Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Son muchas las lecturas que se derivan de la recaptura durante la madrugada del pasado jueves del presunto narcotraficante Ovidio Guzmán López, hijo del legendario Joaquín El Chapo Guzmán Loera, quien está condenado a cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos.
Se trató, indiscutiblemente, de un severo golpe a uno de los grupos delincuenciales más activos y peligrosos, generador de múltiples hechos violentos en distintas regiones del país, señalado como de los principales productores y exportadores de drogas a la Unión Americana.
El operativo, ejecutado de manera por demás eficiente por las fuerzas armadas, significó un giro radical a la política de combate a la delincuencia que, durante la actual administración federal, había mostrado inusitados niveles de pasividad y complacencia. La expresión de “abrazos, no balazos” para contrastar la llamada “guerra” contra las bandas de la delincuencia organizada, emprendida en administraciones anteriores, hizo suponer incluso que había acuerdos oscuros y hasta posibles colusiones.
A esas sospechas ello se sumó la inexplicable liberación en 2019 del mismo Ovidio Guzmán, ordenada por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, y luego el saludo cordial del mandatario a la señora madre del Chapo Guzmán durante una gira en Sinaloa. De aquellas acciones, AMLO dijo no arrepentirse y tener la conciencia tranquila.
Ante lo inesperado del operativo, diversos analistas han concluido que su ejecución obedeció a una incesante presión del gobierno estadounidense. Parece mucha casualidad que Ovidio Guzmán haya sido detenido en la víspera de la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con motivo de la Cumbre de Líderes de América del Norte, que comienza este mismo lunes.
Frente al señalamiento de que la detención de Ovidio Guzmán es “un regalo para el gobierno estadounidense”, Andrés Manuel López Obrador aseguró que se actuó con autonomía. “Sí hay cooperación y la va a seguir habiendo, pero las decisiones las tomamos como gobierno soberano, independiente”.
“Los opositores pueden inventar lo que quieran, ya que desde la administración federal se está actuando con rectitud e integridad”, y aunque reconoció que puede haber varias interpretaciones, negó la injerencia y la participación de EU. No obstante, varios medios nacionales coincidieron en que el operativo fue una expresión de “buena voluntad” hacia el país vecino. En sus encabezados principales, titularon al día siguiente: “Biden lo pide…y AMLO lo tiene”, “Gracias Biden”, y “Welcome to México, president Biden”, entre otros.
Lo cierto es que Ovidio Guzmán era uno de los objetivos prioritarios del gobierno estadunidense, por considerarlo como uno de los más activos exportadores a su país de cocaína, marihuana, fentanilo y metanfetaminas, ambas drogas sintéticas, por lo que ya había sido requerido judicialmente para enfrentar allá cargos desde 2018. Tan es así, que ofrecía una recompensa por su captura de 5 millones de dólares.
Se sabe que en la agenda de Joe Biden para la reunión Cumbre, figuraba un serio reclamo al gobierno de México por su inacción contra los principales productores e introductores de drogas, especialmente en el caso de las llamadas sintéticas que por su potencial han causado miles de muertes entre jóvenes estadounidenses.
Un reciente reportaje de Los Ángeles Times revela que en la última década, el fentanilo se ha convertido en una popular droga ilícita de venta callejera y ha matado a miles de personas, por ser hasta 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina.
Refiere que más de 71 mil personas murieron en Estados Unidos por sobredosis, causadas por opioides sintéticos —fundamentalmente fentanilo— en 2021, lo que supone un aumento de más de 23% respecto al año anterior.
Más allá de todas esas conjeturas, es de considerar el poderío y la capacidad de respuesta de la organización delictiva agraviada tras el operativo, que si bien se vio sorprendida al haberse ejecutado por razones estratégicas durante la madrugada, en horas subsecuentes hizo una impresionante movilización que paralizó a la ciudad de Culiacán, con bloqueos de avenidas y quema de vehículos.
La jornada violenta se extendió a otras ciudades, como Los Mochis, Guasave, Mazatlán, Navolato y Ahome, en donde el caos generalizado obligó a la suspensión de actividades escolares, laborales y comerciales, así como de encuentros deportivos, y a llamados del gobierno estatal a la población para mantenerse en sus hogares.
El gobierno federal reportó que células delictivas implementaron al menos 19 bloqueos y agresiones armadas en diferentes partes de la ciudad de Culiacán, entre las que destaca el aeropuerto federal de Culiacán y la Base Área Militar número 9.
Las imágenes que fueron difundidas, incluyendo la de helicópteros lanzando disparos al punto del conflicto, fueron más que patéticas También es para ponderarse la conducta de algunas personas que aprovecharon las horas de incertidumbre para hacer actos de rapiña en tiendas de conveniencia y comercios de gran escala.
Fueron muy lamentables las escenas difundidas por redes sociales con gente saqueando artículos de consumo de todo tipo, desde pantallas y hasta refrigeradores.
Como saldo, la Secretaría de la Defensa Nacional reportó que en el operativo para la captura de Ovidio Guzmán desplegó a 3 mil 586 efectivos del Ejército y Guardia Nacional. Hubo 12 militares muertos, entre ellos un coronel comandante del 43 Batallón de Infantería, y otros 35 que resultaron lesionados. También perdieron la vida 19 miembros del Cartel de Sinaloa y otros 21 fueron detenidos. Se aseguró armamento de alto poder, equipo táctico diverso, 13 vehículos operativos y se inutilizaron 40 camionetas, de las cuales 26 eran blindadas.
Después de los hechos, Rosa Ícela Rodríguez, Secretaria de Seguridad Ciudadana del Gobierno de México, afirmó que el operativo de captura a Ovidio Guzmán “forma parte del plan de pacificación del país”. Destacó también: “El camino para hacer frente a la inseguridad es cero corrupción. Esa es la manera de alcanzar la paz… No venimos a ganar una guerra, venimos a construir la paz”.
Si la decisión era para entregar la cabeza de Ovidio Guzmán, los gobiernos mexicano y estadounidense tendrán que esperar. Un juez federal congeló este mismo viernes su posible extradición a Estados Unidos al concederle un amparo que suspende por ahora todo acto de deportación, expulsión, extradición y su ejecución, además que se evite la incomunicación del narcotraficante, lo que le permite contactarse con sus familiares y abogados defensores.
Para un análisis más certero, habrá que esperar la conclusión de esta historia con rasgos novelescos y con múltiples implicaciones en materia de seguridad pública, política y social. Por ahora, los hechos hablan por sí solos.