Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Prevalecen todavía muchas dudas, justo cuando incursionamos en la última fase del proceso selectivo para definir las candidaturas presidenciales, tanto del lado oficialista, con Morena a la cabeza, como del frente opositor, conformado por el PAN, PRI y el PRD, más algunas organizaciones ciudadanas.
Lo único claro por ahora es que no hay nada definido, si bien las tendencias hacen suponer que las respectivas estafetas para la jornada electoral del 2024 serán asumidas, respectivamente, por Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez.
Eso al menos se deduce por los acontecimientos más recientes, pero, desde luego, los escenarios podrían modificarse intempestivamente si se considera que en la política no hay nada escrito y que no siempre ocurre lo que la lógica sugiere.
Por parte del bando de la 4T, ayer concluyeron los tediosos recorridos que por todo el país hicieron desde el pasado 19 de junio los seis aspirantes –Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco–, cuya cuota por cierto ya fue saldada al otorgarle primacía al Verde Ecologista para el gobierno de Chiapas.
Durante tales eventos, virtuales actos de precampaña (aunque se niegue), se evidenciaron no sólo diferencias internas, sino todo tipo de expresiones que parecían ya superadas, muy al viejo estilo del PRI, como apoyos simulados desde el gobierno federal y el de todos los estatales morenistas, acarreos y desmedida promoción propagandística, cuyo dudoso y opaco financiamiento sigue siendo motivo de dudas y reprobación.
La etapa final se iniciará mañana con una serie de consultas públicas por parte de distintas empresas encuestadoras, las que concluirán el domingo entrante, y tres días después –el miércoles 6 de septiembre– se dará a conocer el resultado final y el nombre de quien encabezará la llamada Coordinación de la Defensa de la Transformación, que a su vez derivará en la candidatura presidencial.
Y sí, todo indica que, efectivamente… es Claudia.
La exjefa del gobierno de la Ciudad de México logró mantenerse de punta a punta por arriba en todas las encuestas –su ventaja es de al menos 10 puntos sobre Ebrard–, además que la permanente insinuación de que ella era la favorita del presidente López Obrador indiscutiblemente le favoreció. Ante tal inercia, un posible triunfo de Marcelo Ebrard parece una utopía.
Será interesante a partir de entonces percatarse qué tan profundas fueron las fracturas que se produjeron durante los casi dos meses de exposición de los seis contendientes, sobre todo en lo que se refiere al caso del propio Ebrard, cuya inconformidad fue permanente, y en menor proporción, el de Ricardo Monreal y el del petista Fernández Noroña.
Los demás se comportaron todo el tiempo muy disciplinados con discursos acotados y fríos monólogos en los que fue una constante alabar los logros de la actual administración y de ofrecer gobiernos de continuidad.
También con sello de precampaña y con algunos atropellos el bando opositor incursiona por igual a la recta final tras una serie de foros temáticos en los que se exhibieron cara a cara las dos finalistas, la panista Xóchitl Gálvez y la priista Beatriz Paredes. Ambas tuvieron la oportunidad de “dar su visión de México” al abordar temas torales y aportar propuestas en materia de seguridad, salud, educación, programas sociales, entre otros.
Vendrán ahora dos estudios de opinión –uno telefónico y el otro levantado en viviendas–, cuyo resultado se conocerá el domingo entrante, mismo día en que habrá unas elecciones primarias en las que sólo podrán participan los casi 2 millones de ciudadanos que se registraron puntualmente en una plataforma electrónica expresamente diseñada.
Ese mismo 3 de septiembre se decidirá la candidatura para encabezar lo que se tituló la construcción del Frente Amplio por México, equivalente a la nominación, para lo cual se apelará al resultado de los sondeos y de los comicios, con valor de 50 por ciento de cada uno de los ejercicios.
Y sí, todo indica que la postulación será para… Xóchitl Gálvez.
Sin embargo, en este caso hay todavía muchos obstáculos por superar.
El proceso interno del frente opositor indujo durante la semana reciente circunstancias inesperadas, entre éstas la más destacada la dimisión de Santiago Creel, en quien el PAN había puesto todas sus fichas.
Viéndose superado por la priista Beatriz Paredes, decidió en congruencia –se le debe reconocer– hacerse a un lado y sumar su bagaje a favor de Xóchitl Gálvez para así favorecer a su partido.
Esta jugada de última hora provocó que algunos sugirieran una acción similar por parte de Beatriz Paredes, en su caso para dejar camino libre a Xóchitl en consideración a su creciente popularidad, pero eso no ocurrirá a pesar de que en los estudios de opinión por ahora la panista lidera abiertamente.
De modo puntual, la exgobernadora tlaxcalteca ha dicho que su decisión de no declinar a favor de Xóchitl fue para “no sumarse al modelo patriarcal de los arreglos en la política y mantener la democratización del proceso”, postura que también se debe apreciar.
La conclusión de muchos analistas es que en términos de capacidad política, experiencia y visión de Estado, Beatriz Paredes es la mejor alternativa del frente opositor, pero Xóchitl Gálvez luce como mejor candidata en una entorno electoral debido a su natural y potente empatía y su inusitado arrastre social.
La diferencia entre una y otra ha quedado ya expresado desde el proceso de recopilación de firmas de apoyo y luego en todos los sondeos que se han hecho, en los que la diferencia a favor de la panista es mayor a los 20 puntos.
Al menos en Puebla la tendencia es muy favorable a Xóchitl, aunque a decir de Jaime Alcántara, quien coordinó aquí los eventos de Beatriz Paredes, “ella no necesitó actividades de posicionamiento”, y al aclarar que no va por un puesto, sino por causas, aseguró que cuenta con el respaldo de los priistas poblanos.
Como sea, la realidad de las circunstancias actuales hace que sean los partidos políticos –PAN y PRI– factor determinante con la movilización de sus respectivas estructuras para incidir tanto en el sondeo final como en los comicios del domingo entrante, ejercicios que a la vez podrán dar la pauta de los alcances y fortalezas del movimiento opositor en su conjunto para la jornada electoral del año entrante.
Así pues, el epílogo de las contiendas internas de las dos fuerzas que se enfrentarán en 2024 está en los linderos de su desenlace, lo que ha mantenido entretenida a la audiencia pública, testigo de un inédito juego político.
Hasta hace unos meses, el movimiento de la 4T dominaba el escenario a sus anchas y no se vislumbraba ninguna opción ni alternativa que pudiera representar contrapeso o posibilidad de riesgo. Hoy todo es diferente.
Con todo el apoyo desde la cúspide del aparato estatal, Morena se mantiene liderando la contienda, pero en el escenario ha incursionado una oposición capaz de competirle y eso es sano en términos de pluralidad y democracia.
En esa tesitura, la duda mayor la concentra Movimiento Ciudadano, cuyo dirigente Dante Delgado parece perder fuerza por el imprevisto rompimiento con el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, nada menos que su principal bastión, pero ese es otro tema que, por su relevancia, merece una reflexión posterior.