Siempre, hasta en lo más mínimo, el poder ha expresado sus excesos.
Esta escena fue recurrente durante muchos, muchos años.
Los diputados fueron dueños, literalmente, de la vía pública, que por pública pertenece a todos.
Como si la tuvieran escriturada, la calle fue suya.
Y pobre de aquel que osara invadir sus dominios.
Poco a poco eso se ha terminado.
Aunque todavía hay quien no entiende que esto ya es inadmisible.
Ayer, por ejemplo, fue eliminado el fuero constitucional que protegía a los políticos y funcionarios corruptos.
Día histórico que por fin pone al estado al lado de aquellos que ya han legislado al respecto.
Se rompe, así, un modelo político, un sistema que auspiciaba la impunidad.
Este tipo de fotografías, como tantas otras, ya no caben en esta Puebla levítica.
Es cosa de meses para ver a uno que otro “poderoso” tras las rejas.