Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Una caricatura publicada en un medio nacional el pasado lunes retrató a la perfección a la que fue una exitosa atleta nacional y quien ahora figura como un caso emblemático de la ineficiencia y la corrupción. Nos referimos a Ana Guevara, excampeona mundial y medallista olímpica de atletismo, y actualmente dirigente del deporte nacional.
En el cartón aparece la también exsenadora en carrera, llevando consigo un enorme y valioso bulto con el logotipo del organismo deportivo que preside, en tanto que sonriente exclama: “Que disfruten su oro, yo me sigo quedando la plata”.
Dicha alusión se refiere a las múltiples acusaciones por malos manejos de las que ha sido objeto durante su gestión al frente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), y también al penoso caso de las atletas a las que no quiso apoyar y que finalmente resultaron triunfadoras en un encuentro internacional.
El hecho es que Ana Guevara volvió a subir al podio esta semana, y no precisamente para recibir una medalla, sino que lo hizo al de la vergüenza por haber negado apoyo a las integrantes del seleccionado nacional de natación artística para que pudieran acudir a la Copa Mundial, recién celebrada en Egipto.
Ante la negativa para que les sufragaran sus gastos y dada la relevancia de la competencia, las sirenas mexicanas se vieron obligadas a recaudar fondos entre amigos y familiares, inclusive a vender trajes de baño y toallas por medio de sus redes sociales.
A días de la competencia, el apoyo les llegó de parte de los empresarios Arturo Elías Ayub y Carlos Slim y fue así que las 10 nadadoras mexicanas pudieron viajar a Egipto para que, ante la sorpresa de todos, tuvieran una actuación sobresaliente al ganar tres medallas de oro y una de bronce.
Ni el gobierno, ni la Conade pusieron un solo peso para que ellas pudieran competir en la Copa Mundial, en la que se impusieron a los equipos más competitivos del orbe, logros que han causado especial furor en las redes sociales.
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Sobre el tema, un reportero cuestionó esta semana al presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera, pero como suele ocurrir, el mandatario dijo tener “otros datos”, al asegurar que el equipo nacional sí recibió apoyo de su gobierno, porque seis de sus integrantes pertenecen a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Esa respuesta, no del todo exacta, fue replicada el mismo día por Pamela Sobrino, hermana de Jessica, una de las ganadoras de medalla en Egipto, al explicar que al pertenecer a las Fuerzas Armadas ellas tienen un sueldo, pero en particular el gobierno les negó ayuda y todos los gastos del viaje a Egipto fueron cubiertos por empresarios.
La que no ha dicho una sola palabra de este vergonzoso caso es la misma Ana Guevara, quien ha sido reiteradamente señalada de incompetencia y por irregularidades en el manejo de recursos, reducción de apoyos a atletas de alto rendimiento y por condicionar las becas a deportistas.
Ella tampoco dijo nada desde 2020, cuando se dieron a conocer auditorías de la Secretaría de la Función Pública del gobierno federal, en las que se detectaron irregularidades en la Conade por más de 50 millones de pesos.
Tales anomalías hicieron que el senador de Morena Casimiro Méndez Ortiz exigiera una explicación, según consta en el comunicado oficial número 283 del propio Senado de la República, que refiere “deficiencias administrativas y presuntos actos de presunción” en la Conade.
Méndez Ortiz hizo alusión entonces de malos manejos en el fidecomiso del fondo para el deporte de alto rendimiento y de presunta usurpación de funciones de personas que se habrían ostentado como servidores públicos sin tener esa calidad. Habló también de “situación irregular en la entrega de becas, reducción de montos y retraso en su entrega, así como de falta de pago para cubrir compromisos deportivos”.
El legislador morenista aseguró que “las continuas e injustificables fallas por parte de la titular de la Conade han tenido un duro impacto para la política deportiva en México”.
Actualmente, la Conade tiene pendiente aclarar ante la ASF el destino de 377.1 millones de pesos. Quizá por ello la imagen pública de Ana Guevara no es la mejor y muchos se preguntan cómo es que adquirió una millonaria residencia y es propietaria de varios vehículos y motocicletas de lujo.
De acuerdo a la casa consultora México Elige, ella es la más corrupta de todos los servidores públicos del actual gobierno federal. En una encuesta levantada en marzo pasado, en una calificación de 0 a 100, Ana Guevara fue la peor calificada con un puntaje de 62.
Resulta inexplicable entonces que Ana Guevara se mantenga en el cargo y que, en estos tiempos de presunto combate a la corrupción, no sea investigada, ¿o será que es de los casos en los que por encima de los resultados se valora más la cercanía y lealtad hacia la figura presidencial?
Lástima que así sea, porque todo ello va en perjuicio del deporte nacional que debería ser apoyado e impulsado de manera preponderante, con políticas públicas que contribuyan a la formación integral de la niñez y juventud mexicanas.
Es muy desolador que desde hace décadas el deporte nacional parece estar condenado a malos dirigentes, grillas baratas y manejo indebido de recursos.
Así ha sido al menos desde la década de los años 60, cuando nuestro país fue sede de los Juegos Olímpicos y entonces se puso especial interés para contar con una delegación competitiva, lo cual se logró al ganar en 1968 el mayor caudal de medallas en la historia: tres de oro, tres de plata y otras tres de bronce.
Desde entonces han desfilado al frente de los organismos deportivos personajes tan burdos como ineficientes y corruptos, entre ellos Guillermo López Portillo, que por ser primo del entonces presidente llegó al frente del entonces Instituto Nacional del Deporte, entre cuestionamientos por nepotismo e incompetencia.
Una y otra vez el gobierno ha errado en la designación de los dirigentes deportivos y con el tiempo, los hechos han demostrado que quienes figuraron como atletas luego resultan ser pésimos servidores públicos.
En esa larga lista caben, entre otros, el marchista Raúl González, el pentatleta Iván Sisniega, el futbolista Carlos Hermosillo, el clavadista Jesús Mena y ahora la ganadora de una medalla de plata olímpica en atletismo, Ana Guevara.
Es innegable que el deporte nacional atraviesa por una de sus peores crisis. A la falta de una política clara que aliente la promoción masiva como alternativa de bienestar físico y mental, se suma la voracidad y torpeza de sus dirigencias.
A todos ellos, como es el caso de Ana Guevara, no les ha motivado el oro de las medallas, sino la plata, que no es otra cosa que la indebida abundancia del dinero mal habido.