Sandra Muñoz Durán es una poblana campeona del mundo y eso ya es un mérito invaluable, porque para lograrlo tuvo que encontrar las oportunidades cuando más de una puerta se le cerró, algo que además la convierte en un modelo a seguir.
Se enamoró del futbol gracias a la influencia de su hermano y uno de sus primos, y si bien comenzó su andar con el sueño de ser una goleadora, pronto se dio cuenta que sus mejores cualidades eran evitarlos y por eso la portería es su hábitat.
Lleva varios años intentando enrolarse en la Liga MX; sin embargo, fue en el futbol calle en donde pudo tocar el cielo con las manos, ya que en 2019 fue parte de la Selección Mexicana que se coronó campeona del mundo en el Mundial de la modalidad que se celebró en Gales.
QUERÍA HACER LOS GOLES, NO EVITARLOS
De la vista nace el amor y así le pasó a ella, pues fue como espectadora de los partidos de su hermano y su primo, junto a la influencia de uno de sus tíos, que se decidió a empezar a patear la pelota.
“Mis primeros contactos con el futbol fueron desde mi familia, la influencia de mi tío, mi primo y mi hermano me llevaron a conocerlo desde pequeña y era de todas las tardes salir a jugar o hacer la retita en la casa, ellos iban a escuela de futbol y viajaban a torneos, así que me mezclaron en el ambiente y de plano fue tanto que me llenó, me gusto y empecé a practicarlo bien. Tenía unos cinco o seis años y empecé con lo típico, de delantera, porque quería meter los goles, pero llegó el momento que mi tío y mi primo no se querían poner de porteros y pues ahí iba yo, desde ahí fue la portería”, dijo.
Esta relación con el balompié fue tan real que a una edad preparatoriana, se integró al equipo de futbol del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec, escuela en la que ni siquiera era alumna, pero que sus ganas de seguir aprendiendo, la llevaron a sumarse.
“Me llegó el interés de llevarlo y practicarlo para destacar a los 15 años, buscaba estar en una escuela para ir mejorando y la primera que me abrió las puertas fue el Cenhch, estudiaba en otra escuela y mi profesor Richard me abrió las puertas y pese a no ser de la institución, pude entrenar con ellos y aparecer en los partidos”, recordó.
LA EVOLUCIÓN
Su hambre de trascender la hizo seguir buscando nuevos equipos hasta que llegó a una filial de Cruz Azul en donde su entrenador le cambió el chip y la incitó a dejar el 9 y ponerse los guantes y el suéter de portera.
“En ese momento todavía era de delantera, la portería no me pasaba por la mente, hice pruebas para Las Franjitas con Angélica Nieto, pero me quedaba un poco lejos, en ese entonces estaban en la Laguna de San Baltazar, no había medios y seguí en el Cenhch, después de dos años entré a la escuela filial del Cruz Azul que estaba en el ITP, tenían escuela de porteros, ahí entrenaban exclusivamente a los porteros, pero igual entré de delantera hasta que un día el profe Villalobos de la academia me hizo la invitación para formarme como portera”, señaló.
Durante todo su crecimiento en el futbol nunca se había visualizado defendiendo la portería hasta ese momento, y desde su primer entrenamiento supo que el cambio le iba a dar frutos.
“Lo pensé sólo una noche, regresé al día siguiente y dije que quería ser portera, estaba segura y mi profe me explico la posición, así que empezamos luego luego con lo básico, con recuestes leves, cómo tomar la bola, por eso llegué súper moreteada de todos lados”, apuntó.
INGENIERA DE LA PORTERÍA
Sandra tiene una frase con la que ha logrado vencer los obstáculos más complicados que le ha presentado este deporte, que son los fuera de la cancha, pues ante las pocas oportunidades que encuentra, sabe que una puerta que se cierra es otra que se abre.
