llamado Doctor muerte es un boleto de consolación para después obtener al menos una diputación federal y, con ello, lograr inmunidad ante las demandas judiciales que desde hace tiempo arrastra en su contra por su incompetencia, por decir lo menos, frente a la pandemia del Covid-19.
Un amplio segmento de la población y de los capitalinos no le perdona la manera como lideró la pandemia del Covid-19, ni que haya minimizado sus riesgos, como tampoco sus fallidos cálculos cuando afirmó que en el peor de los escenarios habría 60 mil muertes, cifra que al final de la enfermedad fue sobrepasada por lo menos diez veces.
No obstante, en su afán de resarcirse, López-Gatell se ha esmerado por conseguir espacios en medios de comunicación de amplia cobertura, pero no le ha ido tan bien como quisiera. Fue el caso de una entrevista con el periodista de Radio Fórmula José Cárdenas, quien al preguntarle si los familiares de los muertos por Covid-19 votarían por él, respondió queriendo ser simpático: “Claro, porque ya están muertos.”
En otros casos, de plano le han cerrado las puertas, como ocurrió con el comentarista Leo Zuckermann, a quien pidió un espacio en su programa “La hora de opinar”. Ante la negativa, el exsubsecretario le escribió con sarcasmo en su cuenta de X: “Ya llegará la hora de opinar”, a lo que el periodista replicó por esa misma vía: “Ya llegará la hora de rendir cuentas por más de 600 mil muertos durante la pandemia de COVID, ‘doctor’ @HLGatell.”
Entre sus recientes ocurrencias, López-Gatell subió un video en sus redes para solicitar apoyo económico, 5 mil pesos por persona como límite, para financiar su campaña proselitista, y como respuesta ha encontrado calificativos como el de “cínico”, que le endilgó la periodista Pamela Cerdeira por tratarse, dijo, de quien no quiso que se hicieran más pruebas contra la pandemia por Covid-19, el que decidió ideológicamente a qué vacunas íbamos a tener acceso y a qué vacunas no; de quien no hizo nada ante la forma que destrozaron el Seguro Popular y dejaron a miles de mujeres sin atención en el tratamiento contra el cáncer de mama, y hoy sale a pedir dinero.
Todas esas críticas por su cuestionada gestión frente a la pandemia provienen, según López-Gatell, de los medios de comunicación corporativos, tanto grandes televisoras como radiodifusoras y otros impresos, que buscan crear un clima de tensión y de animadversión virulenta y agresiva con discursos de odio; son presiones orquestadas por grupos de interés.
Ante la posibilidad de buscar otros cargos, en entrevista para El País aseguró que no está buscando “hueso” y al respecto, observa “una mentalidad muy pragmática” de algunos miembros de Morena con pasado priista y perredista, y asegura que cuando levantó la mano por la candidatura, hubo quienes buscaron “acomodarlo” en otros puestos.
Luego, respecto a una carta que difundió el grupo de científicos e intelectuales “Diálogo, ciencia y cultura” para rechazar por absurda su intención de ser candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, dijo que ese era “un asunto de politiquería de quienes obviamente sienten preocupación cuando sus intereses son tocados”.
Respecto a si siente algún temor de las denuncias penales que hay en su contra por el tratamiento de la pandemia, aseguró que eso también es politiquería. “Lo importante es que estamos aquí en un proceso amplio, democrático, dando muestras de que se puede hacer política de manera nueva, de manera transformadora, una política que realmente consulta al pueblo y que el pueblo manda”.
Otra muy fallida aparición mediática la tuvo López-Gatell ante el analista político René Delgado, a quien le hizo ver su habilidad para eludir respuestas, y simplemente “darle vueltas al asunto” ante sus incisivas preguntas.
López-Gatell aseguró tener la conciencia tranquila y fue reiterativo al afirmar que quienes lo critican por su desempeño son una minoría, demás de las fuerzas políticas que se resisten al cambio y los medios corporativos que defienden sus intereses. Al preguntarle sobre qué le diría a los familiares de los muertos en la pandemia, respondió que son una minoría y que los medios han explotado su dolor.
Así de atropelladas han sido las jornadas de campaña que infructuosamente ha tenido López-Gatell en su incursión a la política.
Por lo visto, será vano su intento de lavar sus penas.
Pese a todo, algo debe haber aprendido si es que apela a la frase de su líder ideológico: “Amor con amor se paga”.
De ser así, tardará mucho para saldar la enorme deuda que tiene pendiente todavía con millones de mexicanos.