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Bullying, redes sociales y salud mentales

Felipe Flores por Felipe Flores
28 mayo, 2022
en Soliloquio
Bullying, redes sociales y salud mentales

AGENCIA ENFOQUE

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Durante la semana que concluye trascendió un lamentable caso de bullying, entre estudiantes preparatorianos del Instituto Oriente de la capital poblana. No es el pri­mero, ni será el último, que desafortuna­damente ocurra en un centro educativo.

Este incidente, por demás reprobable, ha propiciado un sinnúmero de reaccio­nes dignas de ponderarse, porque reflejan en buena medida las dimensiones del com­portamiento colectivo, afectado notable­mente en los días postpandémicos que se viven en la actualidad.

De estos hechos hay muchas lecciones por aprender.

¿Qué fue lo que aconteció en el cole­gio jesuita, cuyo prestigio académico es­tá fuera de duda tras una notable y acre­ditada trayectoria por más de 150 años en Puebla?

De primera mano se sabe que el pasa­do 6 de abril, tres adolescentes acorda­ron enfrentar a un compañero que desde hace tiempo acosaba y violentaba a sus demás colegiales –hombres y mujeres– y que, en efecto, lo agredieron de manera por demás alevosa. Algunos golpes y ras­guños, no pasó de ahí. Del incidente hubo varios testigos.

A más de 50 días de esos hechos, pre­suntamente la madre del agredido subió un mensaje a redes sociales distorsionan­do totalmente lo ocurrido, al sostener que entre 10 y 15 alumnos habían golpeado a su hijo, al que exigieron pedir perdón de rodillas; que después a ella le fue impedi­do el acceso a la escuela y que los agreso­res permanecían en el colegio con el aval de los directivos.

Como se esperaba, esta falsa versión tuvo efectos inmediatos. El tema se propa­ló a gran velocidad y se viralizó en las re­des, situación que provocó duros cuestio­namientos al colegio. Se habló de un tra­to “de segunda” y hasta de compadrazgos. Los medios informativos dieron puntual y amplia cuenta de ello.

Frente a este escenario, directivos del Instituto Oriente hicieron las aclaraciones pertinentes. Este mismo fin de semana des­tacaron la falsedad de la versión propalada y aseguraron que los jóvenes agresores ya fueron sancionados, de acuerdo a los pro­tocolos y la normatividad interna.

En un comunicado, refirieron haber­se entrevistado cuatro veces con los pa­dres del joven agredido y dijeron tener co­nocimiento que ellos, como es su derecho, presentaron una queja ante la Secretaría de Educación e incluso levantaron una de­nuncia en la Fiscalía General del Estado.

“Lo hicieron y por eso es un asunto que no se litigará en el tribunal de las redes so­ciales, sino ante las autoridades que los pa­pás del alumno agredido eligieron. Serán estas autoridades las que determinen qué es cierto y qué es falso. Por su parte, el Ins­tituto Oriente está aportando a dichas au­toridades toda la información que le ha si­do requerida”, suscribió el rector de la ins­titución, Enrique Flota Ocampo.

En su mensaje a la comunidad estu­diantil, el rector dejó claro que “nuestras alumnas y alumnos son menores de edad en proceso de formación, no criminales. Cualquiera de ellos, incluidos los hijos de cada uno de nosotros, pueden cometer errores o conductas sancionables”.

“Para que sean conscientes de las con­secuencias de sus actos, los corrijan y evi­ten en el futuro, se les aplican las sancio­nes contempladas en el Manual de Convi­vencia. Pero, salvo los casos expresamen­te contemplados en la ley, eso no implica meterlos a la cárcel o acabar con sus vi­das. Las sanciones se rigen por el propósi­to de ayudar a todos a crecer y a ser mejo­res personas, no por el ánimo de vengan­za”, asentó.

¿Qué se puede concluir?

Primero, que el asunto ha sido nota­blemente magnificado por los familiares del joven agredio, pero aun así resulta sa­no y para bien de todos que haya llegado a instancias competentes –la SEP y la FGE– para que esas autoridades establezcan las medidas y sanciones pertinentes, si fuera el caso, a quienes pudieran tener alguna responsabilidad.

Segundo, una vez más queda clara la influencia y poderío de las redes sociales, como también la vulnerabilidad de sus usuarios. Reproducir y hasta comentar sucesos sin tener la certeza de su veracidad es una peligrosa costumbre. Ojalá apren­damos algún a día a verificar y acreditar todos los hechos –tarea obligada para los medios– antes de ser partícipes. Esta es una exigencia incontrovertible en el ámbito de la responsabilidad social.

Es tan grave la frecuente exposición mal intencionada de algunos, que justo esta semana, en la coyuntura de lo acon­tecido en el Instituto Oriente, circuló tam­bién en redes sociales otro video en que se aprecia a un joven estudiante que golpea a otro de mejor edad en el patio de Colegio Benavente, lo cual ocurrió hace más de cinco meses. Morbosa coincidencia.

Tercero, más allá de lo ocurrido y de su eventual y deseable resolución, así co­mo de la necesidad de un manejo respon­sable en redes sociales, la ocasión permite también emitir alertas sobre los niveles de estridencia social que persisten en la ac­tualidad, lo que está impidiendo una sa­na convivencia.

Los altos decibeles de esa irritabilidad social se están reflejando también, de mo­do inevitable, entre nuestros niños y jóve­nes, pero más aún a partir de la pandemia de la COVID-19.

Ni duda cabe: la letal pandemia y el lar­go proceso de obligado confinamiento pro­vocó severas repercusiones en todos los ámbitos, muy especialmente en las rela­ciones sociales.

La proximidad de esta circunstancia no ha permitido todavía calcular los daños causados en la salud mental de amplios segmentos y de grupos etarios en particu­lar, como es el caso, reitero, de los meno­res estudiantes.

¿Qué estamos haciendo para afrontar este problema: gobiernos, directivos esco­lares, docentes, padres de familia?

El tema es amplio y complejo, exige acciones inmediatas y políticas públicas acordes. A eso nos referiremos en nuestra entrega del próximo jueves.

Etiquetas: bullyingInstituto OrienteViolencia

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