Sí, que su boca se haga chicharrón.
Eso es lo que todos deseamos para el doctor Hugo López-Gatell, quien entre las barbaridades a las que acostumbra, ahora pronosticó –sin aportar ningún dato científico– sobre la posibilidad de que en un futuro próximo “se presente en el país una cuarta, quinta, sexta o hasta una séptima ola de COVID-19”.
En su cuestionada posición al frente de la estrategia contra la pandemia en el país, y sin que tampoco aportara una táctica ante tal amenaza, el subsecretario federal de Prevención y Promoción de la Salud se basó sólo en las advertencias que provienen más allá de nuestras fronteras.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó este fin de semana que ciertamente el ritmo actual de transmisión del coronavirus en Europa es muy preocupante y podría provocar en el continente medio millón de muertos adicionales de aquí a febrero.
Tal advertencia se deriva de los efectos de una nueva “cuarta ola” que ya está afectando a varios países. Según los datos de la OMS, en Europa las hospitalizaciones vinculadas al coronavirus se han duplicado en una semana.
Alemania registró el pasado jueves un récord de contagios diarios desde que empezó la pandemia de COVID-19, con un total de 33 mil 949 casos en 24 horas, según el instituto de vigilancia sanitaria.
Situación similar se vive en Gran Bretaña y en Croacia, donde también alcanzó su mayor alza, con 6 mil 310 contagios, mientras que Rusia contabilizó por tercer día consecutivo un nuevo récord diario de muertes por la pandemia, al reportar en la última jornada mil 195 fallecimientos.
“Estamos, de nuevo, en el epicentro”, lamentó el director de la OMS Europa, Hans Kluge, quien indicó que el ritmo actual de transmisión en los 53 países que forman la región europea es muy preocupante y, de mantenerse, “podríamos tener otro medio millón de muertos en la región de aquí a febrero”.
Y en China, autoridades sanitarias reconocieron que hay una alerta en el país por el crecimiento de la pandemia, pues aunque la cifra no es tan alta, ya afecta a más de la mitad de las provincias, pues 19 de 31 registran nuevos brotes.
Es evidente que dichos repuntes obedecen en buena medida a un relajamiento social que ha rebasado los límites de la cautela, pero la propia OMS acepta que además de la flexibilización de las medidas preventivas, el nuevo incremento de contagios es propiciado por quienes todavía se resisten a la inmunización.
En Alemania ya se habla incluso de una “pandemia de los no vacunados”, ya que poco más de 30 por ciento de la población elegible aún no se ha protegido con la vacuna y ese sector que rechaza las dosis puede convertirse en un gran peligro al potenciar una nueva oleada de contagios.
Ese porcentaje de no vacunados es casi el doble del que se registra en México, incluso en Puebla, donde el secretario de Salud local José Antonio Martínez García revelo este fin de semana que al menos el 14% de la población de 18 años y más no ha querido vacunarse y está, por tanto, en alto riesgo de contraer el virus.
Además, también reconoció que podría venir un nuevo embate de contagios debido a la temporada invernal que nos hace más propensos a infecciones de vías respiratorias y porque al cierre del año la movilidad social inevitablemente se intensificará.
En ese contexto, Martínez García asumió sobre la posibilidad de una cuarta ola en Puebla, que podría ocurrir a partir de la segunda quincena de diciembre, aunque el impacto sería menor a las anteriores, por lo que volvió a exhortar a no bajar la guardia y mantener las medidas de prevención.
Habría que recordar que actualmente en Puebla ya son 16 mil los decesos y poco más de 122 mil casos positivos desde marzo de 2020. Hasta el fin de semana eran 44 los nuevos casos y 233 los hospitalizados. Con las nuevas jornadas de vacunación se prevé que 86.62 por ciento de los poblanos mayores de 18 años ya cuente con su esquema completo.
Ante este panorama tan amenazante por nuevas oleadas no deberíamos ser indiferentes. La pandemia está vigente y eso exige mayor responsabilidad social. Pero al mismo tiempo del reforzamiento de las medidas preventivas, quizá habría también que hacer algo respecto a los renuentes a la vacunación.
¿Por qué no pensar en una estrategia que restrinja la libre y absoluta convivencia social?
¿Es posible exigir que en lugares públicos hubiera restricciones de acceso para quienes no están inmunizados?
Quienes han decidido no vacunarse hacen uso de su libertad y de su derecho, pero con la limitante de que no afecten a los demás.
Entre la controversia sobre la viabilidad de aplicar medidas restrictivas contra los no vacunados y la convicción de que es necesario actuar con todas las cautelas, lo deseable por ahora es que las predicciones de posibles nuevas olas no se lleguen a concretar.
Ojalá que López-Gatell se vuelva a equivocar y que eso de una “…cuarta, quinta, sexta o hasta séptima ola” sea un exabrupto más.
Y que, por lo pronto, su boca se haga chicharrón.