Adolfo Flores Fragoso / [email protected]
Los villancicos son expresiones musicales que evidencian una suerte de juego de evangelización a partir de tiernos textos de las escrituras.
Si bien desde el XVII ya habían arribado a la Nueva España, es hasta finales de aquel siglo y principios del XVIII cuando son popularizados en versiones nativas.
Cantos que, en algunas ocasiones, lindan entre lo divertido y lo banal.
De los más destacados son los escritos por Sor Juana Inés de la Cruz, rescatando una tradición iniciada por el dominico milanés Isidoro de Isolano en su “Summa de donis Sancti Joseph”, resaltó también las virtudes de San José para promover su culto.
La advocación inició casi de manera simultánea en la ciudades de México y la Puebla de los Ángeles, esta última donde los villancicos creados por la Musa fueron cantados en las navidades del año 1690, en lo que resultó un “musical” religioso que atrajo la atención de los pobladores de esta naciente urbe.
En un bien detallado artículo denominado “The acknowledgment of Saint Joseph in the early Modern period: Sor Juana’s carols (1690) for the Cathedral of Puebla”, la investigadora estadounidense Robin Ann Rice (radicada en nuestra ciudad, por cierto) revela que “José no era un personaje desconocido para Sor Juana, quien redactó diversos textos dedicados a él. No obstante, los más sustanciales son los villancicos dedicados a él en 1690. De autoría inequívoca, son 12 los juegos de villancicos de la monja, compuestos entre 1676 y 1691 y diez que (Alfonso) Méndez Plancarte dictaminó como ‘atribuibles’ y corresponden al periodo entre 1677 y 1692. Las obras están compuestas según ‘el esquema clásico de los tres nocturnos’, cada uno con tres villancicos, salvo el último, que es de dos letras (villancicos). San José es una de las dos excepciones, es el juego más extenso de su producción en este género, su tercer nocturno es de seis villancicos.”
En la década de los 80 del siglo pasado, dos administraciones estatales patrocinaron la publicación de los villancicos de Sor Juana en la colección Lecturas Históricas de Puebla, revisada y prologada por el cronista Efraín Castro Morales, así como la transmisión por televisión a Europa y la grabación de algunos de ellos.
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Al momento de escribir este artículo recibo la noticia de la muerte de Javier López Díaz.
Tuvimos encuentros y desencuentros, pero la lealtad a nuestra amistad nunca la perdimos.
Tuve la fortuna de ser el primer productor de su programa “Buenos Días, con López Díaz”, bajo el mando de Ricardo Menéndez Escobedo y el talento técnico de Mario Blanco Casco. Mis condolencias a su hermosa familia.
Nos vemos pronto, Javier.