Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Aliarse o morir. Esa es la premisa de todos los partidos de oposición rumbo a 2024, lo mismo para la elección presidencial, que para la contienda por la gubernatura de Puebla.
Por sí solos, ninguno, ni de milagro, le gana a Morena. Y por lo visto hasta ahora, unidos quizá tampoco sea una garantía, aunque al menos de esa forma los opositores pueden mantener la expectativa de recuperar algunas plazas.
De ahí la relevancia del reencuentro entre las dirigencias del PAN, PRI y PRD para ir juntos, por lo pronto, en el par de elecciones a celebrarse este año en Coahuila y el Estado de México, y luego avanzar en la definición de candidaturas para 2024.
Como los gatos, la alianza opositora parece tener muchas vidas. Se percibía difícil al inicio de año que pudiera haber acuerdos y hacer que renaciera el bloque, tras la burda y sucia traición en septiembre pasado del líder priísta Alejandro Moreno, en el marco de la aprobación de la reforma que finalmente derivó en la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Alito no cumplió entonces con los acuerdos pactados por Va por México para obstruir las reformas que impulsara la 4T y eso provocó el rompimiento, que parecía definitivo. Fue hasta los movimientos posteriores en defensa del INE y en contra de la reforma electoral que se propiciaron nuevos acercamientos, con un perdón condicionado pero hasta convenenciero para Alito.
Tal resurgimiento causó enojos en Morena, pues pese a todo, considera una amenaza que los opositores vayan de la mano en 2024.
De distintas formas, el propio presidente López Obrador puso piedras en el camino para entorpecer la alianza y casi lo logra su extinción. El renovado acuerdo pareció descontrolarlo y sólo atinó a opinar con sarcasmo que los opositores “ya chuparon faros”.
“Dicen que ya se arreglaron, que el PRI va a apoyar al PAN en Ciudad de México y en la presidencial en 2024, o sea, los que están apuntados en el PRI ya chuparon faros si es cierto ese acuerdo”.
“Al menos en Morena ya está definida la ruta para elegir candidatos, que será mediante encuesta, pero de repente nos enteramos que hay acuerdos en el bloque conservador, que es lo más antidemocrático, donde los militantes ni siquiera deciden”, afirmó.
Y en eso tiene algo de razón, porque no queda claro cuál será el procedimiento de los aliancistas para definir a sus candidatos, aunque es evidente que será por decisión entre las cúpulas, tampoco hay certeza sobre si serán capaces de llegar a acuerdos consensuados y puedan presentar alternativas que sean viables para obtener victorias.
Este panorama e incertidumbre resulta pernicioso para los aliados, mientras que Morena avanza a ritmo acelerado y el posicionamiento de López Obrador se ubica cada vez mejor en todos los rincones del país.
Es el caso de Puebla, donde el tiempo apremia frente a un escenario complicado. Un reciente y muy confiable estudio del BEAP es más que revelador: En el momento actual, todas las encuestas estatales serias marcan una preferencia mayoritaria hacia Morena y su alianza, por encima de la del PAN-PRI-PRD. Puebla capital no es la excepción, ni tampoco los municipios conurbados, donde se creía que hay ventaja de la oposición.
De ahí el llamado que recién hizo el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, para “acelerar el paso” y concretar en Puebla dicha alianza, y luego definir las reglas, como ya se hizo en Estado de México y Coahuila para sus comicios locales, y en Ciudad de México para 2024. Un primer acuerdo, en este caso, es que el PAN llevará la mano para la elección presidencial y para la jefatura del gobierno capitalino.
El alcalde panista, que luce todavía como el candidato más sólido para disputar la gubernatura por la oposición, y que se había mostrado prudente para abordar temas electorales, sabe que el tiempo es otro enemigo a vencer.
Por ello, Rivera Pérez destaca la relevancia de que las dirigencias del PAN, PRI y PRD definan los alcances de la alianza, y juzgó “oportuno e importante” acelerar el paso para el estado de Puebla, que es –por cierto– una de las cinco entidades que aportan gran cantidad de votos durante las elecciones.
“Serán los presidentes de los partidos los que marquen los tiempos, las posiciones y las mejores opciones, para que los interesados puedan des¬de ahora tener certeza sobre su participación”, señaló.
Y fue todavía más allá, al abordar un tema que es fundamental y que tiene que ver con la posibilidad de considerar entre los aspirantes a miembros destacados de la sociedad civil. En ese sentido, Rivera juzgó conveniente tomar en cuenta a los mejores perfiles ciudadanos que mucho podrían aportar al proceso y al desarrollo de Puebla.
La pregunta es, hablando de Puebla, si hay ciudadanos con esos perfiles y, en su caso, si estarían dispuestos a enfrascarse en una batalla electoral que se espera será más que ríspida y desgastante.
Digamos que hay acuerdos partidistas inteligentes, que las reglas del juego son claras y equitativas, que hay figuras políticas destacadas para erigirse como candidatos y que, además, se logra incorporar a personajes ciudadanos para completar un cartel competitivo.
¿Se le puede ganar así a la ola morenista? Está por verse, pero si de lo que se trata es de sumar, será también necesario que se añada a otras fuerzas políticas, como Pacto Social de Integración y Movimiento Ciudadano, cuya cuota ayuda aun siendo precaria.
A estos esfuerzos, hay un eslabón más en el que la oposición confía: que organizaciones de la sociedad civil se adhieran, pero poco ha hecho para tomarlos en cuenta y tengan una participación más activa en la configuración de una agenda que pueda delinear el establecimiento de gobiernos de coalición, proyectos de gobierno y el rumbo que debería tomar el estado y el país.
En este sentido, parece haber disposición de representantes de diversas agrupaciones, entre ellas el Frente Cívico Nacional, Sí por México, Sociedad Civil México, Unidos por México, UNE México y Poder Ciudadano.
Así las cosas, queda claro que el sólo hecho de una alianza partidista no es suficiente para contener el avance de Morena, ni a nivel nacional ni en Puebla.
Por gigantesca y complicada, la tarea del bloque opositor luce casi imposible. Aun así, es tiempo de empezar a intentarlo. Mañana podría ser demasiado tarde y se haría realidad el presagio de “chupar faros”, la marca del cigarrillo que durante la época de la revolución le daban a los condenados a morir fusilados.