Agenda Ciudadana
Jorge Alberto Calles Santillana
Recientemente, el Inegi dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación, levantada entre los meses de julio de 2021 y septiembre de 2022. Es un ejercicio que el instituto realiza cada cinco años con el fin de obtener una radiografía sobre conductas y comportamientos de rechazo.
La organización entrevista a una muestra de la población de 18 años y más sobre posibles experiencias discriminatorias que pudiesen haber sufrido.
Según el estudio, estas acciones se incrementaron significativamente en estos cinco años. Mientras que en 2017, el 20.2% de los encuestados identificó alguna acción de rechazo en su contra, en 2022 el porcentaje se elevó a 23.7%. En 2022 cuatro personas más por cada cien se sintieron discriminadas que hace cinco años.
Otro dato preocupante: el año pasado, 14 estados registraron cambios estadísticamente significativos a la alza. Sólo cuatro: Colima, Morelos, Quintana Roo y Sinaloa registraron una tendencia a la baja, aunque no representó cambio significativo.
Las experiencias discriminatorias en Puebla crecieron estos cinco años, aunque no de manera relevante.
En 2017, 28.4% de los entrevistados se dijo discriminado; en 2022, ese porcentaje subió a 30.6%.
Algo más grave: Puebla fue el único estado que calificó entre las cinco entidades con mayores porcentajes de discriminación en ambas encuestas. En 2017, fue el estado con el mayor registro, seguido de Colima, Guerrero, Oaxaca y Morelos.
En 2022, hubo cambios radicales, pero permaneció entre los problemáticos. Ciertamente, no mantuvo la primera posición—lo que no es buena noticia, aunque parezca—porque Yucatán registró uno de los cambios más brutales en la materia. En 2017 su porcentaje de discriminación fue de 21%; en 2022, de 32.1%. Puebla pasó, así, a la segunda posición. Le siguen Querétaro, Ciudad de México y Jalisco.
La apariencia personal (formas de vestir, tatuajes, cortes de pelo, piercing) fue la razón que más mencionaron quienes se reconocieron discriminados.
El género resultó relevante, pero fue la cuarta mención de los entrevistados. El peso y la estatura, la segunda.
Hay un dato que merece especial atención. La encuesta de 2017 no levantó información sobre reacciones discriminatorias a opinión políticas; esta última, sí.
Casi veinticinco de cada cien personas dijeron haberse sentido discriminadas por sus posturas políticas, lo que hizo que las preferencias ideológicas se convirtieran en la tercera razón por las que una persona fue discriminada entre 2021 y 2022. No hay duda, es resultado de la terrible polarización que vivimos.
De allí que se requieran leyes y políticas públicas que tiendan a hacer desaparecer esas creencias en el imaginario social y, por ende, a modificar esas instituciones y sus prácticas.
En los últimos años 20 años, México ha realizado modificaciones legislativas importantes para combatir las diferentes prácticas discriminatorias.
Los países en los que la discriminación es menor son aquellos en los que su población tiende a ser más empática, esto es, cree en los otros, en la ayuda y la cooperación, le otorga valor a la diversidad y a la inclusión.
México se está convirtiendo en un país que no reconoce y no tolera la diversidad y la complejidad.
No nos pensamos como una comunidad caracterizada por diferencias. Nos pensamos, ahora, en términos de “buenos” y “malos”. No hay peor forma de legitimar y justificar la discriminación que persiste en el territorio nacional.
No ignoremos la advertencia.
Preparémonos frente a la proyección.