Por: Rubén Salazar/Director de Etellekt/ desigwww.
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Si la llegada de la medianoche (00:00 horas) representara el fin de la democracia en la capital del país, la reforma electoral para asfixiar operativamente al Instituto Electoral de Ciudad de México (IECM), aprobada el viernes por la bancada de Morena y sus rémoras en el Congreso local, ha girado de golpe las manecillas del reloj de la Catedral, de las 12:00 a las 21:00 horas.
El albazo legislativo exhibe el temor de Morena de perder el gobierno de la ciudad en los comicios de 2024, preocupados por el descenso de tres puntos en la aprobación de la jefa de Gobierno entre los citadinos, al pasar de 52 a 49% en el periodo de abril a mayo, según la última encuesta de El Financiero.
Su popularidad se encuentra en el nivel más bajo desde la tragedia ocurrida hace un año en la estación Olivos, de la Línea 12 del metro, en la que perdieron la vida 26 personas y más de 100 resultaron heridas. Un fantasma que amenaza con hacerle un marcaje personal en todas y cada una de sus giras para promover su candidatura presidencial.
Revela también la desesperación de Sheinbaum de impulsar proyectos legislativos que terminen por darle el tiro de gracia a las instituciones del antiguo régimen, superando incluso al maestro, que por ahora ha fracasado en su intento de anular al INE, a los Organismos Públicos Locales Electorales (el IECM en la lista) y a los tribunales electorales de las 32 entidades federativas.
Con esta reforma, Sheinbaum aspira a llenarle el ojo a la barra brava de Morena, que se comunica en sociedades secretas a través de grupos cerrados de Whatsapp, Telegram o Facebook, en las que expresan airadamente que el propósito fundamental de la cuarta transformación (4T), que propagan de chat en chat (y no de puerta en puerta), no es la defensa de la democracia electoral y sus subproductos, sino su total desaparición. Con estas huestes, Sheinbaum desea celebrar sus “logros” y regocijarse con ellas, como lo hace AMLO. Y no perdió un minuto en hacerlo.
Horas después del golpe legislativo al corazón de la democracia de la metrópoli, no tuvo el menor empacho en adjudicarse la autoría de la iniciativa para dinamitar al IECM, aunque desmarcándose en automático de ella para no desencantar a sus bases neoliberales, que como se comentó aquí hace una semana, proliferan al interior de su gobierno (porque como diría López Obrador, puede haber neoliberales buenos, siempre y cuando hayan sido purificados con agua bendita por la 4T), al expresar en una conferencia de medios: “Nosotros la enviamos (la propuesta), o no sé si la envió un diputado, ya no. Pero estamos totalmente de acuerdo con la propuesta que se presentó”.
Si lo que buscaba Sheinbaum era lanzar la piedra, para romper los cristales del IECM, y esconder la mano detrás, remedando hasta en esos detalles a su padre putativo, a efecto de continuar vociferando a los cuatro vientos que sigue siendo una demócrata, lo único que ha evidenciado es su verdadero talante autoritario, al desaparecer órganos autónomos de fiscalización del IECM, lo que deja la puerta abierta a que dinero de dudosa procedencia, fruto del crimen o del desvío de recursos públicos, alimente las campañas de Morena, en su ambición por retener el poder en la ciudad, de manera fraudulenta, coaccionando el voto a costa de lo que sea, quitándole dientes a la autoridad electoral para que pase por alto esas tropelías.
Porque con el pretexto de la austeridad, la reforma electoral aprobada suprime órganos técnicos del IECM como la Unidad Técnica Especializada de Fiscalización (UTEF), instancia facultada de auditar el financiamiento público y privado que reciben los partidos políticos y candidatos independientes, con la encomienda de prevenir el ingreso de recursos ilícitos en las campañas, teniendo entre sus funciones centrales reportar este tipo de irregularidades en los dictámenes y proyectos de resolución sometidos al Consejo General, para imponer sanciones a los infractores.
Una de las dos unidades del Instituto que de acuerdo con el Código de Instituciones y Procedimientos Electorales de Ciudad de México (antes de ser reformado por Sheinbaum), contaba con plena autonomía técnica y de gestión “para realizar sus actividades sin injerencia de algún servidor público del Instituto Electoral o representante de los Partidos Políticos o Grupos Parlamentarios y sin presión para resolver en un determinado sentido”. Razón por la que el titular de la misma era designado por el Congreso local, lo que ha sido derogado.
Las UTEF quedó reducida a una simple Unidad temporal, supuestamente con autonomía, pero omitiendo el método de designación de su titular, y estableciendo sus reglas de operación por acuerdo, y no con base en el Código, como se estipulaba anteriormente, incorporándola a la Dirección Ejecutiva de Asociaciones Políticas (adscrita a la Comisión de Asociaciones Políticas), cuyo personal no está especializado en materia contable y financiera. Lo que Morena solventó agregándole al final del nombre de la Dirección y de la Comisión: y Fiscalización.
Lo que equivaldría a transferir la Auditoría Superior de la Federación, órgano técnico especializado de la Cámara de Diputados, con autonomía técnica y de gestión, responsable de fiscalizar el destino de los recursos públicos federales, a la Contraloría Interna de San Lázaro, o a una comisión legislativa que aborde asuntos políticos, integrada por diputados que de contabilidad, finanzas y honestidad, sepan lo mismo que López Obrador de matemáticas o economía.
O lo mismo que sabe Claudia Sheinbaum de feminismo, género, democracia y derechos humanos, al desaparecer también a la Unidad Técnica de Género y Derechos Humanos del IECM, traspasando sus funciones a la Dirección de Educación Cívica y Construcción de Ciudadanía (poniéndole sólo la leyenda “y Género”, al final del nombre), sin personal capacitado, entre otras cosas, para acompañar a las víctimas que denuncien actos de violencia política de género, lo que la actual jefa de Gobierno padeció como candidata en el proceso electoral de 2018.
El precedente que ha sentado Sheinbaum con esta reforma despótica, puede ser retomado por otros gobernadores y gobernadoras de Morena, si el aplicarla les garantiza consolidar la hegemonía de la 4T en sus estados, por sexenios o décadas.
Tan grave es el retroceso que implica para los avances democráticos alcanzados en los últimos 25 años no sólo en la ciudad, sino en toda la república, que los consejeros del IECM alistan una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para revertirla. De los mandatarios estatales y los magistrados dependerá que las agujas del reloj del autoritarismo, no marquen las 23:59 horas.