Fernando Thompson de la Rosa
Estados Unidos financia a Ucrania en su guerra contra Rusia y también ayuda a Israel, país que, además de atacar a Hamás en Palestina, está ahora luchando contra Irán.
En sí no es que les dé dinero, sino que financia el pago a empresas que manufacturan y surten misiles, tanques y otro tipo de armamento fabricado en los mismos Estados Unidos y se exportan a Ucrania e Israel.
Irán recientemente lanzó un enorme ataque sobre Israel que no tuvo consecuencias porque Israel cuenta con un sistema de defensa antimisiles que se le conoce como el escudo y es capaz de interceptar en el aire misiles enemigos antes de que lleguen a tierra. Es el país con la mejor tecnología en defensa.
Del lado del Atlántico hay mucha tensión porque China reclama territorios que hace mucho tiempo le pertenecían y se independizaron.
Hablamos de Hong Kong y Taiwán, que, por cierto, son dos polos de lo más importante en el mundo en términos financieros y poder económico, así como en tecnología e innovación.
En Taiwán, por ejemplo, se producen prácticamente todos los procesadores o cerebros de computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes que ocupa el resto del mundo.
Por otro lado, espionaje satelital, ataques por internet a empresas, infraestructura y activos digitales de Estados Unidos han recibidos embates tremendos desde Rusia y China, que se disfrazan de hackeos, pero en realidad son ataques perfectamente estudiados y realizados.
En el uso de los medios sociales no se quedan atrás. En China y Rusia se controlan todos los medios sociales para manipular la opinión pública de las masas internamente.
Ahí el internet con los sitios de noticias de Europa, América o África no tienen cabida en lo absoluto y cuentan en contraparte con servicios idénticos a Google, Amazon y Facebook, pero allá se llaman Baidu y WeChat.
Los gobiernos de dichos países controlan, además de la opinión pública, datos de sus ciudadanos en cuanto a ubicación, capacidad de gasto, aficiones, tipo de información que consumen y comparten y espían sus opiniones.
Cuando hablamos de guerra, ya no es solamente armamento, sino ataques cibernéticos a activos digitales que podrían efectivamente cobrar vidas.
Ya hace tiempo hackearon en Israel el sistema de las plantas de distribución de agua casera, aumentaron la cantidad de químicos como el cloro e hicieron el agua venenosa.
Estados Unidos no lo ha dicho pública mente, pero se ha caído el internet en varios estados de ese país al mismo tiempo sin explicación alguna; también ha habido fallas en sistemas aeroportuarios que han causado caos.
Las criptomonedas, el deep web o contrainternet –que es cuatro veces más grande que el internet que usted conoce–, la inteligencia artificial y los ciberataques serán parte de la tecnología que se usará en contra de países adversarios.
Aquí no cabe duda de que cada quien lo justifica como seguridad nacional por así convenir a sus intereses, pero no cabe duda de que estas potencias lamentablemente usan en operaciones militares y contramilitares mucha tecnología.
Por ejemplo, Estados Unidos utilizó el programa Prisma para espiar prácticamente todo: llamadas, cámaras y micrófonos de celulares, acceso a servidores y vigilancia a los que usan internet.
Eso se supo porque un soplón desertor de la agencia de Estados Unidos llamado Edward Snowden reveló con lujo de detalle lo que hacía Estados Unidos.
Ya sabemos que ahora se quieren deshacer de Tik-Tok en Estados Unidos, pero del otro lado no se cuecen mal las habas, porque en China no hay cabida para Google ni para Facebook, por citar un ejemplo.
Así que la ONU y otros organismos de orden mundial deben poner límites pronto al uso de la inteligencia artificial para atacar.
Deben poner orden para detener los hackeos que colapsan ciudades y perjudican civiles inocentes.