Dr. José Manuel Nieto Jalil
Director del Departamento Regional de Ciencias en la Región Centro-Sur Tecnológico de Monterrey Campus Puebla
El universo está poblado por miles de millones de galaxias y cada una cobija a millones o a miles de millones de estrellas. Las galaxias llevan formándose casi desde el principio del Big Bang, hace unos 13 mil millones de años, mientras que la inmensa mayoría de las estrellas nacieron más tarde, entre 8 mil y 11 mil millones de años.
Todas las estrellas que vemos en el cielo están dentro de la Vía Láctea, en una región próxima al sistema solar.
Son una ínfima parte de toda una galaxia espiral barrada, un sistema de alrededor de 130 mil años luz de diámetro (en comparación, la distancia entre el Sol y Neptuno es de 0.00047324 años luz), que da albergue a varios cientos de miles de millones de estrellas y de planetas.
Según los últimos cálculos, la Vía Láctea pesa 1.5 billones de masas solares. Entre toda esta masa, el 90% no está en forma de estrellas, de polvo ni de gas, sino que es materia oscura.
Los telescopios ópticos son capaces de observar objetos muy lejanos, pero a esas distancias les resulta casi imposible divisar las estrellas individuales, que en su mayoría están ocultas por enormes nubes de gas.
Los radiotelescopios, en cambio, sí que pueden ver a través de todo ese polvo y captar esas lejanas galaxias en las que empezaron a formarse estrellas. Aunque hasta ahora no habían sido lo suficientemente sensibles como para detectar las señales de galaxias distantes similares a la Vía Láctea, responsables de la formación de la mayor parte de las estrellas que existen.
Con el funcionamiento de James Webb, el telescopio espacial más potente creado por la humanidad hasta la fecha, y las publicaciones de sus primeras imágenes, la comunidad de científicos está entusiasmada por la obtención de nuevas fotos y el estudio de áreas que antes era imposible de examinar.
Las capacidades infrarrojas del telescopio James Webb lo hacen poderosamente único, al permitirle al mismo tiempo atravesar las nubes de polvo cósmico y detectar la luz proveniente de las primeras estrellas, que se ha expandido en longitudes de onda infrarrojas conforme lo ha hecho el universo. Este factor le permite ver más lejos hacia el pasado que cualquier otro telescopio, hasta un periodo cercano y posterior al Big Bang, hace 13.800 millones de años.
Nuestra Vía Láctea no está sola en el universo. Forma parte de una pequeña familia de galaxias, conocida como el Grupo Local, junto a Andrómeda (M32), Triángulo (M33), las dos nubes de Magallanes y varias decenas de galaxias enanas.
Las dos galaxias de mayor tamaño son la Vía Láctea y Andrómeda. Su enorme gravedad las condena a fusionarse y atrae una hacia la otra a una velocidad de 110 km/s, por lo que chocarán en cuestión de 4 mil millones de años.
Hay galaxias de muchas formas y tamaños, desde las complejas e inmensas espirales como la Vía Láctea, hasta esferas de antiguas estrellas rojas y amarillas, pasando por nubes irregulares de gas, polvo y estrellas jóvenes.
También hay galaxias elípticas, de forma elipsoidal, escasas en gas y en las que predominan estrellas amarillas y rojas, y también hay galaxias espirales barradas, con brazos surcando el cosmos.
La Vía Láctea es una galaxia grande en comparación con otras, pero las hay todavía más monstruosas. Las mayores galaxias que existen en el universo, enormes esferas llenas de estrellas, parecen surgir en los océanos cósmicos de gas frío.
Los científicos encargados del telescopio espacial Hubble publicaron recientemente fotos de lo que puede ser una de las galaxias más gigantescas del universo local, aquel que está situado en el vecindario de la Vía Láctea.
Se la podría llamar Godzilla, según se ha sugerido en un comunicado de la NASA, pero su nombre oficial es UGC 2885 o galaxia de Rubin, en honor de la astrónoma estadounidense Vera Cooper Rubin pionera en la medición de la rotación de las estrellas dentro de una galaxia.
Esta mole es 2.5 veces más larga que la Vía Láctea y tiene 10 veces más estrellas. Está a una distancia de 232 millones de años luz. Rubin, o UGC 2885, es un gigante tranquilo. No tiene pequeñas galaxias que canibalizar a su alrededor, por lo que no está absorbiendo su gas. Esto es notable porque, normalmente, este gas es un combustible para la formación de nuevas estrellas.
Las galaxias grandes despojan a las pequeñas, formando auténticas corrientes que empujan y calientan esta materia. En ciertas condiciones, estas corrientes permiten la formación de estrellas jóvenes y relucientes.
El universo local, donde se encuentra la galaxia Rubin, es como una burbuja donde están todos los objetos astrofísicos en un radio de mil millones de años luz.
Estudiar esta región es interesante porque allí podemos observar las galaxias casi tal como están en el presente, al menos en términos cosmológicos. Más allá, en el universo más distante, podemos observar galaxias en su juventud, e incluso, galaxias formadas prácticamente después del Big Bang.
Rubin, no es la mayor galaxia descubierta en todo el universo observable, aquel cuya radiación podemos captar con nuestros instrumentos y situado a una distancia de hasta unos 14 mil millones de años luz.
La galaxia más gigantesca conocida es IC 1101, un monstruo que mediría hasta seis millones de años luz (sería sesenta veces más grande que la Vía Láctea) y que contendría una masa de 100 billones de estrellas.
Esta galaxia, cuyo tamaño es todavía objeto de estudio, está situada en los límites del universo local, a casi mil millones de años luz y está alejándose a más de 23 mil km/s debido a la expansión del universo y a su enorme distancia. Aún está en estudio el tamaño y el número de estrellas de tal estructura cósmica.
Hace unos días, científicos del Observatorio de Leiden, en los Países Bajos han reportado el descubrimiento de una galaxia gigante. La radiogalaxia más grande detectada hasta la fecha, la que han bautizado como Alcioneo.
Según lo reportado por los científicos, Alcioneo se encuentra a unos 3.000 millones de años luz. De acuerdo con las mediciones de los autores de este nuevo estudio, mide 5 megaparsecs. Esta es una unidad utilizada para medir grandes longitudes en el espacio. Pero, si lo convertimos a unidades con las que estemos más familiarizados, veremos que el tamaño de esta galaxia gigante es de 154.283.880.000.000.000.000 kilómetros o 16,3 millones de años luz. Nuestra Vía Láctea, la galaxia en la que se encuentra la Tierra, tiene unos 200.000 años luz de diámetro. Con eso nos podemos hacer una idea de las diferencias.
Los satélites han permitido conocer el verdadero tamaño de las galaxias. Nuestra atmósfera absorbe casi toda la radiación ultravioleta que nos llega del espacio, por ello los estudios en astronomía con radiación infrarroja, se realizan mejor desde satélites ubicados fuera de nuestra atmósfera.
Gracias a nuevas técnicas aplicadas a grandes telescopios terrestres y espaciales, podremos en el futuro conocer la grandiosidad de algunas galaxias de colosales tamaños. Estas galaxias vistas en luz visible, es decir, aplicando el ojo al telescopio o con técnicas fotográficas normales, se aprecian mucho menores de lo que en realidad son.