De la crisis sanitaria por la pandemia de la COVID-19 se han derivado otros males que buena parte de la población han tenido que padecer. Y es que en ese penoso transitar que ya rebasa el año, la conducción del gobierno federal se ha tropezado con escollos que surgen especialmente por su improvisación, contradicciones y desinformación.
Por eso el escepticismo comunitario. De haber minimizado al inicio de la pandemia su gravedad y alcance, se pasó a los mensajes confusos e inciertos; desde que nos había venido “como anillo al dedo”, a los decires reiterados de que la curva estaba controlada, que ya vamos de salida o que lo peor ya había pasado.
Y mientras, en este largo tramo de desaciertos se siguen contando los contagios y decesos en cifras progresivas que cada vez parecen significar menos, pero que en la realidad nos duelen cada vez más.
Otra piedra en el zapato –la más reciente, seguramente no la última– ha sido el fallido proceso de vacunación. Al menos en Puebla, tal parece que el refrán popular “Echando a perder se aprende” es la consigna del delegado federal de la Secretaría del Bienestar, Rodrigo Abdala Dartigues.
Así lo ha exhibido tras un muy caótico inicio en San Andrés Cholula y luego en los traspiés cometidos durante el pasado fin de semana, para organizar la entrega de los llamados turnos a personas mayores de 60 años, residentes de nueve municipios conurbados a la capital poblana. Lo que imperó ahí fue el desorden y la falta de una estrategia efectiva de comunicación.
A este paso no queremos pensar qué ocurrirá en las etapas subsecuentes, en las que la cobertura prevea la aplicación de dosis en la capital poblana, donde radica el mayor número de personas. Ojalá nos agarren confesados.
Ya en días recientes, el gobierno estatal había reconocido falta de coordinación y sugerido mejorar la logística en la aplicación de vacunas a las personas de la tercera edad en los diferentes municipios de la entidad. Quedó claro desde entonces que el gobierno poblano hace su parte ofreciendo facilidades, los espacios físicos de sus unidades médicas y el recurso humano del sistema de salud para la vacunación.
La organización general es de la Delegación de Bienestar, con todo y su vasto e innecesario ejército de las llamadas pomposamente “Brigadas Correcaminos”. Los mismos que volvieron a generar confusión y malestar desde el viernes pasado que corrió el rumor en San Pedro Cholula, en el sentido de que habría vacunas disponibles durante el sábado y domingo, lo que evidentemente generó una gran movilización social.
Muchas personas hicieron fila, pese a que no había ninguna confirmación oficial. Horas después vino el desmentido. El propio delegado Rodrigo Abdala dijo en redes sociales: “A través de mensajes de WhatsApp se ha difundido información no verificada acerca del registro e vacunación.”
El funcionario pidió también evitar aglomeraciones y “esperar información oficial de las instituciones que conformamos la Brigada Correcaminos”. Un periodista le inquirió: “¿Y cuáles son los ‘medios oficiales’?, pongan las cuentas aquí”.
No hubo respuesta, pero a cambio mucha gente se movilizó. Algunos lo hicieron toda la noche para asegurar su vacuna. Hubo también algunos vivales –que nunca faltan– y que llegaron a pedir hasta tres mil pesos por apartar un lugar. Es entonces cuando los vacíos del desorden los ocupan quienes viven de la carroña.
En medio de esa confusión, fue hasta el sábado que apareció el comunicado oficial para hacer saber que ese mismo día se iniciaría la entrega de turnos en nueve municipios, a saber: Coronango, Cuautlancingo, Huejotzingo, Ocoyucan, San Gregorio Atzompa y San Martín Texmelucan, así como en San Pedro, San Andrés y Santa Isabel Cholula. O sea, las personas adultas, muchos de ellos ancianos, primero se enteran profusamente del aviso, luego dejan sus ocupaciones y acuden, se forman, soportan las inconveniencias del clima, dos-tres horas para obtener apenas su confirmación de cita para regresar días después a vacunarse.
Si bien las cosas mejoraron en estos días en la aplicación de las vacunas, en buena medida por el apoyo de los gobiernos municipales, cabe preguntarse si no hay otras formas más sencillas y expeditas para notificar a la población de la fecha que le corresponde inocularse.
¿De qué sirvió entonces la convocatoria que el propio gobierno federal hizo desde febrero pasado, para que los adultos mayores se registraran por internet y agendaran su cita? ¿Para qué pidieron llenar un formulario, proporcionar nombre, dirección, edad y los datos del CURP? ¿Fue inútil que en respuesta se diera un número de folio, con la fecha y hora del registro? ¿Es mentira que, como se dijo, al hacer tal registro que “…a la brevedad nos pondremos en contacto con usted”? ¿Por qué en otras entidades con mayor población que la nuestra, como Ciudad de México y Estado de México, el trámite ha sido no sólo eficiente, sino muy exitoso? Por ejemplo, en la capital del país la convocatoria ha sido oportuna y ordenada, al optar por la aplicación de vacunas por zonas delegacionales y citar a los ciudadanos mediante orden alfabético de su primer apellido. No hay pierde. Todo el trámite ha sido cuestión de minutos.
El caso de Toluca también es ejemplar: previa convocatoria que se hizo a través de los medios de comunicación, incluyendo radio y televisión, se adaptaron sitios espaciosos como el estadio de futbol y el Conservatorio. Además, por primera vez en el país, para quien lo quisiera, la vacuna se aplicó directamente en los automóviles, con el único requisito de que sus conductores fueran menores de 60 años y traslade a un máximo de tres adultos de la tercera edad.
Se trata, como se aprecia, de apelar a dos principios básicos en tales modelos de singular sencillez que debieran ser copiados aquí: organización y comunicación. En ambos casos referidos, valga la acotación, intervinieron en la organización tanto sus gobiernos como sectores de la iniciativa privada. ¿Acaso eso es lo que hace falta aquí? De otro modo seguirán aflorando los problemas, como ya ocurrió también en otras entidades, incluso en Oaxaca hasta las armas de fuego aparecieron por la anarquía de los organizadores.
Aquí en Puebla el cúmulo de errores es incontable, al grado que ni siquiera se ha cubierto la primera etapa que corresponde a todo el personal de salud, como es el caso de médicos y enfermeras de la clínica número 12 del IMSS de San Pedro Cholula, que este martes salieron a las calles a manifestar su protesta.
A estas deficiencias se suma la precaria existencia de vacunas, lo que augura dificultades para que gobierno federal cumpla su objetivo de vacunar a más tardar en mes y medio (antes había dicho que para finales de marzo) a todos los adultos mayores de 60 años en el país, como lo declaró en tono triunfalista el pasado lunes el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Como referencia cabe decir que a pesar de que México y Chile comenzaron el mismo día su campaña de vacunación contra el virus, pero en el país sudamericano se han aplicado a 5.09 millones de dosis desde el 24 de diciembre, mientras que aquí la cifra es de 4 millones 530 mil vacunados, de los cuales casi 3 millones han sido para adultos.
La vacuna es la única alternativa para frenar la pandemia y salvar miles de vidas. De ahí la exigencia de que la insaculación sea efectiva para todos y que el proceso se haga con escrupuloso orden y con el mayor apremio posible.