Estuvo en Puebla el 27 de julio de 2015.
En plena época de esplendor del peñismo.
Vino a ratificar un acuerdo para la producción de metanol en el Complejo Petroquímico “Independencia” de San Martín Texmelucan.
Feliz, Emilio Lozoya posó para las cámaras acompañado del ahora exdirigente sindical de la paraestatal, Carlos Romero Deschamps, y el entonces gobernador Rafael Moreno Valle.
Desde entonces, mucha agua ha corrido debajo del puente del exdirector de la empresa.
Las sonrisas se convirtieron en lágrimas.
Acabó el sexenio de su amigo el presidente, inició la cacería, tuvo que huir y fue detenido en febrero pasado en un escondite de lujo en España.
Hoy está a punto de regresar a México.
Esposado, pero con acuerdo bajo el brazo.
O como dijo el presidente López Obrador: “Va a informar sobre todo lo sucedido en relación a los casos que le tocó atender y por lo que se le acusa”.
¿A cuántos arrastrará hacia el abismo?
Falta poco para saberlo, pero de que “cantará”, ¡vaya que “cantará”!