Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Bajo el lema “Si te drogas te dañas”, el pasado lunes comenzó una campaña a nivel nacional que pretende llegar a 11 millones de estudiantes mexicanos de nivel secundaria y media superior. En el caso de Puebla, esta estrategia para la prevención de adicciones tendrá cobertura para 337 mil 866 estudiantes de secundaria y 284 mil 751 de media superior.
Se trata, sin duda, de una acción asertiva del gobierno federal si se considera que las adicciones entre la población infantil y juvenil se ha incrementado sensiblemente. Datos oficiales revelan que actualmente la edad promedio de inicio del consumo de drogas, legales e ilegales, es a los 13 años.
A ello se ha sumado que organizaciones criminales involucran cada vez más a menores de edad en los procesos de producción y en el trasiego de drogas, o bien los utilizan como “halcones” y mensajeros para que alerten sobre la presencia policíaca en sus territorios.
Por eso la medida oficial tiene especial relevancia, ya que desde los años 80, el gobierno federal no había impulsado con seriedad una campaña nacional para inhibir el consumo de drogas, especialmente entre jóvenes adolescentes.
Ese largo rezago significa que prácticamente durante 40 años los distintos gobiernos federales de todas las filiaciones políticas han sido no sólo omisos, sino irresponsables ante una problemática de tan enorme repercusión social, en cuanto a que incide en asuntos formativos, de salud pública y hasta de seguridad nacional.
La estrategia ejecutada durante todo el periodo presidencial de Miguel de la Madrid, se basó entonces en la premisa de que el combate al narcotráfico y a la farmacodependencia no debía ser sólo un trabajo administrativo, sino que exige además la movilización comunitaria.
Fue así que bajo la estructura de la Procuraduría General de la República (hoy Fiscalía), surgió un programa de atención de la delincuencia asociada a la farmacodependencia, llamado ADEFAR, bajo la dirección del médico Manuel Mondragón y Kalb, quien años después estuviera a cargo de las tareas de seguridad pública del gobierno capitalino.
Dicho programa ejecutó acciones muy intensas en materia de promoción mediante folletos, información a maestros, actividades profesionales y académicas, publicidad y hasta anuncios espectaculares y pintas de bardas.
Implicó también que mediante convenios se comprometiera el involucramiento de los gobiernos estatales, y sus respectivas dependencias del ramo educativo y de seguridad pública, al considerar que adolescentes y jóvenes son frecuentemente infractores de delitos e infracciones.
La efectividad de ese proyecto se concretó gracias a una amplia participación social, especialmente de padres de familia y maestros, los que integraron en una primera etapa más de 12 mil comités y subcomités para formar, como lo dijo entonces el abogado de la Nación Sergio García Ramírez, “todo un ejército ciudadano dedicado a prevenir y desalentar el consumo de drogas”.
Fue aquél un ejercicio amplio y efectivo que se extendió en todo el territorio nacional, que incluyó entonces desde luego a Puebla y que tuvo entonces como su promotor al extinto abogado Ramón López Rubí.
Al terminar ese periodo sexenal ocurrió lo que es frecuente en la vida pública nacional: el programa ADEFAR fue extinguido y muchos de sus logros quedaron acaso resguardados en archiveros, pese a las evidencias de que el consumo de drogas, marihuana y cocaína especialmente, estaba en pleno crecimiento entre la población juvenil.
Hoy, poco más de 40 años después, el gobierno federal al fin advirtió la necesidad de promover acciones para concientizar a jóvenes de educación secundaria y bachillerato sobre los riesgos en materia de prevención de drogas, cuya variedad por cierto se ha multiplicado con la aparición de nuevos y muy dañinos componentes químicos, entre los que destaca, por su letalidad, el fentanilo.
Está previsto que la campaña preventiva recién iniciada sea esparcida en los centros educativos a través de sesiones de orientación dirigidas por los maestros, los que fueron dotados de guías, materiales impresos, infografías, audiovisuales y otros recursos gráficos. Adicionalmente, se ha puesto en marcha una promoción muy amplia mediante mensajes por radio, televisión y redes sociales.
Más de 83 mil maestros de 62 mil escuelas en el país, incluyendo a Puebla, han recibido el material didáctico contenido en una guía de 64 páginas, cuyo tiraje fue de un millón de ejemplares. El folleto ilustrado contiene detalladas explicaciones sobre los distintos tipos de drogas y los daños que causan su consumo.
En el caso del fentanilo, por ejemplo, se advierte que ¡a la primera te mata!
Al menos hasta que concluya el ciclo escolar en curso, los docentes deberán organizar sesiones de unos 15 minutos al menos tres veces a la semana y propiciarán que los alumnos participen y puedan aclarar todas sus dudas e inquietudes.
Las guías para docentes contienen información básica y didáctica sobre las diferentes drogas o sustancias psicoadictivas como el fentanilo, las metanfetaminas, los vapeadores, la cannabis o marihuana, el alcohol, tabaco y las benzodiacepinas, y describe las consecuencias y daños irreversibles que ocasiona su consumo.
El documento también destaca que la comunidad educativa es uno de los sectores de la sociedad más vulnerables y que padece profundamente las consecuencias negativas del uso de drogas, cuyo consumo “afecta de forma directa el desempeño académico de estudiantes de educación básica y media superior, así como su desarrollo integral y bienestar”.
Algunos de estos impactos –advierte– son un bajo rendimiento académico, descenso en las calificaciones, desarrollo de conductas violentas, ausentismo y abandono escolar, y refiere que “las acciones enfocadas en la prevención de adicciones se fortalecen con el trabajo conjunto de toda la comunidad educativa: estudiantes, docentes y familias”.
A este respecto debe acotarse que esta estrategia gubernamental no prevé con claridad cuál debería ser el rol que juegan los padres de familia, cuya autoridad y peso moral sigue siendo indiscutible en el seno de los hogares mexicanos. Dejar toda la tarea a los docentes no parece suficiente y esa falta de involucramiento activo por parte de los tutores podría ser una grave omisión.
Aun así, y aunque la iniciativa “Si te drogas te dañas”, parece llegar demasiado tarde, no puede dejar de reconocerse que se trata de un esfuerzo muy loable, más aún en estos tiempos de tantos desaciertos en el combate a las drogas y en general, en las acciones de gobierno de la 4T contra la delincuencia organizada.