Silvino Vergara
El sistema tributario, asumiendo su compromiso internacional de combatir el lavado de dinero, se encarga de vigilar a los contribuyentes locales, los de casa, para tenerlos maniatados e impedirles cualquier tipo de crecimiento
Derecho fiscal de la sospecha / Segunda Edición
El día 8 de septiembre de 2020 se presentó el denominado paquete económico para el año de 2021, el cual contiene la iniciativa de la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos, reformas a las leyes del Impuesto Sobre la Renta, del Impuesto al Valor Agregado, pero, en especial, reformas al Código Fiscal de la Federación, este último que regula la relación tributaria entre los contribuyentes y las autoridades fiscales.
Por ende, en él están los procedimientos que tiene la autoridad ante los particulares, así como los límites y los derechos de los gobernados.
En los últimos años, las disposiciones del Código Fiscal de la Federación se han encargado de disminuir los derechos de los gobernados y de aumentar las facultades de las autoridades fiscales a tal grado que se ha llegado a una relación tributaría totalitaria. Ahora bien, en esta ocasión, lo que se está proponiendo no tiene nada que ver con lo sucedido en gobiernos denominados neoliberales; pues, desafortunadamente, lo de ahora resulta más rapaz, arbitrario y totalitario que lo que se proponía en tiempos de Fox, Calderón y compañía.
Verdaderamente, con el proyecto de reforma al Código Fiscal de la Federación corren un riesgo muy alto la población y los contribuyentes, que están atravesando una crisis como pueden, sobre todo sin el auxilio de su propio gobierno. Pareciera que, en ese paquete económico, se ha olvidado que el Estado está para la población y no la población para el Estado. Por ello, tales iniciativas de reforma son totalitarias, entendiéndose como aquéllas que dejan a un lado los derechos de los gobernados y dan prioridad al interés del Estado por el Estado mismo. Lo cual es muy arriesgado, pues pasa desapercibido que el estado no es el fin último.
Verdaderamente, es preocupante que se pretenda limitar los tiempos de las notificaciones por estrados, que se amplíen las atribuciones de las autoridades en las visitas domiciliarias, que se implementen disparates jurídicos como el de las videograbaciones a los contribuyentes y sus bienes. Todo ello es un ejemplo de la falta de voluntad democrática. Por lo mismo, ese presupuesto resulta más tecnócrata que las anteriores propuestas tecnócratas. Parece que estamos en frente de una sociedad de la vigilancia extrema, que se olvida de los derechos de libertad que tanto se pregonan en las conferencias matutinas en el Palacio Nacional. Pareciera que se desconoce que el primer derecho de libertad es el de la autonomía de las personas, seguido por el de intimidad y el de privacidad; todo los que, con estas propuestas, mejor se guardaron en un archivero para no tomarlos en consideración.
Toda la apariencia que daban las iniciativas de los gobiernos anteriores de ser elaboradas desde la tecnocracia no se comparan con esta desastrosa iniciativa de reformar el Código Fiscal de la Federación, tan lamentable y alejada del derecho, de la protección a la seguridad jurídica y de la justicia. Todo da a entender, sin lugar a duda, que tal reforma es de aquellos trabajos que se encomiendan a despachos de los estados Unido de América, como sucedió en los tiempos de Salinas de Gortari, cuando las leyes se dictaban por los Chicago boys, pero se aprobaban en el Congreso de la Unión, cuya publicación solamente le correspondía al ejecutivo nacional y el proceso de creación al legislativo.
México no está pasando por los mejores momentos como para caer en esos disparates jurídicos. Pareciera que no hay academia mexicana, que no hay doctrina mexicana del derecho, que no hay universidades mexicanas para proponer algo más serio y que no sea tan rapaz ante los derechos de los gobernados.
Así pues, ahora lo que queda es debatir y comprobarle al congreso que esos disparates jurídicos, si se echan a la población, ocasionarán mayores riesgos que la propia espantosa y lastimosa pandemia por la que está atravesando y viviendo nuestra nación.