Soliloquio
Felipe Flores Núñez
El mandatario Sergio Salomón Céspedes Peregrina anunció, el pasado jueves, que retomaría los traslados en los helicópteros oficiales, propiedad del gobierno estatal. Este fin de semana comenzó a hacerlo.
Debió haber sido una decisión difícil y extremadamente ponderada, tal vez por eso se encomendó a la protección divina.
“Que Dios nos acompañe”, exclamó.
Y también por eso, su advertencia de que serán “muy estrictos” en las condiciones de uso, “a fin de que haya certeza de que la aeronave siempre esté en las mejores condiciones”.
Su tono preventivo tiene evidente explicación. Son varios los antecedentes en torno a lamentables incidentes en Puebla por fatales percances de aeronaves oficiales.
El tema es todo un estigma y lo sabe el gobernador.
“Sabemos de los sucesos relacionados con aeronaves que se han suscitado en épocas recientes en el país y, por su¬puesto, particularmente en Puebla. Por eso seremos muy estrictos en las condiciones de uso, así como la conformación de las bitácoras de vuelo, a fin de que haya certeza de que la aeronave siempre esté en las mejores condiciones”, señaló.
Se refería, por supuesto, a que son ya cinco los accidentes ocurridos desde que hay una flota aérea el gobierno estatal, algunos de consecuencia fatales, como el más reciente, cuando perdieron la vida la gobernadora Martha Érika Alonso Hidalgo y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle Rosas.
La racha fatal se inició en 1993, durante la gestión de Manuel Bartlett, cuando en Izúcar de Matamoros un grupo de manifestantes arrojó piedras a un helicóptero mientras despegaba, pero el mandatario no iba a bordo.
Poco después, otro aparato se derrumbó en la Sierra Norte cuando fue a cargar combustible a Poza Rica, mientras que el gobernador acudía a un acto público, incidente en el que perdió la vida el titular de Gira y Protocolos del gobierno estatal.
En diciembre de 2001, al tercer año del mandato de Melquiades Morales Flores, un aparato Bell-12 se estrelló contra una vivienda en construcción y luego se incendió, apenas segundos después de haber despegado, tras un acto en el municipio de Santa Rita Tlahuapan, muy cerca del Volcán Popocatépetl.
Iban a bordo de la aeronave siniestrada: Moisés Carrasco Malpica, presidente de la Gran Comisión del Congreso local; Sergio Ayón Rodríguez, comandante de la 25 Zona Militar; Amado Camarillo Sánchez, secretario de Educación Pública; José Yitani Maccise, presidente del Consejo Coordinador Empresarial en Puebla; y Luis Geraldo Inman Peraldi, presidente de Canacintra-Puebla; así como Domingo Becerril.
También, como invitados a la gira, los periodistas Miguel Reyes Razo –columnista en medios nacionales– y Mario Alberto Mejía, actual director del diario Hipócrita Lector, así como y el que esto escribe, entonces titular del área de Comunicación del gobierno estatal.
De la colisión, en la que el gobernador Morales Flores tuvo una lesión sin consecuencias en su pierna izquierda, y el piloto Salvador Flores salió con golpes en la cadera y cortaduras en el rostro, se supo después que el despegue había sido un desafortunado error, al ejecutarse en medio de una tormenta de polvo que provocó otra aeronave, también alistada para elevarse.
Melquiades Morales, por cierto, no interrumpió sus giras usando helicópteros, incluso un día después del referido accidente viajó en uno a Ciudad de México, “para impedir que me gane el miedo”.
En 2008, durante el sexenio de Mario Marín, al regresar de una gira en la Sierra Norte murieron ocho personas en Tepango de Rodríguez, donde a causa de la neblina se estrelló el helicóptero en que viajaban Patricia Rosano Maldonado, esposa del entonces secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano, y Gabriela Henaine, esposa del empresario Ángel Casas Arellano.
En esa ocasión fallecieron también Elizabeth Carpenter de Pereira, Carmen Torres Santamaría, Ivonne Carrillo Sedeño y Carlos Lesier Gamboa, jefe de Participación Ciudadana, además de los pilotos Enrique Valdez Sánchez y Édgar Morales Méndez.
Finalmente, el 24 de diciembre de 2018, por causas aún no determinadas y a 10 días de haber tomado posesión como gobernadora –tras un cuestionado proceso electoral–, murieron Martha Érika Alonso Hidalgo y Rafael Moreno Valle Rosas, tras desplomarse la moderna aeronave Augusta Grand en la que viajaban con destino a Ciudad de México.
Murieron también los pilotos Marco Antonio Tavera Romero y Roberto Coppe Obregón, así como el asistente de la extinta gobernadora, Héctor Baltazar Mendoza. A inicios de 2022, el entonces gobernador Miguel Barbosa declaró que no haría uso de las tres aeronaves del gobierno estatal, incluso anunció que las pondría en venta.
Justo un año después, esta misma semana, el actual mandatario Céspedes Peregrina dispuso rehabilitar la flotilla aeronáutica para servicios de protección civil y de salud pública, así como en apoyo de sus actividades institucionales, “pero siempre bajo criterios de eficiencia y con mucha responsabilidad”.
Al hacer el anuncio, el Ejecutivo cuidó sus expresiones para justificar su decisión.
“Con el fin de optimizar los tiempos de traslado, tomando en cuenta que tenemos mucho trabajo por hacer y hoy solamente con¬tamos con 650 días por delante, he decidido utilizar, a partir de hoy, puentes aéreos, esto es, utilizar aeronaves del gobierno para realizar algunos de estos traslados”, enfatizó.
“Lo primero que tenemos que garantizar es nuestra presencia en todo el territorio, esto implica que el gobierno esté presente en las agendas y en la solución de las problemáticas de cada región, por lejana o pequeña que sea”. Dijo también que un gobierno presente también es el que se apersona en la capital del país.
“Tengo planteado tener una agenda intensa de gestiones con el Gobierno de México y con diferentes cámaras, razón por la cual estaré acudiendo constantemente”.
De ahí su determinación que de modo responsable ya empezó a cumplir. Decisión difícil, pero necesaria, indispensable en un ritmo de trabajo extenuante, agotador.
El gobernador Céspedes Peregrina asume que su gobierno transita a contra reloj, que no hay tiempo de pausas ni distracciones.
Se la ha visto por todos lados en atención a todos los temas. El don de la ubicuidad es casi una exigencia, más allá de todo estigma.
No está por demás, entonces, su invocación para captar la protección suprema. De ahí entonces que valga su muy humana expresión: “Que Dios nos acompañe”.