Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava
Los mal llamados acuerdos de “libre comercio”;
un privilegio sólo concedido a personas jurídicas, no a las de la carne y hueso.
No sorprende que aquellas medidas ocasionaran una marea de refugiados desesperados y un aumento de la histeria contra los inmigrantes
por parte de las víctimas
de las políticas corporativistas del Estado
Noam Chomsky
Existen detractores del actual tratado de libre comercio de los países de América del Norte?, ¿dónde están los detractores del T-MEC?, ¿por qué nadie habla del nuevo tratado de libre comercio de 2020?, ¿los tratados de libre comercio son propuestas de políticas de izquierda o de derecha?, ¿se acabó la oposición a los tratados de libre comercio?, ¿ganó la indiferencia?
Durante los años de 1992 y 1993, en México, se estaba preparando el tratado de libre comercio con Estados Unidos de América y Canadá. Había pintas por todos los espacios visibles de las ciudades más importantes de México, en donde se leía: “TLC NO”, “No al TLC”; era la oposición a esa implementación del tratado propuesto por uno de los gobiernos federales más neoliberales en nuestro país; el de Carlos Salinas de Gortari.
Al final, la oposición no pudo hacer nada, entró en vigor el 1 de enero de 1994, exactamente la misma fecha en que se sublevó un grupo denominado EZLN: el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, que entré sus manifiestos tenía la oposición al tratado de libre comercio.
Dos mil integrantes de pueblos de origen se sublevaron y fueron después aplastados por el ejercito mexicano. Desafortunadamente, no se sabe a ciencia cierta, cuántas fueron las muertes por esa sublevación, pero fue la reacción de mayor oposición a aquel acuerdo comercial.
En realidad, eran pocos los que percibían lo que iba a suceder con la economía mexicana después de la entrada en vigor de ese tratado de libre comercio.
Lo que sucedió es que al año siguiente, en diciembre de 1994, se presentó una de las crisis más graves en la economía del país, al grado que afectó a las naciones de América Latina, por ello, se le denominó desde el exterior: “El efecto tequila”, por lo que representó para las economías de los países de Latinoamérica.
La devaluación, la inflación que provocó, llegó a constituir uno de los endeudamientos más grandes que ha tenido México para rescatar a los bancos de esa crisis.
Pero, el tratado de libre comercio siguió su camino, se encargó de destrozar la economía de la nación, al grado de que se acabaron las fábricas y marcas de los productos mexicanos. No podían las empresas mexicanas competir contra los productos de importación y las grandes transnacionales cuyos productos ingresaron al país.
Era imposible competir en precios y calidad, paulatinamente, fueron cerrando una gran cantidad de fábricas mexicanas. Otras, se transformaron en maquiladoras. Las que pudieron sobrevivir entraron a la dinámica del monopsonio, que significa contar con un solo comprador o cliente.
México se dedicó a maquilar productos de exportación, esto ocasionó grandes reformas legales sobre comercio exterior, sobre todo por la cercanía con los países del norte, que son de los principales consumidores del mundo occidental.
Por otro lado, la ventaja competitiva que se tienen en el país con salarios muy bajos en comparación con el pago de los países del norte fueron benéficos para que, se instalaran esas empresas maquiladoras.
La otra realidad fue que desapareció lo poco que quedaba del campo mexicano, quedó a su suerte, los campesinos tuvieron que migrar a las grandes ciudades para sobrevivir o bien, salir del país, el mayor número de migrantes mexicanos al extranjero se dio en la década de los noventa y los inicios del siglo XXI.
En el año de 2018, de forma presurosa se propuso por el gobierno republicano de los Estados Unidos de América un nuevo tratado de libre comercio de América del Norte.
No hubo oposición alguna en México, si acaso cierta oposición en Canadá que no pasó a mayores, porque fue aprobado inmediatamente. Sin embargo, de ese tratado poco se pudo decir y analizar, entró en vigor en plena pandemia, la humanidad estaba más preocupada por otras cosas.
No hay análisis alguno al respecto del nuevo tratado, menos alguna crítica al respecto, no obstante que transformó la vida y la economía de México.
Todas las reformas que se han presentado en los últimos tiempos en el país a las leyes, particularmente las laborales, van encaminadas a que nuestra nación no tenga como ventaja competitiva los salarios y las prestaciones laborales.
No es necesario ni enunciar todas esas reformas laborales, pero provienen de la máxima presión de los sindicatos norteamericanos que ven una desventaja de estos con lo que sucede en México. Por ello, los republicanos se atrevieron a poner como bandera para la reelección en ese tiempo de Trump el nuevo tratado, que, afortunadamente, no funcionó como “eslogan” electoral.
El tratado allí está, funcionando y operando, aunque todas esas reformas laborales, de las cuales sus resultados y lo que se viene para México no es algo muy saludable, han permitido poner de moda el denominado “nearshoring”.
Las actuales empresas provenientes del extranjero han evolucionado tanto en la tecnología y en la inteligencia artificial que pocos trabajos humanos requieren para su operación. Por lo tanto, son las que se pueden dar el lujo de contar con grandes producciones, grandes ganancias y muy poca mano de obra.
Desafortunadamente, no hay oposición al tratado, se formulan las preguntas ya citadas, porque pareciera que todos están de acuerdo con ese tratado que, así como el de 1994, está transformando la vida en México.
De esta forma: ¿quién detiene el T-MEC?