Soliloquio
Felipe Flores
Ungida casi de la nada, de manera intempestiva Xóchitl Gálvez apareció en el escenario como una fuerte contendiente del frente opositor ante la engrandecida figura de la aspirante oficialista Claudia Sheinbaum, pero tal parece que esa expectativa fue tan breve y tan efímera, como apenas un leve y fugaz suspiro.
Asediada desde Palacio Nacional con las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, la carismática Xóchitl de pronto se desvaneció al grado de desanimar a quienes la veían como una real alternativa para competir con posibilidades de escalar en la preferencia electoral.
La puntilla de ese creciente pesimismo ocurrió durante la semana que concluye con la divulgación de una encuesta de la acreditada empresa Buendía & Márquez, la que arrojó cifras por demás contundentes e irrebatibles a favor de la morenista Claudia Sheinbaum, a quien concede una brutal ventaja de 30 puntos sobre la panista Xóchitl Gálvez, del Frente Amplio.
El estudio de opinión contiene muchos datos reveladores y, si bien precisa que 19% de los entrevistados no manifestó preferencia por ninguno de los aspirantes, sobresale que Claudia tenga 68% en el nivel de conocimiento y es valorada en más 39, mientras que a Xóchitl ahora sólo la identifica 47%, con un menos dos de valoración.
Dirán los cautos que tales cifras tienen sentido y obedecen a la lógica de la dinámica del acontecer preelectoral: Claudia está en franca campaña desde hace cinco años y ha dispuesto de toda la estructura partidista y política –que incluye también la financiera–, bajo el impulso presidencial, mientras que Xóchitl subió a la palestra no hace más de tres meses.
Como era de esperarse, cada bando interpretó a su conveniencia el resultado de la referida y comentada encuesta.
Para Claudia Sheinbaum, revela que la gente no quiere regresiones al pasado y que la mayoría de los mexicanos respalda el proyecto de la 4T.
“Más que personal, enfatizó, es un asunto de proyectos. He dicho en todos lados que el pueblo de México está con la transformación y no quiere regresar al pasado; el gran tema es lo que representan las personas que buscan competir por la presidencia y, en mi caso, lo que representamos es la continuidad de la transformación, así lo quiere la mayoría… éste es un movimiento que ya no se puede parar”.
Enfrente, Xóchitl Gálvez aparentó no achicarse ante la demoledora encuesta al aparecer sonriente y hasta con una carcajada ante periodistas, dijo que “se moría de la risa”.
Aseguró que las mediciones no le preocupan porque son propaganda de quien las paga. “Las encuestas sólo sirven para crear una impresión y eso es lo que están haciendo con el mucho dinero que se roban”, sostuvo.
Más precisa, mencionó que ella viene de abajo, “siempre he venido de hasta abajo y la señora (Claudia) viene de arriba; trae todo el apoyo del presidente, pero la verdad no me espanta; esto aún no empieza”.
Ejemplificó que cuando compitió por la delegación Miguel Hidalgo estaba 25 puntos abajo “y en cuatro semanas le dimos la vuelta, así que tranquilos, ya veremos de qué cuero salen más correas”.
Y aunque lo cierto es que los números al día de hoy son reveladores y habría que usarlos apenas como referencia, Xóchitl tiene razón acaso cuando subraya que “esto todavía no empieza” y que la ventaja por demás abrumadora podría tener alteraciones en el largo tramo que resta para la fecha de la jornada electoral.
En mi caso personal no resistí la tentación de preguntar a quien de estos temas sabe, y sabe mucho, así que me enlacé hasta la Argentina con el apreciado y respetado amigo Carlos Fara.
Es consultor político especialista en opinión pública, campañas electorales y comunicación, quien ha participado en diversas contiendas electorales en Argentina y Latinoamérica, incluyendo a México, ganador del Premio Aristóteles a la Excelencia en 2010 y flamante colaborador de este diario.
La pregunta lógica es ¿A poco menos de un año de una elección presidencial, es posible remontar una ventaja de 30 puntos?
Con cautela, Carlos Fara asume que es difícil, más no imposible y dependerá de muchos factores, entre otros, saber cuánta gente en realidad desea que todo siga igual o prefiere un cambio sustancial, ya que todo el apoyo que pudiera tener hoy la candidata oficialista no necesariamente se traducirá en votos el día de la elección.
Otro factor importante a considerar es que el escenario podría modificarse a partir de la oferta política que presente la aparte opositora durante la campaña, en cuyo caso la estrategia será de la mayor relevancia.
A su juicio, suena bien la propuesta de la morenista en cuanto a garantizar una continuidad con cambio, porque a los logros actuales le aporta su sello personal y en ese caso la oposición haría mal en embestir por ese flanco.
Considera que el frente opositor debe concentrarse en atacar los puntos más débiles del actual mandato de Morena (que ejemplifico en este caso podrían ser los magros resultados en seguridad pública y salud, así como la política autoritaria y excluyente del gobierno, así como su menosprecio a las instituciones).
Fara opina también que los opositores deben encontrar la fórmula para entusiasmar a los votantes y convencerlos de que es posible hacer mejor las cosas, alcanzar “Un México mejor”.
También, para motivarlos a participar el día de la elección, ya que mucha gente podría sentirse desalentada desde ahora al creer por las encuestas que todo está ya decidido y eso no es cierto; la elección se decide en las urnas con votos durante la jornada electoral.
En suma, habrá que ser pacientes. Es muy temprano para hacer juicios absolutos y, aunque nadie puede soslayar que Claudia Sheinbaum lidera ampliamente la contienda, es prudente asumir que formalmente el proceso electoral ni siquiera ha comenzado.
Habrá que esperar las campañas y los debates, en cuyo entorno hay mucha expectativa.
Hay quienes creen que Claudia ya llegó a su tope y tiene poco margen para crecer, en tanto que el carisma y la empatía le pueden abonar mucho a favor de Xóchitl.
Más que otras veces, será una guerra de estrategias.
El discurso convincente de “continuidad con cambio” que pregona el oficialismo, frente al mensaje de que muchas cosas se han hecho mal y se deben corregir del lado opositor, que además lleva el estigma de que no habrá equidad en la contienda por la persistente intromisión presidencial.
La pelea no ha empezado y ni siquiera las contendientes han subido al cuadrilátero y hasta falta por decidir si habrá un tercer aspirante, cuya posibilidad vendrá a descomponer todas las quinielas.
Aunque por ahora hay razones para hacer pronósticos, no dejan de ser del todo aventurados. Cantar victoria por adelantado tiene sus riesgos.
Diga lo que se diga, pareciera que no todo está perdido todavía para Xóchitl.