Álvara Ramírez Velasco
Una mujer en la Presidencia de la República representará un cambio profundo y generacional para el país, afirmó la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, al hablar sobre la posibilidad de suceder a Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional.
Asegura que esa es una realidad que ya ha trascendido lo hipotético, porque “yo veo en 2024 a una mujer en la Presidencia… ahí nos vemos”.
Luego del acto masivo más importante que se ha realizado en torno suyo, en Puebla, inició la entrevista pactada como breve, que se convirtió en una charla más larga, franca, con vista a su proyecto político, experiencia en el Poder Ejecutivo y evocaciones a sus gustos personales.
—Juguemos un poco con el repertorio de Silvio (Rodríguez), con su canción insignia “Ojalá”. Para 2024, usted piensa: ojalá que… ¿qué?
—Ojalá que una mujer sea presidente.
Sin eufemismos, Claudia Sheinbaum, la más adelantada en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) a obtener la candidatura presidencial, advirtió que en la oposición hay misoginia contra ella, que –aunque dice que “será imposible” llenar los zapatos del hoy primer mandatario– urge continuar con la transformación del país y la defensa de los derechos, que inauguró la llamada Cuatro T.
Con especial entusiasmo, reconoció la ilusión que tiene de llegar a Palacio Nacional y lo que este cambio profundo representará también para toda una generación.
…
—Queda claro, tras el acto multitudinario realizado este sábado, en dónde está el apoyo mayoritario, ¿cómo lo recibe y cómo lo traduce?
—Me invitó la universidad (BUAP) a dar una plática, pero se abrió a quien quisiera participar y este gran recibimiento. Estoy muy contenta, realmente es una gran emoción porque representamos no solamente lo que hemos hecho en el gobierno de la Ciudad (de México), sino un movimiento de transformación que encabeza el presidente López Obrador. Lo que muestran aquí los poblanos es que quieren que continúe la transformación.
—Creo que en ningún otro lugar había tenido un aforo multitudinario de estas dimensiones.
—Estoy visitando algunas entidades de la República, mostrando lo que hemos hecho en el gobierno de la ciudad y, sí, aquí ha sido el lugar en donde más personas ha habido.
—¿Cómo se siente ese calor, esa masa que, finalmente, son hombres y mujeres?
—Es una gran emoción, realmente, una gran emoción. Creo que tiene que ver con que Puebla emprendió también el camino de la transformación; eso se siente y se percibe.
—¿Siente consolidada a la 4T aquí en Puebla?
—Yo voy a cumplir cuatro años en mi encomienda; el presidente de la República va a cumplir cuatro años el uno de diciembre; aquí, el gobernador Miguel Barbosa entró después del lamentable accidente (en que falleció la mandataria Martha Érika Alonso y otras personas). Vino la elección (nueva en Puebla) y, en este tiempo, tiene que haber cambios, pero tienen que consolidarse esos cambios y de ahí partir para avanzar a más derechos y alcanzar la profundización de la justicia social.
—Usted ha venido acompañando al presidente desde hace décadas; ¿qué tan difícil ha sido su andar en tema de género y abrirse paso de manera individual?
—En el caso del presidente López Obrador, él siempre ha buscado la participación de las mujeres. Siempre. Yo recuerdo que, cuando él entró de jefe de Gobierno, éramos más mujeres que hombres en su gabinete. No sólo había paridad, sino que éramos más mujeres. Él siempre decía que las mujeres son más honestas, más trabajadoras, más responsables. Yo también lo creo. Por supuesto que con excepciones de algunos hombres, sí creo que las mujeres le imprimimos a la política y al servicio público mucha responsabilidad y, en ese sentido, nunca percibí por parte del presidente nada que tuviera que ver con una diferenciación entre hombre y mujer. De hecho, él tiene un gabinete paritario por primera vez en la historia; ha propuesto una gobernadora en Banco de México; hay más mujeres en la Suprema Corte. Hoy, en México, las cosas sondistintas en muchos sentidos; en
especial, la participación de las mujeres.
