Garganta profunda
Arturo Luna Silva
[email protected] / Twitter: @ALunaSilva
Algo que ocurrirá sí o sí, aunque no se apruebe la reforma electoral con cambios constitucionales que propuso Andrés Manuel López Obrador, es el recorte al presupuesto público que reciben los partidos políticos, además sin la posibilidad de que puedan recibir más dinero de fuentes privadas. De ese modo el actual régimen propinará un golpe definitivo hacia 2024 a los institutos de oposición que, aunque rechacen la iniciativa del tabasqueño, quedarán menguados para la elección presidencial.
A pesar de que el gobierno federal lopezobradorista ya había doblado a los diputados del PRI, como se vio en la ampliación de la permanencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, con la reforma constitucional en materia electoral el tricolor no da señales de apoyo.
De ahí no obtendrá Andrés Manuel los votos que requieren las bancadas de Morena y sus aliados en el Congreso de la Unión para conseguir la mayoría calificada.
Por ello, en los últimos días, el presidente de la República en sus conferencias mañaneras ha hablado de un Plan B.
Éste contempla, principalmente, el recorte al presupuesto de los partidos.
Que es monumental.
Una fortuna de fortunas.
Porque los partidos viven de ese dinero.
Sus dirigentes se dan vida de reyes con ese presupuesto.
Es el mejor de los negocios.
Para darnos una idea, hace unos días el Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó el financiamiento a partidos para 2023.
Recibirán juntos y en total 6 mil 233 millones 510 mil 798 pesos.
Ello, a pesar de que en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), para el Ejercicio Fiscal 2023, se contempló un recorte de 4 mil 475 millones de pesos al INE.
Para el caso de Puebla, solamente de presupuesto ordinario, para los gastos regulares de sus burocracias, los partidos recibieron 281.7 millones de pesos en 2021, de acuerdo con un comparativo que está contenido en la iniciativa del presidente.
Por supuesto, no solamente para una vida onerosa y frívola, que ocurre en muchos casos, utilizan los recursos los dirigentes partidistas.
En el mejor de los casos, cuando lo invierten correctamente, lo aplican en fortalecimiento de sus actividades y en la búsqueda de más simpatizantes y militantes.
La política, es axioma comprobado, se hace en este país con dinero.
Siempre con dinero.
Sin éste, el destino de los partidos es incierto.
En las proyecciones, no hay forma de que se presenten con oportunidades competitivas a las urnas de 2024, ante el partido del gobierno y sus aliados.
Ahora bien, ¡imagínese sin dinero!
Menos todavía.
Partidos sin capacidades.
Sin candidatos.
Y, encima, ¡pobres!