“Cuando tenía 18 años fui a la UPAEP a probarme para buscar una beca deportiva y me dijeron que no, se quedó otra chava de Oaxaca, a mí me dieron las gracias, pero una puerta cerrada no significaba que no podía seguir, así que me fui a la UTP, pasé y vi que había Selección Femenil, entré y ahí comenzó mi historia de campeonatos”, indicó.
Tras saber dividir su rutina entre los estudios y el futbol, una vez egresó se puso otro objetivo, el entrar en la entonces naciente Liga MX Femenil.
“Te cuesta el ser estudiante-atleta porque la ingeniería es muy pesada, pero al final la saqué, de allí acabó mi etapa como jugadora de la selección de la universidad, decidí dar el salto, estaba siendo la creación de la Liga MX Femenil, no quería seguirme quedando acá, tenía el potencial de buscar más y me lancé para América, llegué a visorias en Coapa, éramos como 16 porteras las que estábamos ahí, fue un mes de visorias hasta que llegó Leonardo Cuéllar y trajo a su gente de Selección Mexicana, nos dieron las gracias”, destacó.
TOLUCA, LO MÁS CERCANO DEL DEBUT PROFESIONAL
Luego del desaguisado con las azulcremas, su espíritu no se quebró y continuó su búsqueda llegando a Toluca, donde hizo el proceso más largo, y cercano del ansiado debut.
“Regreso a Puebla y en una de esas una amiga que estaba en Toluca me dijo que fuera para allá, que las porteras no traían mucho, y me fui la siguiente semana, El lunes estaba con ellas e igual les gustó mi juego y todo de mí y me dieron la oportunidad, recortaron a varias y solo nos quedamos cuatro porteras, pero en un momento iba pasando el tiempo, seguíamos entrenando y no nos decían nada, nos dieron casa club en el Nemesio Diez, con ellos estuve medio año, me tocó la antesala de Liga MX, que fue la Copa MX, estuve cerca de debutar, no se dio, y en 2017 despiden a la entrenadora de porteras, la nueva trae a su gente y quedé fuera”, precisó.
LA TRAVESÍA
Así empezó su tortuoso camino hacia la Liga Mx, pues tras las negativas en América y Toluca, se probó en Necaxa y Querétaro, arriesgándose incluso físicamente.
“Después me fui parta Aguascalientes, con ellos estuve dos días de visorias, no hubo oportunidad porque ya había sido la semana de fichajes y pues yo ocupaba un lugar de mayor. Esa misma noche una amiga de Querétaro me habló para decirme que fuera a probarme y pues hice el viaje para estar el otro día en los entrenamientos, eran a las 7 de la mañana y mi camión salía a la 1:30 de la madrugada, fue una trasveía porque de ahí a Aguascalientes no salía ningún camión a Querétaro a esas horas, entonces íbamos con el papá de una amiga, íbamos llegando a Querétaro y chocamos en la entrada, fue todo un show, fue un fuerte choque y me dijo que me fuera, y pues me tuve que ir y llegué, igual el profe me dijo que ya tenía la plazas de mayores y no se podía hacer nada”, rememoró.
EL STREET SOCCER, SU ESCAPARATE
Sandra no entiende el no como respuesta, por eso tras la malas experiencias, regresó a Puebla e intentó con Puebla, Lobos BUAP y Pachuca, pero tampoco se dio, por lo que en 2018 se decantó por el Street Soccer.
“El Street Soccer lo conozco desde 2015, sólo había tenido participaciones en el torneo estatal en Puebla, tiene sus reglas, sus complicaciones, es ir bien preparada, apenas me estaba empapando de sus reglas, de cómo tenía que jugarlo, ese año se iban a ir a Chile al Mundial y era mi sueño, no se logró y conforme fueron pasando los años hasta el 2018 se me dio que el estatal fue en Cholula”, comentó.
Fue en 2018 cuando el futbol por fin le empezó a mostrar buena cara, ya que después de volver a intentar entrar al profesionalismo con Morelia, participó en la fase estatal del torneo de futbol calle De la Calle a la cancha.