—En caso hipotético de que llegara una mujer a la Presidencia…
—Pues yo no lo veo tan hipotético.
—¿Cómo, entonces?
—Yo veo, en el 24, una mujer en la Presidencia.
—¿Se ve usted?
—Pues sí, ahí nos vemos.
—Con usted en la Presidencia, ¿qué va a ser distinto en comparación con un mandatario varón?
—Son varias cosas. Una es el proyecto. Yo creo que es lo fundamental. ¿En qué sentido digo lo fundamental?, no es lo mismo cualquier mujer. Por supuesto que todas estamos de acuerdo y todos, yo creo, en que tiene que haber mayor participación de la mujer y tiene que haber más derechos para las mujeres, y tiene que haber igualdad; pero hay mujeres que no representan el proyecto que yo represento junto con millones de mexicanos y, al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador y de 21 gobernadores, es un proyecto de transformación que tiene que ver con erradicar la corrupción, con erradicar los privilegios del servicio público y con destinar los recursos públicos para el beneficio de la gente; que tiene que ver con la construcción de justicia social; que tiene que ver con disminuir desigualdades, y que tiene que ver con la concepción de que el Estado debe proveer los principales derechos: el derecho a la educación, el derecho a la salud. Hay otro proyecto que lo que quiere es mirar al pasado; que quiere regresar al pasado, cuando el gobierno era representante de un grupo muy pequeñito. Se privatizaron los recursos naturales, se privatizaron las empresas estratégicas, se privatizó la educación, la salud; eso es un proyecto distinto. No sólo es un asunto de ser mujer, sino qué representas y cómo lo representas, y también cómo haces gobierno, porque no sólo son las acciones, sino el fondo de esas acciones: qué principios traen y qué proyecto de ciudad, de nación o de estado representan.

—Medido frente a las otros partidos, Morena está 20, 30 puntos adelante de toda la oposición junta. ¿En qué momento está esa rivalidad y cómo se encara? Con usted hay una beligerancia muy especial.
—Yo creo que hay, ahí sí, una parte de misoginia. La derecha nunca ha estado de acuerdo con que las mujeres participen. No sé si se acuerda que el presidente Vicente Fox las llamó “lavadoras de dos patas”, que Diego Fernández de Cevallos hablaba del “viejerío”. Ahora se hacen los representantes de las mujeres, pero históricamente no estaban de acuerdo con que las mujeres participaran en la vida pública. Así como hay misoginia, hay mucho odio; ellos representan la discriminación históricamente en México y en el mundo. Hoy tenemos a Vox en España o, finalmente, lo que ha representado el fascismo en la historia, que es el odio, la discriminación, el clasismo, el racismo, el pensar que hay una gente superior a otra; eso es finalmente lo que les genera tanto odio, tanto estupor cuando participan las mujeres, o cuando se piensa en el pueblo, o cuando se piensa en los que menos tienen. Yo creo que, en el fondo, hay eso. Nosotros planteamos que una pieza de una mujer indígena estuviera en Paseo de la Reforma –de la Ciudad de México– y ha causado un revuelo. Pero, ¿que hay en el fondo del rechazo a que en una avenida emblemática esté la figura de una mujer que fue antes de la conquista de los españoles? Racismo profundo, clasismo. Eso es lo que representa la derecha: el conservadurismo. En cambio, aquí lo que queremos es libertad, es democracia y es justicia social. Esa es, digamos, la diferencia entre los proyectos de nación, incluida también la honestidad y el combate a la corrupción; eso es lo que hay de fondo en los proyectos de nación. Está bien que se debata y, por eso cada vez son menos ellos y cada vez son más los que quieren esta transformación.
—¿Por qué la mayoría está aceptando este proyecto?
