Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Poco a poco y peligrosamente, se han ido desdibujando las principales banderas que han ondeado el gobierno federal de la 4T y sus aliados para sustentarse y mantenerse en el poder. En vísperas de la elección del 2024 que definirá el rumbo del país, los principales argumentos que los mantenía erguidos, parecen desgastarse frente a una inocultable y cruda realidad.
En la práctica, los resultados del gobierno “transformador” son precarios y muy escasos, al menos en los temas torales que más interesan al grueso de la población.
Los programas sociales pudieran ser la excepción, con todo y su sentido convenenciero y asistencialista, según se reconoció.
En materia de seguridad los niveles medidos en estadísticas son reveladores. Persiste el dominio de poderosos grupos delictivos sobre amplias zonas del país y los homicidios dolosos se multiplican en proporción exponencial.
En educación están en enredos, muchos titubeos y con asesores venezolanos.
En salud, seguimos mucho muy distantes en ofrecer los servicios de calidad como los de Dinamarca, según se ofreció, mientras que al esfuerzo para asentar el programa IMSS-Solidaridad le faltará tiempo para su consolidación.
El combate a la corrupción, que fue un válido estandarte y fundamental para llegar al poder tras los excesos de la administración que los antecedió, también parece estar en vilo.
El “somos diferentes” y “ya no es como antes” se debilita cada vez más.
El tiro de gracia puede ser el pulcro reportaje difundido esta semana por Televisa, que involucra a la excéntrica morenista Layda Sansores.
Dicho trabajo periodístico es más que revelador y echa en tierra el socorrido discurso de la probidad.
El video en el que aparecen funcionarios de la actual gobernadora de Campeche y una senadora de Morena recibiendo fajos de billetes no solo es ilustrativo, sino indefendible.
El suceso ocurrió previo a la campaña que llevaría a Sansores a la gubernatura, de modo que los recursos debieron haber servido para tal propósito.
Eso ocurrió en las oficinas de Carlos Aysa mientras era gobernador interino, cuya posterior recompensa fue la embajada de República Dominicana, donde hoy despacha.
Los receptores de cifras millonarias también fueron premiados: Raúl Pozos Lanz es el actual secretario de educación pública y Armando Toledo es jefe de la oficina de la gobernadora.
En la oportunidad que se les concedió como derecho de réplica, ninguno pudo explicar el origen y el destino de los fajos de billetes recibidos.
No es cualquier cosa que la protagonista central de este penoso incidente sea Layda Sansores, quien se ha esmerado por asumir un rol de honestidad y moralidad pública. Justamente fue ella quien fue usada para denunciar actos de corrupción del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno.
A la mandataria campechana, los tiros le están saliendo por la culata. Además de la exhibida descrita, también enfrenta ahora siete denuncias penales por ejercicio abusivo de funciones, desvío de recursos y enriquecimiento ilícito, los que en la víspera fueron presentados en su contra y de varios de sus exfuncionarios cuando fue alcaldesa de Álvaro Obregón, en la Ciudad de México.
Ante tales hechos, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo el mutis acostumbrado. A primera instancia dijo desconocer los videos y en su siguiente conferencia mañanera, justificó al asegurar que dichos videos serían parte de un intento por perjudicar su imagen y la credibilidad de la Cuarta Transformación.
“Hay desde luego mucho interés en querer igualarnos. Es echar porquería al ventilador. Es decir ‘todos son iguales’. Eso ya lo hemos padecido y más cuando hay escándalos de corrupción en el bloque conservador”.
“A mí me pueden llamar peje, pero no lagarto, si por eso he resistido, si no ya me hubieran hecho minilla de peje, pero no pueden”, respondió sonriente.
Queda claro que no se reconocerá jamás que la corrupción sigue enquistada en la vida pública del país, pero también es evidente que una cosa es el discurso y otra la cruda realidad. De nada sirven las evidencias de lo de Bejarano, lo del propio hijo del mandatario, lo de Delfina Gómez y ahora lo de Layda Sansores, por citar solo algunos casos.
¿Cómo sostendrá la 4T en el futuro próximo el discurso de la honestidad y de la presunta extinción de la corrupción? ¿A qué aludirán sus candidatos en las batallas electorales que se avecinan? ¿Lo harán acaso con otros temas menos comprometedores, por ejemplo, sobre el futbol que también enciende pasiones?
Así ya lo hizo al menos el diputado federal poblano Ignacio Mier, a quien por lo visto le gusta la alternativa de recurrir a un Plan B. Apenas, en una gira en Tehuacán, dijo que presentará una alternativa legal en el Congreso para remediar los males de nuestro balompié. “Es importante poner en el centro de todo esto el desarrollo de nuestro deporte nacional, ya basta de hacer el ridículo en cada Mundial, como sucedió el año pasado”, expresó.
Tras el fracaso en el Mundial de Qatar, anunció que desde la Cámara de Diputados “vamos a proponer alternativas para asegurarnos que eso no vuelva a suceder”, al tiempo que se pronunció por devolver el futbol al pueblo a través de considerar el sentir nacional en las decisiones de los directivos.
En este contexto, Mier Velasco anunció que presentará una iniciativa de ley para mejorar el futbol mexicano a fin de hacer frente al mundial de 2026, por lo que, en coordinación con la federación de futbol, gobiernos estatales y municipales, se pueda fortalecer este deporte nacional.
En la agenda ya no sirven los argumentos a favor en materia de seguridad, salud o educación. Los aspirantes de la 4T hablarán de futbol para erguir se como salvadores de tan popular deporte.
Lo que no se sabe por ahora es si en ese Plan B, alternativo al que ya presentó la Federación Mexicana de Futbol, se incluye una encuesta para decidir quién será el próximo técnico del seleccionado nacional, cuyas “corcholatas” por ahora son Miguel el “Piojo” Herrera, Ignacio Ambriz, Guillermo Almada y Diego Cocca.
Ahí se los dejo.