NOTAS PARA UNA DEFENSA DE EMERGENCIA
Silvino Vergara Nava
Estamos padeciendo una crisis múltiple.
Miramos angustiados a un futuro tétrico.
De tantos problemas por resolver y de tantas crisis
por gestionar, la vida se ha reducido a una supervivencia.
Byung-Chul Han
Viendo las estadísticas y la información financiera arrojada en últimos días de la administración pública federal que finalizó y el inicio de la actual.
Y teniendo como escenario la reforma al Poder Judicial, la ola de reformas constitucionales, la mayor pérdida de empleos formales en los últimos años en septiembre pasado en México, la devaluación del peso desde la fecha de las elecciones federales en junio.
El barril sin fondo que es Pemex, la necesidad de incrementar el presupuesto por el aumento de las pensiones otorgadas por el gobierno federal, las manifestaciones de algunos diputados del partido oficial sobre la necesidad de una reforma fiscal, el crecimiento económico en 0% y, de paso, el resultado de las elecciones en Estados Unidos de América.
Con ese escenario, no quedaba más que esperar que el paquete económico para el 2025 se convirtiera en una carnicería para los contribuyentes medianos, pequeños y micros.
Se esperaba que incrementaran las tasas impositivas para las personas físicas y que, de paso, se endurecieran los delitos y las infracciones a los contribuyentes.
Es decir, se avizoraba un viernes negro el pasado15 de noviembre, con esa obligación constitucional de la administración publica federal al entregar a la Cámara de Diputados la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación, el Presupuesto de Egresos y las modificaciones a las leyes tributarias.
Sin embargo, afortunadamente, eso no sucedió o no ha sucedido aún.
En el paquete económico que se ha presentado para que entre en vigor en 2025, no se ha establecido cambio alguno a las leyes fiscales, por lo cual el sistema tributario se mantendrá en las mismas condiciones actuales.
A pesar de que no hay mucha alternativa de dónde saldrán más recursos para la instrucción global que se ha dirigido a México, de aumentar y expandir las pensiones a la población, no se ha modificado el sistema tributario.
Esto por lo menos es un tanque de oxígeno para el contribuyente de a pie, luego de la información que circulaba en redes sociales y en medios de comunicación sobre posibles proyectos de reformas fiscales y de los derechos de los gobernados.
Por lo menos no sucedió nada de eso.
Sin embargo, esto no es otra cosa que, en parte, prudencia desde la administración pública federal, pues establecer una modificación fiscal que incrementara los impuestos, o medidas más represivas a los contribuyentes, resultaría mortal para muchos de ellos.
Basta con recordar lo que sucedía hace poco más de 10 años en México con la denominada “Reforma Hacendaria”, del gobierno del presidente Peña Nieto.
Toda la relación entre contribuyentes y autoridades fiscales se tecnificó, se volvió digital, electrónica.
Es bien sabido que poblaciones enteras dejaron de tributar; suspendieron sus actividades fiscales, pero no las económicas.
Ante el temor del buzón tributario y la facturación electrónica, muchas empresas y personas físicas que no correspondían a la era digital optaron por entrar a la economía informal o de plano cerrar sus puertas.
Ahora nos enfrentamos a que si no hubo reformas fiscales fue por un acto de prudencia, aunque, siendo un poco pesimistas, pudiera decirse que fue porque no les dio tiempo de preparar esas reformas fiscales que serían una carnicería para los contribuyentes.
Pero esta medida para el 2025 no es otra cosa que un mero bálsamo a los contribuyentes, pues lo cierto es que ya se escucha en los pasillos del Congreso de la Unión y de la Secretaría de Hacienda sobre la necesidad de una reforma fiscal.
Y esto es sinónimo de más impuestos y más represión fiscal, lo cual podría suceder para el 2026.
Posiblemente se esté fraguando esa reforma a lo largo de 2025, para lo cual esperemos que existan la mesura y la prudencia que hubo en esta ocasión, pues lo cierto es que la mediana, pequeña y micro empresas no aguantan más cargas impositivas, más presión y presencia fiscal.
Estamos en condiciones muy graves de supervivencia, no solamente por las cargas fiscales, sino por el aumento del salario mínimo que repercute en mayor pago de impuestos y el incremento en los derechos laborales por órdenes del T-MEC.
Por la competencia salvaje de los grandes monopolios, por la variación del valor del peso ante el dólar, por la falta de certidumbre jurídica, por la permisión del contrabando de productos asiáticos que han reventado la producción nacional.
Por la inseguridad pública que palpita en cada calle de nuestra nación.
Todo eso es lo que debe afrontar el contribuyente de a pie, a quien, por lo menos hoy, se le dio una tregua fiscal para el 2025.