—Porque una gran mayoría es la que ha estado excluida de los derechos y por primera vez ve a un presidente de la República que mira al pueblo y al que menos tiene, por primera vez en muchísimos años en la historia de México. Particularmente, los últimos 36 años se caracterizaron por gobiernos que lo que miraban era a los de arriba y no necesariamente a los de abajo, entonces, cuando el pueblo ve esto quiere que continúe.
Hemos vivido una pandemia muy grande que ha cambiado muchísimas cosas, y eso tiene que seguir progresando. Como dice la frase: “por el bien de todos, primero los pobres”. Yo creo que también las clases medias quieren que haya justicia social, y también los ricos y los más ricos creo que también lo quieren. El asunto es cómo llegamos; desde mi perspectiva, tiene que ver con recuperar los grandes derechos sociales.
IMPOSIBLE ALCANZAR A AMLO
—¿Cómo vislumbra el reto llenar los zapatos de quien como obra de vida lidera este movimiento, que es Andrés Manuel López Obrador?
—Es imposible. Él es un dirigente social que encabezó esta transformación. Yo lo he visto desde el 2000, pero él viene de muchos años antes. No es un asunto de llenar los zapatos de este gran dirigente que es Andrés Manuel López Obrador, que hoy es presidente de la República, sino cómo se establece una profundización y, al mismo tiempo, una profundización de la transformación para generar los grandes derechos y al mismo tiempo gobernar. Pretender ser él resulta irreal. Coincidimos en un proyecto de nación. Hay muchísima gente que es parte de este gobierno y que hoy gobierna muchas entidades de la República. Por supuesto que encabezar los destinos de la nación tiene que ver con un proyecto, pero Andrés Manuel López Obrador es quizá el mejor presidente que ha tenido México en la historia reciente.
—Si todo se concreta en su plan, usted será la primera mujer presidente de México. Los pioneros siempre enfrentan dificultades adicionales; ¿ha tenido esa reflexión antes de dormir?
—Pienso que, primero, es un privilegio estar en este momento representando esa posibilidad. Yo voy mucho a las escuelas públicas, porque damos una beca. Veo la cara de las niñas cuando me ven, no porque yo pretenda ser superior ni mucho menos, pero cuando una niña dice: yo puedo ser jefa de Gobierno, puedo ser astronauta, puedo ser ingeniera, puedo ser abogada, puedo ser presidente, pues cambia la mentalidad no sólo de ella, sino de todos los niños, y eso representa una transformación generacional. El hecho de que una mujer represente al pueblo en la Presidencia representa un cambio muy profundo y la posibilidad de que las niñas de México puedan ver su futuro y tengan un sueño alto, además de representar un proyecto claro. Ya lo decidirán en su momento las encuestas, pero es una posibilidad.
—Estuvo en su etapa de estudiante en el CEU (Consejo Estudiantil Universitario de la UNAM)…
—Me tocó vivir el primer movimiento, quizá el primero de los universitarios en la historia reciente del país, que se opuso a la privatización de la educación pública; el primer movimiento triunfante. Se decía entonces que la educación debía costar, como si el valor económico diera valor a los derechos. Esto llegó a tal nivel que la naturaleza, para que tenga valor, debe representar un valor económico, y hay cosas que no se miden por el valor económico; hay derechos que no tienen por qué costar, y yo creo que la educación pública debe ser gratuita.
—Recuerdo la reflexión de quienes aseguraban que lo que era gratis no se valoraba.
—Exactamente, así se decía, era el principio del neoliberalismo.
—¿Qué reflexión tiene cuando ve en torno de sí a mujeres y hombres mayores, a trabajadores, a jóvenes?
—Lo primero que siento es mucha emoción y es mucha responsabilidad. Yo siempre he pensado que uno no se puede poner por encima de los demás, que somos iguales. Nos ha tocado una responsabilidad en este momento y esa responsabilidad tiene que ver con poder dar vida digna, poder brindar bienestar. Y eso es una emoción y un privilegio.