“Justo después de que me fui a Morelia a hacer visorias, esa semana me van diciendo del torneo de Street Soccer en Cholula, entonces de Morelia me bajé justo para las canchas, lo jugué como vine y quedamos campeonas entonces de ahí me dan la oportunidad de representar a Puebla e irme a mi primer Nacional que se hizo en Cuernavaca y quedamos en octavos de final, pero los técnicos de la Selección voltearon a verme y ese año iba ser el Mundial en México, y pues país que es sede de un Mundial debe de tener un equipo reserva y ahí me convocaron”, contó Sandra Muñoz.
Supo dormir poco o nada para llegar a visorías, viajar con dinero muy limitado y hasta pedir aventón, y su resultado fue acudir a un Mundial.
“El equipo reserva funge, por ejemplo, si un país viene sin un jugador o en la competencia se lastima, el equipo reserva está para apoyar. Escocia le hacía falta portera y yo fui la primera opción para ellos, jugué los primeros partidos con Escocia, después con Gales, Escocia de plano no traía portera y en Gales su portera estaba lastimada y entré a apoyarlas, fue padre porque con Gales me tocó jugar un clásico para ellos que es contra Inglaterra, es como un Chivas- América, con mucha intensidad. También jugué con Grecia por el tercer lugar, pero perdimos y nos quedamos en cuarto”, dijo.
EL TÍTULO MUNDIAL, LA RECOMPENSA
Esta experiencia le dejó una espina clavada que intentó sacarse al año siguiente, ahora sí representando a México.
“Ese primer Mundial fue como una antesala para mí para ya estar empapada de cómo se vive uno, entonces al siguiente año volví a jugar el estatal, representé a Puebla en el Nacional, nos quedamos un poquito atrás, pero di buena actuación y tuve mi llamado para irme al Mundial del 2019 a Cardiff, Gales”, explicó.
Los y las futbolistas que se coronan campeones del mundo son elegidos, solo muy pocos pueden hacerlo y a Sandra le llegó como una recompensa a tanto empuje y fe.
“Quedamos campeonas del mundo contra Perú, un equipo aguerrido, de mucho corazón, sí, quedamos 6-0, quizá el marcador dirá que fue fácil, pero no, las canchas son pesadas, estar allá es pesadito en cuanto a diferencia de horarios y se nos dio el campeonato. Me sentí muy feliz, era como la cerecita del pastel, estar picando y picando y no agacharte, no caerte, estar duro y dale”, declaró.
FUTBOL SIETE Y LA FISIOTERAPIA
Después de la gloria, Sandra se trazó nuevos objetivos tanto dentro como fuera de la cancha. Como portera, siguió destacando, pero ahora en una nueva modalidad.
“Después de Cardiff regresé a Puebla y pues dije que a mi edad no estaba ejerciendo alguna carrera, así que iba a ser algún último intento y en ese entonces trabajé en Nike, fue padre, pero no estaba feliz, tenía ganas de salir del país, pero es algo difícil para alguien sin apoyo, y tomé la oportunidad de jugar futbol siete con el equipo Blue Devils y ganamos el tercer lugar en una Copa Centroamericana y un nacional en Acapulco”, recordó.
Mientras que a nivel intelectual comenzó a estudiar Fisioterapia en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, aunque no quita el dedo del renglón e intentará una vez más entrar a la Liga MX.
“También decidí estudiar otra carrera, que es fisioterapia, la elegí porque en todo este viaje tengo ciertos conocimientos y me gusta mucho, la posibilidad de ser un agente de cambio en la vida de los deportistas, me llamó la atención. Igual estoy con miras de hacer un último intento en la Liga MX Femenil el próximo torneo, acabar mi carrera y dar el salto al otro lado del charco, y si estoy bien preparada me gustaría intentarlo allá porque ahí la edad no es un límite, las jugadoras grandes tienen oportunidad, quiera intentarlo allá, no quedarme con esa espina”, declaró.