Germán Campos Ramos
Las imágenes se suceden. Un hombre escala a lo más alto de una torre de electricidad, otro se balancea en un puente vehicular, uno más observa el abismo desde un distribuidor vial, todos llegaron acompañados de sus últimos pensamientos en distintos momentos de la pandemia, y en un suspiro terminaron con su vida ante la mirada de extraños.
Los especialistas descartan que se trate de la búsqueda de atención de quienes albergaban con anterioridad un pensamiento suicida, sino que encuentran una oportunidad y la toman.
Aunque los estudiosos del tema también creen que será con el tiempo cuando se podrá establecer con claridad qué tan profundo golpearon el desanimo, soledad, desempleo, entre otros, que han acompañado al COVID-19.
La Asociación Mexicana de Suicidología estima que entre uno y tres poblanos intentan o logran quitarse la vida a diario, sin embargo es difícil precisarlo, pues en actas de defunción los motivos asentados no refieren de manera directa el fenómeno.
“Factores sociales como los que vivimos ahora con la contingencia, se pueden exacerbar y generar en las personas sensación de mayor riesgo o aumento de la idea suicida, aunque es difícil medir el impacto”, dijo Karen
de la Cuesta, responsable estatal de salud mental de la Secretaría de Salud en entrevista.
Quetzalcóatl Hernández Cervantes, presidente de la Asociación Mexicana de Suicidología, dijo a Crónica Puebla que comúnmente se piensa que los suicidios alcanzan un techo en diciembre, pero no es así.
“En México, los meses de mayor ocurrencia en jóvenes y adultos es mayo y junio, es coincidencia con los tiempos que estamos viviendo del COVID-19”.
“No podemos decir que esta pandemia está causando más suicidios, primero porque eso lo sabremos en mucho tiempo, pues el recuento no es inmediato, lo que ocurre es que la crisis sanitaria y de otro tipo son detonantes”, consideró.
Entre los puntos que observa el especialista es que algunas personas lidian con el miedo de estar infectados o quedarse sin empleo, “todo eso sumado a la posible preexistencia de un trastorno, aumenta las probabilidades y hace de la crisis un desencadenante, pero difícilmente es la causa directa”.
Refirió que el suicidio ocurre principalmente en hombres, “el perfil que va en aumento son aquellos que no están trabajando, escolaridad de secundaria, solteros, sin hijos, de zonas suburbanas y urbanas”.
Aunque la psicoterapia es el camino más recomendable por parte de especialistas, también los seres cercanos pueden intervenir, y lo más importante es no tener miedo a preguntar si existen pensamientos suicidas.
“No es un tema que nos espante; es un tema de salud y más del 90 por ciento no quiere morir, sino dejar de sufrir”, consideró Hernández, quien pidió a las personas que tengan la idea de quitarse la vida, acercarse a especialistas o familiares.