Soliloquio
Felipe Flores Núñez
En el contexto de la exitosa marcha del pasado domingo, –por más que se cuestionen los eventuales acarreos”– el mandatario estatal Miguel Barbosa se ha referido recientemente a lo que llama “la nueva clase política” que se está gestando en Puebla.
Sin identificar nombres y apellidos, precisa no obstante que “fueron (ellos) los que reunieron a 100 mil personas en la pasada movilización ciudadana en apoyo al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y en apoyo a la Cuarta Transformación”.
Ya antes había advertido de la existencia de esa nueva casta que se constituye y que “está integrada por poblanas y poblanos de todos los sectores”.
También había dado sus rasgos: “se distinguen por su conciencia y buscan la transformación de la sociedad”.
“Esa nueva clase que se está gestando se está mostrando en diferentes eventos y se organizan de manera natural; tienen identificación de pensamientos y propósitos de transformación, no sólo por la lucha del poder”.
En esa línea, ha destacado también que “atrás quedaron los tiempos de políticos y gobernantes caracterizados por los derroches, fantochería, arrogancia y opulencia”.
Eso ha ocurrido, deslizó, desde los tiempos del gobernador Guillermo Jiménez Morales.
Abarca por lo menos, en consecuencia, a las gestiones de Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz, Melquiades Morales Flores y Rafael Moreno Valle.
Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo los puentes.
Muchos también los políticos que fueron prospectos de nuevas generaciones políticas, pero que finalmente envejecieron sin consumar sus trayectorias.
Tal vez algunos amasaron fortunas, otros vergüenzas.
La lista es larga, ocioso referirla. Lo cierto es que muchos de esos prospectos no siempre tenían identidad.
Menos había en ellos principios y preocupación por las causas sociales.
Sobre ello también reflexionó el gobernador Barbosa.
Se trataba más bien de personajes que hacían operación política. “En el país y en todos los estados, los gobernantes tenían grupos de operación que se asumían como clase política, sin que en realidad lo fueran”, precisó.
La realidad –refirió– es que esos grupos estaban integrados por personas que, derivado de sus cargos públicos, conseguían riqueza, hacían negocios, poseían vehículos importados y viajaban por el mundo”.
La lista también es larga y también es ocioso referirla.
Tras esa distinción, Barbosa clarificó que actualmente, “la nueva clase política que se constituye en Puebla es sencilla y cercana a la gente, que pertenece a todos los niveles sociales y está preocupada porque siga la transformación en la entidad y en el país.
De ahí su conclusión, de que la movilización ciudadana del pasado domingo “es una muestra de esta nueva constitución, y además comprueba que Puebla es tierra lopezobradorista, en favor de la Cuarta Transformación”.
Dicho así, hay en Puebla una nueva corriente que identificada por principios conforma una fuerza política en toda la entidad.
Eso no significa que esa nueva clase política deje a un lado su interés por el poder, por una posición, lo que va implícito.
El concepto mismo, atribuido al pensador y prestigiado politólogo italiano Gaetano Mosca, refiere que “la clase política es la opuesta a los movimientos políticos”, y más bien “está integrada por individuos que pertenecen a diferentes estratos socioeconómicos, quienes actúan y se relacionan en común con una finalidad predeterminada: la toma del poder”.
Queda por acreditar qué tan vigorosa es esa nueva clase política que ahora se gesta; qué tan arraigados son sus principios éticos e ideológicos y qué tan comprometidos están con la Cuarta Transformación.
Eso se verá a todas luces en los tiempos que vienen, en los que además de los travestidos actuales en los que figuran algunos poblanos, sin duda muchos otros más intentarán infiltrarse al movimiento morenista que, por su inercia, tiende a permanecer en el poder por un largo rato más.