Palabra de mujer
Rocío García Olmedo
En el año de la contingencia, las mujeres nos apropiamos de las calles conmemorando del Día Internacional de las Mujeres. Hemos vuelto a hacerlo demostrando que el movimiento social más importante en México, y me atrevería a decir en el mundo también, es sin duda alguna el Movimiento de Mujeres.
Escuchar sus demandas, sus exigencias, atenderlas e implementar las acciones que de política pública incidan en sus soluciones es obligado, tanto como debió haber sido cuando exigían paz, menores jornadas laborales, mejores salarios, derecho a votar, durante las movilizaciones que dieron origen a la declaratoria internacional del 8 de marzo.
Nada nos ha sido regalado. Cada paso ha sido sinónimo de diversas expresiones, huelgas, manifestaciones, movilizaciones, muchas veces represivas hasta el día de hoy. Acabamos de verlo en las imágenes de represión que vivieron mujeres que marcharon el pasado 8 de marzo en Zacatecas, Colima, Puebla y otras entidades federativas. Lamentable y condenable.
En muchos momentos, las conquistas obtenidas a lo largo de la historia del movimiento de mujeres se han visto amenazadas a pesar de los importantes avances que han representado en la vida de miles.
Mientras siete de cada 10 mujeres sigan experimentando alguno de los tipos y modalidades de violencias (70.8% de 15 años y más, Encuesta de dinámica de relaciones 2021), mientras en derechos sociales se siga reflejando una brecha de participación económica entre hombres y mujeres de 26 puntos porcentuales y en poblaciones específicas se eleve a 37 puntos (Sistema de Indicadores sobre Pobreza y Género 2012-2022) o siga existiendo brecha salarial, continuaremos luchando por nuestras causas, las pendientes y las nuevas.
Los esfuerzos aislados ya no son suficientes, requerimos que se asuma la responsabilidad de abordar las desigualdades de manera integral.
Para ello, requerimos retomar el presupuesto sensible al género que se había iniciado en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) y en algunos estados de la República, pero que en este sexenio fue destinado a programas universales, sin quedar claro cómo podrían así disminuirse violencias, cerrar brechas o reducir disparidades de género.
El compromiso por la igualdad debe reflejarse en el presupuesto. Necesitamos reconocer esos impactos diferenciados “de las políticas de gasto e ingresos de las entidades públicas entre hombres y mujeres” haciendo un seguimiento de los resultados, identificando brechas, midiendo.
Atender las nuevas problemáticas que se nos presentan, como la distribución de las responsabilidades domésticas que no son remuneradas y en las cuales las mujeres destinan más del doble del tiempo que los hombres y aprobar el Sistema Nacional y estatales de cuidados, no puede esperar más.
Requerimos contar con datos confiables que monitoreen la situación real de los homicidios en razón de género, y las violencias múltiples que se ejercen contra mujeres, que se homologuen criterios y procedimientos para tipificarlos en las fiscalías.
Bien se ha dicho: “lo que se mide se puede mejorar”. Los derechos se protegen mediante leyes y políticas públicas en favor de la igualdad, pero si no vienen acompañadas de recursos públicos, las medidas no sirven de nada.
De ahí la importancia de la propuesta 2024 de la ONU con motivo de esta fecha: financiar los derechos para acelerar la igualdad.
Es importante que, entre los compromisos y las posturas que escuchamos este 8 de marzo para atender a las mujeres, pongamos atención y observemos cuáles pueden ser viables, como los 10 anunciados por Xóchitl Gálvez para retomar políticas públicas que en el pasado han logrado una contención o una disminución de las disparidades.
Coincidimos en que deben retomarse las escuelas de tiempo completo, regresar el Fondo Nacional para Emprendedoras, las estancias infantiles, el Seguro Popular, entre otros, que sin duda demostraron resultados, e instalar por supuesto el Sistema Nacional de Cuidados, que lo requerimos también en todos los estados.
Con estos nuevos elementos que suman a la atención de nuestras causas, podemos seguir construyendo nuestra decisión de por quién votar el próximo 2 de junio.