30 de octubre de 2019. San Andrés Cholula. Fue la última vez que Rosario Robles pisó tierra poblana… en libertad.
No imaginaba su descenso a los infiernos de la 4T. Tampoco que acabaría como obvia presa política del régimen, víctima de sus errores, sí, pero también de la venganza presidencial.
Acaba de trascender que la FGR está solicitando la pena máxima de 21 años de prisión para la extitular de la Sedatu y de la Sedesol, por su participación o por sus omisiones en La Estafa Maestra.
Un trato completamente distinto al recibido por Emilio Lozoya, delincuente confeso que hoy disfruta de su residencia y sus bienes.
“No te preocupes, Rosario”, le dijo el entonces presidente Enrique Peña Nieto. Hoy está sola, abandonada por sus amigos y sin salidas. Como dice el dicho: “La confianza dura… hasta que se acaba”.