Soliloquio
Felipe Flores Núñez
En plenos tiempos de acalorada guerra, tener la iniciativa para convocar al “juego limpio” y exigir respeto a la vida privada y a la familia incluso de los rivales es un acto de nobleza, una expresión de alta civilidad.
En esa dimensión debe valorarse la honesta y puntual intervención de Beatriz Gutiérrez Muller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador –anteponiéndose incluso a que él fijara su postura– ante la burda y ruin embestida de esta semana contra el hijo de la candidata presidencial del bloque opositor.
En el contexto de las campañas electorales, la historia de este capítulo acaparó los reflectores: por redes sociales se difundió un video que exhibe el comportamiento prepotente y grosero del vástago de Xóchitl Gálvez, quien en evidente estado de ebriedad insulta reiteradamente al empleado de un centro de diversión.
Tales hechos ocurrieron hace un año, pero a mentes perversas que nunca faltan les pareció oportuno circular ahora las imágenes, a unos días del debate entre aspirantes a la silla presidencial.
Por parte de los autores de la maniobra, desde luego afines a la 4T, se advierte una perversa acometida al menos con dos propósitos: denigrar a la candidata opositora y al mismo tiempo intimidarla ante posibles ataques durante la confrontación de este domingo.
Tras ser difundido el video en las “benditas” redes, muy pronto el regocijo de muchos fue frenado con un largo y sustancioso mensaje emitido en Facebook desde las mismas alcobas de Palacio Nacional.
Gutiérrez Muller literalmente escribió:
“Defiendo y defenderé el derecho que tienen los familiares de políticos a ser respetados en su persona y vida privada.
Por más que quieran vincular (de un lado u otro) a los consanguíneos para beneficiar o perjudicar a alguien por cuestiones políticas, el problema no es con ellos. Los padres, los hijos, los familiares NO somos responsables de los actos de ellos; solo de los nuestros. Cuando somos mayores de edad, cada cual también debe ser consecuente de los suyos. Los niños y menores están todavía más aparte. Es abominable que ataquen a estos últimos.
Los errores, las equivocaciones o delitos de alguien de la familia, así como sus aciertos, victorias o magnanimidades no son transferibles ni hereditarias, creo, en ningún lugar del mundo. Es México, segura de que no.
Un favor a los políticos en campaña y a sus equipos: jueguen limpio. Quizá es mucho pedir. Pero, como mexicana, rechazo que los familiares sigan siendo “daños colaterales”.
Saludo y abrazo a Juan Pablo: como adulto, igual que yo, lo que tengas que corregir que te lo dicte tu propia conciencia, como debe ser. Que te vaya bien en la vida es mi deseo.
Reciban todas estas víctimas mi solidaridad. ¡Basta!
(P.D. Bloqueo automático al grosero, al que falte al respeto, al ‘robot’ y en general al que se quiera ‘pasar de lanza’)”.
Con ese antecedente que debiera ser referente para todos los actores políticos, justo este domingo seremos testigos del primero de los tres debates programados entre quienes aspiran a la presidencia de la República.
¿Qué esperar de estos encuentros?
De entrada, se equivocan quienes piensan que podrían impactar de gran modo en las preferencias electorales, aunque no dejan de ser un escenario ideal para mostrar virtudes y, en su caso, exaltar defectos del opositor.
No se esperan muchas sorpresas, pero como bien se dice, para quien va adelante en la contienda, cada debate es un riesgo y para los oponentes, una oportunidad.
Con esa premisa, es de suponerse que la candidata por la coalición “Sigamos haciendo historia” no arriesgará ni un ápice la cómoda ventaja que lleva sobre sus rivales, por lo que se ajustará a su guion para exponer sus principales propuestas en la medida que se lo permitan las preguntas mayoritariamente planteadas con antelación por ciudadanos.
En tono más agresivo, Xóchitl Gálvez por la alianza “Fuerza y corazón por México” está obligada a ir a la ofensiva, arriesgar hasta el límite y cuestionar de manera enfática las deficiencias del actual gobierno federal, sobre todo en temas sensibles que está previsto sean abordados, como educación, salud, transparencia, combate a la corrupción y violencia contra las mujeres.
Por su parte, Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, no tiene nada que perder y sí algo por ganar en caso de un buen desempeño, aunque no acaba de convencer que en realidad representa “lo nuevo” de la política nacional.
Como sea, el debate de esta noche ha generado expectativas y de modo colateral podría ser un referente de lo que en su oportunidad ocurrirá en Puebla, en donde, valga la redundancia, durante el cierre de semana el tema del debate fue todo un debate.
Se sabe que por obligación normativa el Instituto Electoral del Estado debe organizar “al menos” un debate entre los contendientes y justo es lo que está haciendo de manera organizada mediante acuerdos con los representantes de todos los partidos políticos.
Hasta ahora, en reuniones formales de comisiones se ha consensuado que el evento sea el próximo domingo 12 de mayo a las 17:00 horas en el Complejo Cultural Universitario de la BUAP, bajo la conducción de los acreditados periodistas Patricia Estrada y Juan Carlos Valerio.
Ya en presencia de comisionados de las campañas de los tres aspirantes, durante esta semana se decidirá tanto el formato como la temática del encuentro.
El orden se rompió cuando el candidato de la coalición PAN-PRI-PRD, Eduardo Rivera Pérez, hizo saber que había solicitado ante el IEE la celebración de un debate más, versión que el representante ante el organismo, Oscar Pérez Córdoba, confirmó, ante la necesidad de “promover una democracia más participativa” (sic).
Tal petición no es novedosa; desde siempre los candidatos que se ven en desventaja han promovido más debates con la falsa creencia de que les podrían significar más oportunidad de reducir la ventaja con quien lidera la competencia; en este caso, el morenista Alejandro Armenta.
No hay mucho que abundar sobre la relevancia y el peso real que tienen los debates durante las campañas electorales.
Desde que se instituyeron, hace 30 años en el país, está más que probado que su incidencia es mínima, casi nula entre los votantes.
Aun así, el morbo prevalece, en especial para quienes gustan de los ataques y del juego sucio. Allá y aquí escucharemos propuestas, ideas, planteamientos serios sobre proyectos a favor del país y de Puebla, pero también agresiones y vituperios al por mayor.
Finalmente, en los debates se vale de todo, a excepción de involucrar la vida privada y a la familia, como bien se nos recordó esta semana.
Del demás “juego limpio” poco habría que esperar.