Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] web: parmenasradio.org
Necesitamos instituciones que puedan reaccionar
del mejor modo, ya sea para el caso en
que la suerte nos permita contar con los mejores
funcionarios públicos, ya sea para el caso en
que la mala fortuna nos enfrente a
los funcionarios peor motivados
Roberto Gargarella
Desde que se implementó la reforma de los puentes largos en la administración pública federal de Vicente Fox se fue diluyendo la conmemoración del 5 de febrero, pues, como normalmente el día lunes inhábil no coincide con el 5 de febrero, evidentemente, la ciudadanía de a pie, preocupada por otras cosas más urgentes, confunde la fecha incluso con otras fechas de la costumbre popular, como el Día de la Candelaria y el pago de los tamales.
Sin embargo, fuera de esas confusiones, ¿debería de seguirse festejando el día de la promulgación de la Constitución?
La Constitución que propiamente se promulgó el 5 de febrero fue la de 1857, y poco se dice de ella por los historiadores; mucho menos por aquellos que son auspiciados por el sistema, ya que no se preguntan por qué se promulgó en esa fecha del 5 de febrero. Sin embargo, valdría la pena explorar que un país convulsionando, como era México en el siglo XIX, con falta de legitimidad en sus instituciones y gobernantes –muy parecido a lo que pasa hoy en día–, para legitimar esa Constitución era necesario que se implementara en una fecha importante de la mexicanidad que apenas estaba surgiendo, por ello es que, siendo un país, en aquellos tiempos, católico, las constituciones previas a la de 1857 sostenían que la religión oficial era la católica, y esa puede ser una de las razones por las que se promulgó en fecha 5 de febrero, que es coincidente con la conmemoración de San Felipe de Jesús, quien fue para el rito católico el primer santo mexicano. Por ello era una fecha importante. La historia no ha respondido si esa fue la razón por la cual se promulgó la Constitución de 1857 el 5 de febrero, que bien pudo ser para mantener una identidad entre las costumbres y ese documento jurídico.
Lo que sí es una realidad es que el Congreso Constituyente se reunió desde el 14 de febrero de 1856 y se promulgó hasta el 5 de febrero de 1857; es decir, un año de debates y análisis de una Constitución muy adelantada a sus tiempos, a decir de los que saben del tema.
Ya en el caso de la Constitución de 1917, en los tiempos de la Revolución Mexicana, que fue ganada por Venustiano Carranza, en contra de la revolución agraria y campesina de Francisco Villa y Emiliano Zapata, desde luego que era necesario legitimar su victoria, y por ello es que se promulgó en la misma fecha que la Constitución de 1857, pues la credibilidad de Carranza estaba en tela de duda; prueba de ello fue su salida del poder y el asesinato en que terminó su historia.
La actual Constitución cuenta con más de 600 reformas de lo que fue la promulgada el 5 de febrero de 1857. En la doctrina constitucional se hace mención del principio de rigidez constitucional, que consiste en que las constituciones no deben cambiar tan rápido; por ello es que se crean procesos legislativos más complicados para reformar la Constitución que cualquier otra disposición legal (Gargarella, Roberto, La Sala de Máquinas de la Constitución Katz Editores, Madrid, 2014), pues lo que se provoca con tanta reforma constitucional es una serie de inestabilidades con las leyes secundarias, atendiendo principalmente a que no existe concordancia entre las leyes secundarias y la propia reforma constitucional, además de que las reformas constitucionales corren el riesgo de que sean más adecuadas a los presidentes y políticos del momento que en realidad a lo que se requiere por esos momentos para la nación.
Pero, si seguimos festejando la Constitución, desde luego que ya no se trata de la Constitución de 1857 y menos de la que corresponde a 1917, más que nada por el problema de su contenido, pues son muy pocas las disposiciones constitucionales que se mantienen idénticas a lo que fue la promulgación de la Constitución en su origen.
Por ende, por su contenido, ¿qué constitución estamos conmemorando cada 5 de febrero?
Tampoco podemos asumir que es necesaria una nueva Constitución; eso no se puede permitir a los órganos del Estado, llámese como se llame el partido en el poder o se trate de la cuarta o quinta transformación, pues, en primer lugar, en los tiempos que estamos viviendo no estamos para esas ocurrencias, y, por lo que hace a los derechos que se encuentran reconocidos en la Constitución, se han logrado con muchas batallas y luchas de la sociedad, que no puede ponerse en riesgo que se pierdan por ideas de la creación de una nueva Constitución.
Ya ha costado la Constitución, en los términos que se encuentra, muchas muertes, pérdidas, batallas, guerras, etcétera, como para sostener un borrón y cuenta nueva. Eso no se puede permitir.
Por ello, simplemente por esa razón de impedir una nueva Constitución, es que resulta indispensable mantener esa fecha conmemorativa.