Fernando Thompson de la Rosa
Hay muchos avances en tecnología dentro del ciberespacio; uno de ellos se conoce como el internet de las cosas o, por sus siglas en inglés, Internet of Things (IoT).
Piénselo, querido lector, como un proceso que permite conectar los elementos físicos cotidianos como objetos domésticos tipo focos de luz, horno de microondas, cámaras de seguridad, termostatos, hasta los recursos para la atención de la salud, como dispositivos médicos.
También se incluyen prendas y accesorios personales inteligentes como relojes e incluso sistemas de las ciudades inteligentes para tráfico y seguridad, todo conectado al internet.
Los dispositivos del IoT que se encuentran dentro de esos objetos físicos suelen pertenecer a dos categorías: una son los interruptores, es decir que envían las instrucciones a otro objeto.
Como ejemplo tenemos una cámara instalada en la puerta, que puede reconocer el rostro del dueño o dueña y abrir automáticamente.
La segunda categoría está integrada por sensores que recopilan datos y los envían a otro lugar, como un reloj inteligente que recolecta la actividad física, hecha o no, en un día.
Ahora, ¿cómo es que funciona el internet de las cosas? Ya que hablamos de dispositivos físicos que reciben y transfieren datos a través de las redes inalámbricas 5G, con poca o ninguna intervención humana, los aparatos u objetos son capaces de comunicarse entre sí a una velocidad impresionante.
Por eso existen las redes 5G, que no son para bajar aplicaciones o películas más rápido en su celular inteligente, sino precisamente para habilitar la interconexión del IoT.
Le doy un ejemplo: un termostato inteligente (que utiliza el IoT) recibe los datos de la ubicación de su automóvil y ambos dispositivos conectados le permiten ajustar la temperatura de la casa a pesar de que no se encuentre allí, es decir, puede ahorrar energía cuando no hay nadie y activarse antes de que usted llegue.
El funcionamiento de los sistemas de IoT tradicionales consiste en enviar, recibir y analizar los datos de forma permanente en un ciclo de retroalimentación.
Según el tipo de tecnología de IoT, las personas o los sistemas de inteligencia artificial pueden analizar estos datos casi de inmediato o durante cierto tiempo.
Es una industria multimillonaria que finalmente está creciendo, ya que durante mucho tiempo no despegó como se esperaba, ante la falta de ciberseguridad.
Lamentablemente, en un inicio los ataques no se hicieron esperar y algunas personas que tenían una cámara para cuidar a sus hijos sufrieron hackeos.
Sin saberlo tenían a un desconocido o criminal observando las habitaciones y hasta interactuando con los menores, pero hoy ya hay una ciberseguridad que protege dicha infraestructura.
Además de los usos caseros, por supuesto que las compañías y fábricas también lo utilizan para mejorar sus procesos comerciales, mejorar la logística con sus proveedores e intercambiar altos volúmenes de información a través de lo que se conoce como Big Data.
A ello se suma una tecnología nueva de cómputo en la nube conocida como Edge Computing o nubes intermedias, las cuales permiten que haya mayor velocidad en las telecomunicaciones.
Tenemos, por ejemplo, maquinaria pesada de construcción operada automáticamente, sin necesidad de seres humanos, o bien en empresas de transporte que usan tags como el de las carreteras para etiquetar contenedores de mercancía y garantizar que el transporte de la misma sea siempre exacto y sin errores.
Un último ejemplo está en el campo, el sector agrícola ahora se verá revolucionado a bajos costos, porque los agricultores tendrán información exacta para programar los períodos de riego, ahorrar agua y conectar maquinaria.
Esta es una tecnología que llegó para quedarse, usted empezará a escuchar con mucha frecuencia de ella.
Y seguramente usted ya tiene alguno de estos dispositivos en su persona como un reloj inteligente o, en su casa, un aparato tipo Alexa de Amazon o cámaras de seguridad.