Texto y fotos: Jaime Carrera
Cuando tenía 10 años, Javier Serrano Montes sacaba borreguitos de sus moldes. Era como un juego. Por los dedos escurría el yeso líquido. Creció viendo a sus padres hacer las figuras del “nacimiento”.
Ahora estudiante de la carrera de Estomatología, Javier mantiene el legado familiar que comenzó con sus abuelos, ahí mismo, en Amozoc de Mota, tierra de artesanos.
“Primero mi abuelo, luego mis papás nos enseñaron; ahora, nuestro objetivo es tratar de innovar y mejorar la técnica para ofrecer la mejor calidad a la gente”, dice Javier, mientras pinta rápidamente un ángel de 80 centímetros de altura.
Javier es el primer hijo del matrimonio de José y Claudia. Su hermano, Yahir, de 15 años de edad, tiene similares recuerdos: rellenar, sacar y acomodar pequeñas figuras hechas de yeso; en su caso, marranitos.
Ahí estaba Claudia para dar instrucciones y guiar el proceso.
Hoy, ya son expertos. Y es temporada de figuras para montar en viviendas y otros escenarios la recreación del sitio de Belén donde están los seis personajes básicos: el niño Dios o Jesús, María, José, pastores, reyes magos y animalillos.
En Amozoc, municipio de la zona metropolitana de Puebla, es común observar largas filas de figuras de yeso en casas, talleres y negocios. Y hay colocaciones para admirar al paso.
Cada diciembre, en los locales cercanos al centro de esta ciudad, los artesanos comercializan las piezas que realizaron en sus talleres. Hay de infinidad de tamaños y también monumentale que se realizan por encargo.
“Previo a la pandemia, podíamos llegar a hacer hasta unos 500 nacimientos anuales, ahorita la producción cayó cuando menos un 50 por ciento”, relata Javier.
La producción de figuras religiosas no se limita a la temporada; también se moldean alcancías, recuerdos para bautizos o primeras comuniones, adornos de otras festividades, fruteros, y la imagen de la Virgen de Juquila y una lista interminable de santos.
En el taller de la familia Serrano Montes, en el barrio de San Antonio, a escasos kilómetros de la zona comercial de “nacimientos”, el calendario anual indica que las jornadas para realizar estas figuras de Navidad empieza en mayo con moldeado y concluye hacia agosto, con el pintado y decorado.
Claudia Montes, madre de Javier y Yahir, tiene un peculiar gusto por los detalles, es apasionada del delineado de ojos y colocación de pestañas.
“Primero le poneos un poco de agua, para ir remojando las piezas y posteriormente se va tapando el hueco para que no se vea mal, luego hacemos algo que se le llama barrido; barremos la cara para que quede finita. Luego viene un baño que llamamos sellado. Las figuras de pintan”.
Claudia demuestra la destreza: le toma menos de cinco minutos crear cada ojo. “Si fuera nueva y aprendiendo no lo pudiera hacer en este tiempo”.
Ella heredó el oficio de sus padres, Victorino Montes Sánchez y Margarita Sánchez García, quienes comenzaron a hacer las artesanías que han llegado a todo el país bajo el rótulo de “Juguetería Yahir”.
Así como lo hicieron Javier y Yahir, en el patio de este taller hay niños que juegan a hacer piezas de nacimiento.
Parecen enormes las lijas que utilizan con sus pequeñas manos.
Son tres niños de 2, 5 y 8 años de edad, hijos de Pilar, sobrina de Claudia, quien trabaja en el taller familiar desde hace cuatro años.
“Después de que vacían las figuras de yeso, a mí me toca quitarles la rebaba, todo lo que queda después del desmolde, se lijan se sellan y ya pueden llevar las piezas pintar. Me llamó la atención, me gusta este trabajo, aunque también hago otros procesos como el decorado”, explica.
La tradición de las figuras de yeso comenzó hace por lo menos un siglo, según narran locatarios y artesanos.