Soliloquio
Felipe Flores Núñez
La llamada Cuarta Transformación iniciará mañana la prueba más difícil y de mayor alcance a la que se ha enfrentado desde que se configuró como movimiento nacional y luego como partido político bajo el indestructible liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.
Están ya en el arrancadero, tras abandonar los cargos que ostentaban, Claudia Sheinbaum como única mujer, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. En teoría, lo tres tienen posibilidades reales de ganar, aunque en la disputa están también Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco.
Todos saben que es tan significativo el proceso selectivo interno que mañana comienza, que de su desarrollo y resultado podría depender no sólo su futuro inmediato, sino muy probablemente su misma existencia.
Un posible rompimiento, que no es descartable, sería letal.
Así, bajo ese alto compromiso, los seis aspirantes de Morena a la candidatura presidencial iniciarán en todo el país sus recorridos proselitistas en pos de la tan ansiada nominación.
Lo harán en supuesta igualdad de condiciones y bajo un esquema diseñado con rigor extremo bajo la premisa de evitar cualquier tipo de fisuras, como las acontecidas recientemente en Coahuila.
Y aunque la mayor recomendación es evitar confrontaciones y abonar a la unidad, es casi inevitable que eso ocurra. Ya por lo pronto se han visto algunas patadas por debajo de la mesa.
La más visible fricción fue el reclamo nada amable de Claudia Sheinbaum a Alfonso Durazo, durante la reunión del Consejo Nacional hace una semana, luego que ella fuera recibida airosamente con gritos de “Piso parejo”, por parte de presuntos simpatizantes Marcelo Ebrard.
En el video que se hizo viral, al encarar al gobernador de Sonora se alcanzó a escuchar un amenazador: “No se vale, ya me cansé”.
En ese tenor está la queja poco sutil del propio Ebrard por el acto masivo que se le organizó en Puebla en días previos a Claudia Sheinbaum, lo que obligó al mandatario estatal Sergio Salomón Céspedes a precisar que siempre han sido respetuosos con todos los aspirantes, por lo que llamó a que se preserve la unidad.
Ambos escarceos, que bien pudieran ser anecdóticos, pudieran ir subiendo de tono conforme avance la exposición de los aspirantes, quienes tendrán 70 días para realizar sus recorridos.
Entre los riesgos que tiene la estrategia prevista para ese largo tramo que ahora se inicia figura el hecho de que la decisión final será determinada mediante la aplicación de encuestas.
Dejar que los sondeos sean definitorios significa, aunque se niegue, que ganará la postulación quien sea más conocido, el más popular o el que provoque mayor empatía y no necesariamente el que acredite mayor capacidad y experiencia, o el que tenga el mejor proyecto de país conforme a los principios de la 4T.
De ser así, lo único que tendría que hacer Claudia Sheinbaum es mantener los altos márgenes que ostenta sobre los demás en los muchos estudios de opinión que hasta ahora se han realizado, si bien existen sospechas fundadas por posibles intencionados sesgos.
No obstante, debe considerarse que en términos de marketing político, lo que ahora han registrado los estudios demoscópicos es el conocimiento y la percepción que tiene la gente sobre determinadas personas en momentos específicos, pero no se han evaluado otros valores, tan fundamentales cuando se trata finalmente de elegir a quien podría gobernar al país.
De ahí que se siga cuestionando quizá no tanto el que se omitiera la posibilidad de que ahora los contendientes celebren debates públicos, sino que al menos se hubiera permitido un evento en el que cada uno de ellos pudiera exponer los perfiles de su proyecto respecto a los temas torales y de mayor preocupación social, como la seguridad, la economía, la salud, entre otros.
El método de las encuestas –una medición principal y cuatro llamadas “espejo”–genera por su naturaleza muchas dudas. Mucho habrá de depender de la metodología y, desde luego, de la o las preguntas que sean planteadas. Aquí podría radicar el “truco” de todo este inédito acto sucesorio y, por ende, esos podrían también ser los motivos de reclamos e inconformidad.
Hay entonces razones para temer que el método empleado, que pudiera ser justo y eficiente, pero no muy democrático, sea finalmente la manzana de la discordia.
Otro factor de riesgo al que estarán sujetos los contendientes es que transitarán sobre una línea muy delgada, casi al borde de la ilegalidad. Una cosa es elegir a quien presidirá la llamada “Coordinación Nacional de Comités de Defensa de la 4T” (que luego en automático será la o el candidato) y otra es realizar fuera de tiempo actos considerados como de precampaña electoral. En esa simulación es fácil que las apariencias engañen.
En esa posible y nebulosa confusión, el INE emitió este fin de semana varias recomendaciones “de manera preventiva” y con “perspectiva preliminar” para los competidores morenistas, entre las que destaca que sean evitados los llamados explícitos al voto y que los actos que realicen “no deban tener como objetivo el respaldo para ser postulados como precandidatos a un cargo de elección popular”.
Así también, que la propaganda que se exponga “no tenga el propósito de dar a conocer propuestas relacionadas con alguna aspiración de carácter electoral, ni tampoco podrán presentar plataforma de su partido político para obtener alguna candidatura”.
También se advierte que no podrán hacer uso de prerrogativas de acceso a tiempos de radio y televisión y que cada participante deberá con antelación proporcionar cada semana al INE el calendario de sus recorridos y otras actividades, así como llevar un puntual control de os recursos que utilice, para efectos de fiscalización.
Ya veremos a partir de ese lunes qué tan limpio, parejo, transparente y democrática será la disputa por la nominación presidencial de Morena.
Por lo pronto, ya logró aventajar aún más sobre el bloque opositor al concentrar toda la atención del escenario político nacional.
El proceso selectivo, sin duda, será la prueba de fuego para conocer la fortaleza institucional de Morena y vislumbrar su futuro mediato; de ahí su relevancia.
Y, desde luego, el interés local es mayor porque, salvo una contingencia no prevista, el mismo modelo se aplicaría en Puebla, donde los aspirantes por Morena con posibilidades reales no son por ahora más de cuatro.
También aquí, una mujer contenderá contra varios varones, a saber: Olivia Salomón, Ignacio Mier Velasco, Alejandro Armenta Mier y Julio Miguel Huerta Gómez.
Salvo la actual secretaria de Economía, los demás se han enfrascado en una lucha adelantada con precipitado activismo, pintas de bardas y anuncios espectaculares e innumerables alianzas, no todas de la mejor calaña.
Ya les llegará el momento y se verá, como ahora estará ocurriendo con las “corcholatas” presidenciales, de qué cuero salen más correas.
De lo que no hay duda alguna es que la disputa que este mismo lunes se inicia será más que memorable.
Ya en la pista, con mucha expectativa, se espera entonces la señal de…
¡Aaarrrancan!