Por: Hugo Arquímedes González Pacheco y Montes /[email protected]
Desde mi escritorio
El plan de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para el regreso a clases presenciales establece que los alumnos acudieran de manera voluntaria y que se lleven a cabo actividades para el bienestar socio emocional, diagnóstico académico, planeación para el reforzamiento de aprendizajes logrado a distancia. La problemática son las desigualdades sociales, la pobreza y corrupción en la SEP, para su efectividad
El cierre de los centros educativos en el año pasado fue la primera medida adoptada ante el riesgo de diseminación de la pandemia. La pérdida del contacto personal con el profesorado y con los pares ha puesto a todos los niños y niñas una merma en su aprendizaje, en su desarrollo y su bienestar socioemocional, lo que tendrá un impacto mayor en aquellos niños y niñas más vulnerables, ahondando la brecha social y las desigualdades ya existentes antes de esta crisis.
Por otro lado, el esfuerzo del aprendizaje a distancia ha puesto a prueba la capacidad de adaptación y respuesta del Sistema Educativo Nacional, incluyendo al alumnado, sus familias y docentes. La educación al parar, durante esta emergencia, afecta una parte esencial de la de la formación del alumnado perdiéndose en ese tiempo el sentido de la rutina escolar, conocimientos y habilidades necesarias para el desarrollo y desatención a los alumnos con discapacidad.
Esta crisis nos ha servido para reflexionar sobre las distintas brechas sociales, económicas, educativas y de corrupción tenemos que solucionar. Numerosos expertos en educación emergente reivindican la necesidad de poner los medios necesarios para que la actividad presencial, en los centros educativos, pueda regresas a clases presenciales sin riesgos de ser contagiados y crezca el número de defunciones.
Aún con la incertidumbre de cómo irá evolucionando el escenario y de cómo debamos asumir el hecho de “convivir” con un nuevo patógeno causante de infección enfermedad y fallecimientos en el conjunto de la población. El regreso a las aulas y el inicio de las actividades tiene que llevarse a cabo en estos días con mayor cuidado, teniendo en consideración siempre a la población más vulnerable que vive en peores condiciones socioeconómicas, con más dificultades de aprendizaje y garantizando en la medida de lo posible la máxima protección de la salud individual y colectiva.
En México, 58 % de la infancia está en riesgo de pobreza. A estos niños y niñas el acceso a un entorno educativo beneficia más que al resto. Esto es así porque los centros educativos son capaces de compensar en parte las carencias que, en términos educativos y de recursos, pueden tener en sus entornos familiares.
La pérdida del apoyo directo del profesorado sobre el alumnado más vulnerable, la desaparición en muchos casos de los refuerzos educativos, la brecha digital, así como las peores condiciones de sus viviendas por la inestabilidad económica son factores que afectaran de manera específica su desarrollo y bienestar del alumnado en su educación, se tiene que ser sensible a sus nuevas necesidades educativas para aprender con mejores condiciones psicopedagógicas.
Sea cual sea el color del semáforo epidemiológico en el que nos encontremos y partiendo del hecho de lo recomendable y necesaria iniciación de actividades escolares, con la apertura de los centros escolares, es importante que se implementen medidas que no sólo garanticen la protección de la salud física del alumnado, sino también la salud psíquica y social con eficiencia ya que está en jugo la salud y la vida humana. En la experiencia de otros países europeos que regresaron a clases presenciales y luego tuvieron que suspéndelas por los contagios, tuvieron que garantizar que los niños se sometieron a diversos filtros de sanidad que comenzaban desde casa y aun cuando se reportaron algunos contagios, se detectaron a tiempo y no se propagaron. Hoy en día las siguientes medidas clave que se tiene que poner en la práctica escolar de una manera asertiva son:
- El distanciamiento físico de seguridad y uso de mascarilla.
- El fomento de las medidas de higiene personal y respiratoria.
- La limpieza y desinfección diaria de instalaciones y entorno.
- Planes para el aislamiento ante casos de infección o sospechosos.
- Información y formación a la plantilla del centro, familias y alumnado.
Para la aplicación de estas medidas cada responsable de centro deberá evaluar sus capacidades para asegurar la adopción de las medidas organizativas que puedan dar cumplimiento de estas normas básicas para su socialización y funcionamiento seguro y confiable. El cumplimiento de los padres sobre horarios, puntos de recepción y recogida de sus hijos e hijas, evitando las aglomeraciones a la entrada y salida de las instalaciones, es algo esencial que tiene que estar bien organizado.
Las autoridades de salud pública deben aprovechar los medios de comunicación sobre su intervención y el respeto a la salud de todos, ante la detección de casos o brotes en cualquier persona, porque las alumnas y alumnos deben estar en el centro de la seguridad con las medidas de higiene que se establezcan en las escuelas.
Las actividades educativas, desde el primer día de clase, tienen que basarse en brindar información práctica, adaptada a su edad y diversidad de cada uno de los alumnos, sobre las medidas básicas de higiene y la protección adoptadas, así como las razones que motivan estas decisiones para protegerse y proteger a su familia.
Es de gran importancia es promover la participación infantil activa en la toma de decisiones e implementación de esta normativa. También pueden ejercer de promotores de salud, a través de iniciativas de mediación, educación entre pares y redes sociales, ayudando a concienciar poniendo en práctica las medidas de higiene y protección, especialmente con aquellos más vulnerables a esta situación.
Atender al bienestar emocional de niños, niñas y adolescentes es una prioridad de detención y atención, que pudo verse afectado por la situación de confinamiento vivida y la vuelta a las actividades escolares en estas nuevas condiciones y limitaciones.
Las medidas ideales con las que deben contar los centros educativos son principalmente: Fomentar la sensibilización y colaboración con las Sociedades de Padres de familia para contribuir la información más útil creíble y sin fatalismos para impulsar las medidas de conciliación de la vida familiar; en un acompañamiento permanente a los menores mientras los padres estén en el puesto de trabajo. La SEP tiene que establecer programas para reforzar especialmente los recursos económicos y humanos a los centros educativos al alumnado en situación desfavorecida con la incrementación de profesionales de psicológica para el apoyo al alumnado, padres con las nuevas necesidades psicológicas de los estudiantes en su condición emocional, para el bienestar de todos los actores de la educación.
Se tiene que reforzar las medidas de protección frente al acoso escolar, ciber acoso y el bullying en la detección y atención de cualquier forma de violencia contra la infancia, especialmente los abusos sexuales y la violencia intrafamiliar que sufrieron en el aislamiento.
Todo un reto la salud física y mental en la educación más que los contenidos programáticos que se tienen que cumplir, donde los docentes serán quienes estén al frente de esta crisis emocional y de los conocimientos de los alumnos, hay que aprovechar su capacidad, su experiencia con respeto a su profesionalismo y dedicación, simplemente tenemos que hacerlo todos “por amor a la vida”. Usted ¿qué opina?