Diana López Silva
“El INE sí se debe de tocar, pero no a machetazos”, aseveró el expresidente del Instituto Electoral Nacional, Luis Carlos Ugalde, al reconocer que sí es necesario reestructurar al órgano electoral, aunque no de manera unilateral como plantea el presidente Andrés Manuel López Obrador.
De visita en Puebla a invitación del diputado federal del PAN Mario Riestra Piña, Luis Carlos Ugalde presentó su conferencia “El plan B, un atentado contra nuestra democracia. Razones para seguir defendiendo al INE”. El expresidente del IFE (hoy INE) de 2003 a 2007 se sumó al llamado de representantes de los partidos PAN, PRI y PRD para manifestarse el próximo domingo en defensa del INE.
En su conferencia, en la cual estuvo arropado por diputados locales y federales del PAN, así como los dirigentes estatales del PRI y el PRD, aseguró que el plan B de la Reforma Electoral es tóxico y dañino para la democracia mexicana y pone en riesgo las elecciones de 2024.
Como exconsejero electoral presidente reconoció que sí es necesario revisar la operación del INE y hacerlo más austero, sin embargo señaló que faltó el consenso con el propio instituto y la inclusión de otras fuerzas políticas para llevar a cabo esa reestructuración, que, dijo, busca minar la operación del INE bajo un argumento de austeridad.
“Sí creo que el INE puede reducir sus costos operativos, siempre y cuando sea mediante diagnóstico profesional, mediante un sistema de soluciones consensuadas y ejecutadas a lo largo de varios años, y por supuesto que puede mejorar sus costos y mecanismos de operación”.
En entrevista, aseguró que el llamado plan B básicamente elevaría el riesgo de que la elección de 2024 termine en un conflicto político mayor, lo que calificó como un riesgo innecesario.
“El plan B es un riesgo inmediato para la democracia, un riesgo para 2024, por lo que ahorita lo que hago con Mario Riestra es convocar a la gente, que con su marcha, con esa reflexión simbólica, las autoridades judiciales decidan revocarla”.
Sostuvo que la reforma electoral busca una provocación política que llevará a que en la elección de 2024, si gana Morena, la oposición no reconozca el triunfo, y si gana la oposición, el presidente de México no reconozca la derrota.