Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Por su vocación humanista y múltiples contribuciones al quehacer nacional desde distintos ámbitos, el deceso del doctor Sergio García Ramírez, ocurrido el pasado miércoles, deja un enorme pesar y un hondo vacío.
Se trata, indiscutiblemente, de un personaje ilustre y ejemplar, cuyo legado es incalculable. García Ramírez brilló no sólo como académico, jurista y defensor a ultranza de los derechos humanos y de la vida institucional del país, sino que también sobresalió en su largo paso por la administración pública y en otras muchas facetas del acontecer político del país.
Larga y prolífica fue su trayectoria, que transitó desde ser director del penal de Lecumberri –macabro recinto que clausuró para dar paso a su proyecto reformista que derivó en los actuales centros penitenciarios– hasta ocupar la Procuraduría de Justicia del entonces Departamento del Distrito Federal y ser después procurador General de la República, durante todo el sexenio del presidente Miguel de la Madrid.
Antes fue consejero del IFE (ahora INE), subsecretario en las secretarías de Gobernación, Educación Pública y de las extintas Patrimonio Nacional y Fomento Industrial.
También secretario del Trabajo y Previsión Social, presidente fundador del Tribunal Superior Agrario y del Instituto Nacional de Ciencias Penales; fue juez y presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en cuyo periodo contribuyó a legislar visionarias normativas.
En el medio deportivo, ocupó la subsecretaría de la Juventud y Deporte de la Secretaría de Educación Pública y fue presidente del Comité Organizador de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, además de miembro del Comité Olímpico Mexicano y de la Confederación Deportiva Mexicana.
De mente iluminada y pluma prodigiosa, García Ramírez fue un prolífico autor. A sus disertaciones académicas por varias décadas en la Facultad de Derecho de la UNAM –donde llegó a figurar como investigador emérito– se suma una extensa obra escrita con más de 50 títulos sobre jurisprudencia, entre ellos, varios ejemplares relativos a temas penitenciarios y los derechos humanos.
Compendia también centenas de conferencias magistrales y de artículos en publicaciones nacionales y extranjeras de investigación, docencia y divulgación, así como sus colaboraciones en varios medios impresos de circulación nacional en los que ofreció sin tapujos su visión de la vida nacional, entre los que se incluyen varios textos críticos ante la injerencia del actual presidente Andrés Manuel López Obrador en agravio al Poder Judicial, la Suprema Corte de Justicia y al INAI, entre otros.
García Ramírez publicó el año pasado su último libro, a manera de memorias, titulado Del alba al crepúsculo. Páginas de mi vida, editado por Planeta, que ya estaba anunciado para ser presentado el próximo 29 de febrero, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
En sus primeras reflexiones del vasto texto en 872 páginas, García Ramírez vaticina: “Estoy muy lejos del alba, que apenas recuerdo, y en la inmediata cercanía del ocaso. No lo conozco ni lo sabré hasta que alguien me indique la puerta que deberé abrir y el camino que habré de recorrer”.
Recapitula: “Doy cuenta de mi vida, ya larga: más de 80 años de andar caminos. De cada uno he tomado enseñanza y experiencia. Ahora miro hacia mí, muy adentro, y pongo mis recuerdos bajo la mirada de los lectores. Atraigo memorias antes de que la memoria desvanezca”.
Y explica, en tono de presagio: “He intitulado este ejercicio: Del alba al crepúsculo. Desisto de aquélla y transito en éste, cerca del punto en el que el crepúsculo se convierte en ocaso, y el ocaso, en oscuridad y silencio”.
Agrega: “No he podido –ni podría– mencionar todas las estaciones y personas que han aparecido en el curso de ocho décadas. Refiero mis puntos de vista sobre los hechos y los dichos de México, mi tierra, y los mexicanos, mis compatriotas”.
Como despedida, escribió: “Mas allá de las anécdotas, intento consideraciones que contribuyan a entenderlas y a explicarlas. Lo hago a mi manera, por supuesto. También expreso mis gratitudes, que son numerosas. Con éstas abastecí mi existencia. En fin, por todo a todos, gracias. Y adiós”.
García Ramírez también participó activamente en la política e incluso fue protagonista de un suceso singular que merece mención aparte, tras figurar en 1987 como precandidato del PRI a la presidencia de la República, contienda interna que finalmente se adjudicó Carlos Salinas de Gortari.
Dejo intencionalmente al final este pasaje que me tocó presenciar, tras haber tenido la oportunidad de colaborar con él durante una época de mi desempeño profesional en áreas de la comunicación social, razón por lo que puedo evocarlo con admiración y respeto por las muchas enseñanzas y por la distinción de su trato cotidiano siempre cordial y fraterno.
Como subdirector general y luego como director de información en la Secretaría del Trabajo y la Procuraduría General de la República, y luego en el Tribunal Agrario, durante más de ocho años tuve ocasión de compartir con él muy intensas y aleccionadoras jornadas laborales.
Así queda al menos testimoniado en una dedicatoria de su libro Discursos de política y justicia, editado en 1988, en el que con puño y letra escribió: “Al señor licenciado Felipe Flores, compañero y amigo, con afecto y reconocimiento por su leal desempeño en muchos años de trabajo compartido”.
Espero tener la oportunidad de relatar en otra ocasión la vivencia de aquel capítulo en el que –por causas entonces explicadas difusamente– García Ramírez fue virtualmente “destapado” como candidato presidencial, versión que incluso un diario de circulación nacional llegó a publicar. Horas después de ese inédito incidente, el dirigente del PRI anunciaría la candidatura oficial de Carlos Salinas de Gortari. Y para bien o parta mal, la historia cambió.
En paz descanse el doctor Sergio García Ramírez, quien expresamente en su momento le pidió a su esposa Ramen prescindir de cualquier tipo de homenaje o sepelio público, lo cual no exenta que sea por siempre reconocido como un ilustre y emérito mexicano.