Iván Mercado / @ivanmercadonews / FB IvánMercado
Han transcurrido prácticamente 11 meses desde que la pandemia por COVID-19 se manifestó en territorio nacional con el primer caso reportado el 27 de febrero del 2020 y, a esa distancia, los daños han sido devastadores para millones de familias en nuestro país y en Puebla.
Tan solo en el plano de salud, el territorio poblano tenía hasta el más reciente reporte público de la Secretaría del ramo, 61 mil 119 casos acumulados, mil 181 personas activas diseminadas en 89 municipios donde se atienden a 509 hospitalizados de los cuales, 29 estaban conectados –hasta el viernes– a ventiladores mecánicos.
En las referencias más consultadas y por lo tanto más drásticas, el estado que se mantiene en color rojo de alerta máxima reportó 265 nuevos contagios y 42 nuevas muertes, en un lapso de apenas 24 horas.
La batalla contra el SARS-CoV-2 está realmente lejos de terminar y las autoridades poblanas no sólo tiene que pelear con limitados recursos en el elemental y único frente, que debería ser el de la implacable pandemia.
No, la administración estatal también tiene que librar escarceos diarios con una estrategia nacional, que aporta realmente poco, con una economía tambaleante por el cierre obligados de sectores productivos y con la imperdonable ignorancia, incapacidad o estrategia perversa de algunos gobiernos municipales en este estado, quienes poco, muy poco han hecho para aminorar los impactos que la enfermedad ya deja de manera directa e indirecta en los 6 millones 583 mil 600 poblanos que residimos en este territorio.
Aún así, con estos frentes abiertos, (más otros que aún no se logran distinguir pero que crecen silenciosamente en la administración estatal) el Ejecutivo ha insistido que: “A Puebla no la va colapsar la COVID-19”.
Y la postura expresada es lógica, a la presión que de por si ya representa la enfermedad para las autoridades del país y del mundo, en México particularmente hay que sumar la presión que también significa estar sometidos a la aprobación de una sola persona y a un proceso electoral que, inevitablemente, aprobara o desaprobara en las urnas el manejo de la peor crisis sanitaria de los mexicanos en los últimos 110 años.
Sin embargo, y más allá de la línea de fuego que significa el día a día de este complejo escenario de salud, a 11 meses de distancia ya hay indicadores serios y oficiales que nos permiten evaluar el trabajo y los efectos alcanzados en cada una de las estrategias adoptadas por cada una de las administraciones estatales de este país.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó, el pasado jueves 4 de febrero, su informe de Aprobación de los Indicadores de Programas de Desarrollo Social 2020, con un componente especial: Todos los números estuvieron sujetos a los devastadores efectos de la pandemia por COVID-19.
En el documento oficial, el Coneval analizó de manera meticulosa todos los programas y de manera muy particular, las acciones sociales que cada estado de la república mexicana dirigió para responder y atender de manera específica los daños provocados por el virus que somete al planeta entero.
De esta singular investigación, se desprende que de marzo a agosto de 2020 se lograron identificar 667 programas y acciones sociales desarrolladas por administraciones estatales para tratar de garantizar los derechos sociales, a través de algún bien o servicio directo a sus respectivas poblaciones.
Del total de programas identificados, el Coneval pudo confirmar que 42.7% fueron resultado de una serie de ajustes a programas ya existentes antes de la pandemia, mientras que 50.1% fueron nuevas acciones que permitieron dar una mejor respuesta a la inédita crisis sanitaria y económica.
Los principales ajustes adoptados por los gobiernos de los estados, consistieron en obligadas ampliaciones presupuestales y de cobertura a la población, también se identificaron forzosos adelantos de apoyos programados para un año convencional.
En la tabla nacional destacan estados como Tamaulipas, que implementó 72 programas y estrategias, Morelos y Campeche lanzaron 50 y 43 acciones respectivamente, sin embargo, para Coneval y seguramente para los ciudadanos de cada entidad como las antes mencionadas, quedó muy claro que un mayor numero de programas no necesariamente generó mejores resultados ante la pandemia.
Hubo quienes le apostaron a la tentadora estrategia de entregar apoyos económicos a fondo perdido con un sin fin de requisitos para hacerse beneficiarios de un “apoyo” de las autoridades. Otros le apostaron a la prórroga de impuestos o suspensión de obligaciones, los más, se fueron por el camino fácil de los engañosos padrones para entregar despensas muy difíciles de auditar.
Sin embargo, se debe destacar que entre todas las acciones, programas y estrategias evaluadas, Puebla aparece en este histórico informe como uno de los cinco gobiernos estatales que se apostaron por ir más allá y dirigir sus esfuerzos a los verdaderos puntos neurálgicos que serán los que, a la larga, sacarán adelante a México: la economía formal.
Sobre este esfuerzo (que en un país como el México actual, no es menor), el viernes pasado platiqué en entrevista radiofónica con José Nabor Cruz, secretario ejecutivo del organismo quien me confirmó que el gobierno de Puebla implementó 15 acciones extraordinarias, de entre las cuales destacó una en particular: la orden de lanzar incentivos fiscales para apoyar a las empresas y con ello, no cuidar de los empresarios, sino de los miles y miles de trabajadores y de los empleos que este sector genera para garantizar un sano desarrollo de la economía estatal.
“El estado de Puebla fue de las entidades que más programas con incentivos fiscales llevó a cabo, sobre todo para el apoyo del empleo formal… Puebla fue la quinta entidad con más programas dirigidos a la protección del empleo formal en nuestros análisis…”, en esos términos lo tiene registrado el propio Coneval.
Tiros de precisión es lo que se ha buscado en Puebla para salir delante de este reto histórico, a decir del propio Ejecutivo estatal, Miguel Barbosa Huerta, en repetidas ocasiones.
Como ya lo he escrito, el mundo, México y Puebla están lejos de declarar ganada esta guerra contra un poderoso enemigo microscópico, sin embargo, está claro que la altura de miras y la visión estadista serán la mejor brújula para sacar adelante a una especie humana hundida y atrapada entre la ignorancia, el populismo y la falta de valor para tomar decisiones históricas.
Aún hay tiempo, los rezagados aún pueden rectificar.